España se mueve entre elecciones, plebiscitos, proclamaciones y demagogia

Congreso de los Diputados.
Congreso de los Diputados.

La toma de conciencia de que las diferentes leyes electorales impiden que el mandato soberano coincida con el de las urnas, provoca coaliciones de gobierno que sumen mayorías reales.

España se mueve entre elecciones, plebiscitos, proclamaciones y demagogia

Viene de antiguo, los regímenes absolutistas, fuesen dictaduras, tiranías, o monarquías, generalmente cayeron por revueltas o revoluciones pero nunca por plebiscitos donde la mayoría expresase libremente su voluntad. En España podríamos empezar por recordar que en contra de lo que tanto se repite sobre la legitimidad de la transición al no reponer la Republica, que esta no fue fruto de las urnas sino de haber ganado los partidos republicanos unas elecciones locales, anteriores a las parlamentarias que Alfonso XIII había convocado a continuación, y ello sin presencia del voto femenino que no habría de autorizarse ni para las elecciones constituyentes republicanas que siguieron. La Republica fue proclamada, como lo sería un poco más adelante la República Catalana que fué sofocada por los que habían proclamado la española. Mas adelante, en 1933, y ya con el voto femenino, ganó el centro derecha y la derecha, muestra clara de la influencia de la mujer en el voto conservador que podría hacer dudar de la voluntad popular en 1931.

No es ahora momento de juzgar la validez de aquel proceso contra una monarquía desprestigiada por la dictadura de Primo de Rivera y la dictablanda de Berenguer, sino lo que está sucediendo en los tiempos actuales donde la gente es más libre, el voto más joven (18 años frente a los 25 de 1931), la mujer participa, votan todas las razas (en EE UU desde 1965), y ya no hay analfabetos. Y lo que está sucediendo es que los ciudadanos son conscientes de la dificultad de lograr que el mandato popular coincida con el que sale de las urnas, que el sistema es imperfecto y de difícil solución. Vimos como en Grecia daban 50 escaños al que ganaba las elecciones, lo que es muy bueno para la gobernabilidad pero no tanto para la democracia, algo muy similar a lo que pretendía hacer Renzi en Italia y por lo que perdió el plebiscito que probablemente habría ganado si hubiese desglosado los puntos a consultar. Tampoco en otros paises se alcanzaron mayorías pero inteligentemente sumaron escaños, como en Alemania o Dinamarca, para lograr un gobierno que represente la voluntad popular.

En España estamos peor. Tenemos en Cataluña un Parlament controlado por unos partidos que no estan respaldados por los votantes sino por la ley electoral. Cuando se formó recordaba Baños (lider de la CUP)  "los independentistas hemos ganado las elecciones pero no el plebiscito", y como recordaba Inés Arrimadas (lider de Ciudadanos) dirigiéndose al Gobierno catalán de Junts pel Si (JPS) hace poco "cada vez que Vds. votan algo con el único apoyo de la CUP, sepan que lo están haciendo en contra de la mayoría de votantes catalanes", y es así como una ley electoral puede permitir que una minoría se imponga a la mayoría. Otro ejemplo aún más claro lo tenemos en Estados Unidos donde Hillary Clinton obtuvo 3 millones de votos más que Donald Trump, que sin embargo será el Presidente. 

Siendo conscientes del problema no queda otro camino que reformar las leyes electorales de tal forma que los gobiernos electos, y por lo tanto los Parlamentos, estén mas cercanos a lo que el pueblo quiere al ejercer su soberania concediendo el mandato. Teniendo en cuenta los otros candidatos a las presidenciales de EE UU, si hubiese una segunda vuelta al estilo francés, Hillary Clinton habría aumentado su ventaja en 7 millones de votos. Con el modelo vasco en España habríamos tenido gobierno en enero, y con segunda vuelta en Ayuntamientos y Comunidades, los gobiernos serían diferentes en un 50%.

Quizás la segunda vuelta no sea la panacea, o los referendum sobre todos los temas sociales como ocurre en otros países tampoco, o la inicialiva de ley popular, o la proporcionalidad. No lo sabemos pero lo que si sabemos es que los partidos han de consensuar una ley no para beneficiar a los más votados, ni a los nacionalistas, ni a las minorias ni a nadie y menos a ellos mismos. El objetivo del siglo XXI es que los gobiernos, los parlamentos, y las leyes que en ellos se aprueben, sean consecuencia del mandato del pueblo soberano, y en conseguirlo es lo que hará que la abstención no siga aumentando y la gente se sienta representada.

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