España se mueve entre la discreción política y la participación ciudadana

Mariano Rajoy, en su escaño, tras concluir su intervención inicial.
Mariano Rajoy, en su escaño del Senado.

¿Qué se sugiere para el "cambio" en la forma de hacer política? Nadie nos lo dice pero seguramente sería fácil obtener un consenso sobre la cuestión sentando algunas premisas.

España se mueve entre la discreción política y la participación ciudadana

En estos últimos días hemos conocido por los medios de comunicación que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el presidente de la Generalidad de Cataluña, Artur Mas, han mantenido una reunión en secreto. Y al mismo tiempo varios comentaristas nos hacen observar que determinadas manifestaciones de ambos dirigentes pudieran poner de manifiesto una cierta modificación en sus posturas iniciales, o en las conocidas públicamente hasta ahora.

Estas circunstancias nos obligan a meditar sobre la necesidad, o no, de compatibilizar la discreción que parece ser exigible en las conversaciones políticas, para tratar de alcanzar acuerdos o mayor aproximación en los puntos de vista de partida, con el obligado conocimiento que de los temas tratados y su enfoque deben tener los ciudadanos.

Sobre la transparencia 

Sabido es que la representación política, una vez otorgada en el correspondiente proceso electoral, no requiere ser constantemente renovada de modo expreso en el transcurso de la legislatura salvo casos de moción de censura o cuestión de confianza para el Gobierno, ni los elegidos están sometidos a mandato imperativo alguno, al menos que pueda ser exigible jurídicamente. Pero al mismo tiempo parece razonable, si no lógicamente exigible, que cuando los temas a tratar son de la gravedad y trascendencia de los que atañen a la posición política de Cataluña, particularmente en el ámbito constitucional, u otros que afecten a las relaciones internacionales sobre todo en temas de seguridad (vid. asunto de Siria) deban ser conocidos por la ciudadanía, tanto más cuanto que la cuestión no ha sido tratada en las pasadas elecciones legislativas, ni el partido vencedor en la mismas y que sustenta al actual gobierno, no expresa una posición clara al respecto. Bástenos con observar las sutilezas y matices que se observan en cada intervención pública de los dirigentes regionales del Partido Popular, entre sí y con los dirigentes nacionales.

Hemos de convenir que la mayoría de las negociaciones políticas no pueden hacerse "en la plaza pública"; requieren discreción, presupuesto necesario para la reflexión y la toma de posturas reposada. Sin embargo, como contrapartida, no hay que olvidar que se está en presencia de asuntos que afectan al interés general y en los que los políticos intervinientes son meros "vicarios", delegados, representantes en fin, pero en ningún caso "dueños del negocio"; éstos son exclusivamente los ciudadanos, ante los que aquellos deben rendir debida cuenta y ser responsables de las consecuencias de las decisiones tomadas.

El acontecer diario nos muestra que los dirigentes de los partidos, incluso en el ámbito local, son más bien proclives a alejarse de sus propios militantes ¿cuánta será la distancia que les separa en el ámbito nacional? La inexistencia de las llamadas "primarias" lo prueba, aunque justo es reconocer que se empiezan a observar cambios, como en el caso del PSdeG-PSOE que acaba de celebrarlas con participación de los militantes de base.

La forma de hacer política

Hace muy poco Carlos Floriano, del PP, decía que "debemos rehacer la forma de hacer política". Se comparte plenamente este criterio; póngase en práctica, hágase de una vez. Pero los hechos son tozudos y los comportamientos de quienes deben tomar las iniciativas correspondientes no demuestran que haya sido así. No nos quejemos de la desafección política, del cansancio, de la apatía, de la indolencia o dejadez, circunstancias todas ellas, y algunas más, que lanzan a los ciudadanos -contribuyentes, no lo olvidemos- a su alejamiento de la llamada clase política y, consiguientemente, a la deslegitimación de ésta al perder el respaldo de aquellos.

¿Qué se sugiere para ese "cambio" en la forma de hacer política? Nadie nos lo dice pero seguramente sería relativamente fácil obtener un consenso sobre la cuestión sentando algunas premisas. 

> Cambio en los criterios de selección y acceso a los puestos para la representación política, debiendo exigirse una experiencia de trabajo previa, sea en el sector privado o en el público, no la estricta "carrera" en el partido. Como señala Cicerón (Las Leyes, Libro III) “le es necesario al senador conocer la administración pública –(…) de qué ejercito dispone, qué recursos existen en el tesoro público, a quienes tiene la república como aliados … como amigos, … como tributarios- y le es necesario también el procedimiento tradicional de las tomas de decisión y conocer los ejemplos de los predecesores …”.- En una palabra, disponer de una completa preparación. Con existencia de elecciones previas dentro del propio partido. 

> Modificación en el sistema retributivo de los puestos de representación política, tomando como base necesaria la retribución que cada uno tuviera en su trabajo previo, con unos límites mínimo y máximo. 

> Limitación en el tiempo de duración del desempeño de los puestos de representación (podría fijarse en diez o doce años). Incompatibilidad y prohibición absoluta para la incorporación a puestos de consejeros o alta dirección en toda clase de empresas durante, al menos, la mitad del tiempo establecido para los puestos de representación, una vez que cesen en ésta. Obligación de publicación de las declaraciones de IRPF e IP en los modelos reglamentariamente aprobados al efecto (con exclusión total de declaraciones "ad hoc" de intereses y bienes).

> Y otras semejantes que habrían de estudiarse en el ámbito de una reforma urgente del Régimen Electoral y de la regulación de los Partidos Políticos, incluida su financiación.

Decisiones como las indicadas deben ser tomadas con templanza y reflexión; también con urgencia. A estas alturas el tiempo ya vale mucho más que el oro.

Aprisionados en el corto plazo
El autor está convencido de que los dirigentes políticos son conscientes de estas circunstancias, pero parece como si vivieran aprisionados en el corto plazo, en la resolución de los que ellos consideran problemas “urgentes”, que quizá no sean los que la ciudadanía así calificaría. La tarea de representación política, noble tarea como ya dejó señalado también el mismo Cicerón, quien en el Libro I de La República escribió que “la patria… nos engendró,… nos crió (…) para recibir ella misma, como rédito para su propio interés, el mayor número y lo mejor de los productos de nuestro espíritu, de nuestro talento y nuestra capacidad política; y devolvernos a nosotros, para nuestro beneficio particular, sólo cuanto a ella misma pudiera sobrarle”.
Agudicen pues su oído nuestros políticos, escuchen atentamente las inquietudes del pueblo, mézclense con él y estén prestos a dar solución efectiva a aquellas, esperando recibir solamente “cuanto a la patria pudiera sobrarle”. Esta es la verdadera senda del progreso social y la pacífica convivencia.

 

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