España, al borde de una investidura fallida y de una repetición electoral en noviembre

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. / RR SS.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. / RR SS.

Sánchez no quiere comunistas en su Gobierno, tampoco quiere a Iglesias, pero no es sincero cuando rechaza a Podemos como socio. Los ministros sin perfil político no existen. Iglesias sabe que Podemos es importante para la investidura, pero no imprescindible para la gobernabilidad.

España, al borde de una investidura fallida y de una repetición electoral en noviembre

España está al borde de una investidura fallida y de una repetición electoral el 10 de noviembre. Cualquiera que observe este país desde el exterior y reduzca su visión de la política española a los titulares de la prensa podría creer que este es un Estado sin problemas de paro, precariedad, desigualdad, pobreza, competitividad, pensiones, etcétera. Es decir, podría pensar que España es como Suiza pero con políticos caprichosos, cuyo gran asunto es el juego de las sillas del poder. Lamentablemente, no es así. Este es un país con graves problemas de deuda pública, déficit, productividad y desempleo, que si han pasado a un segundo plano no es porque se hayan evaporado, sino porque los medios siguen el desvarío de una mediocre clase política ocupada en asuntos tan triviales como que Pedro Sánchez ofrece ministros a Podemos sin perfil político y Pablo Iglesias rechaza la oferta, ya que el líder de Podemos no acepta vetos y exige figuras relevantes de su partido, empezando por él mismo.

Todo es tan absurdo y surrealista que, para empezar, no puede haber –por definición– ministros sin perfil político. En el Gobierno de España son políticos el presidente, sus ministros, los secretarios de Estado, los subsecretarios y los directores generales. Solo son técnicos los subdirectores generales, que deben ser funcionarios, y otros servidores públicos de las siguientes escalas de la Administración.

Obviamente, Sánchez quiere decir otra cosa pero como no se atreve a verbalizarlo recurre a falsos eufemismos. Lo que ambiciona Sánchez es no gobernar con Podemos y menos aún con su líder, Pablo Iglesias. En realidad, responde a una pauta habitual en las querencias de los gobernantes socialdemócratas europeos tras la Segunda Guerra Mundial: no dar cabida a ministros comunistas. Pero estas cosas no se dicen así en España porque aquí todo el mundo quiere ser políticamente correcto, a riesgo de terminar siendo ridículo.

¿Tiene, pues, sentido democrático –en términos europeos– que los socialistas españoles no quieran gobernar con los comunistas? Sí. Lo que no tiene sentido es disfrazar ese objetivo con falsa palabrería, como viene haciendo Sánchez. Tan esperpéntico es el líder socialista que si Iglesias quisiera ser audaz podría darle la razón y meterle un gol por la escuadra. Le bastaría para ello con responderle que acepta no entrar en el Gobierno y que acogiéndose a su oferta de cederle ministros sin perfil político –léase no miembros de la dirección de Podemos– colocará en el Ministerio de Economía a un ilustre catedrático de Hacienda de extrema izquierda, que haberlos haylos. Sánchez no podría aceptarlo, a riesgo de ser expulsado de los cielos de Europa, y volvería a ser absurdo.

A Sánchez le gustaría gobernar en solitario o, en el peor de los casos, con ministros de Ciudadanos, pero como Albert Rivera sueña con ser lo que es Pablo Casado, el país sigue a la deriva. Y al tener que cortejar a Podemos – importante para la investidura, pero no imprescindible para la gobernabilidad– se encuentra con que Pablo Iglesias, que no es tonto, juega sus cartas, que siendo malas –a la luz de las urnas– ya no parecen tan malas en la oscura mesa del juego de la política española. 

Mientras, el país sigue sin presupuestos actualizados y sin marco legislativo para hacer reformas económicas y sociales que necesita, ya sea para avanzar en una lógica socialdemócrata –de la mano de Pedro Sánchez– o en otra de corte neoliberal, como venía haciendo con Mariano Rajoy. La alternativa es la nada. @J_L_Gomez

Garamendi sí habla claro

Si alguien ha sido claro a la hora de hablar de la investidura del socialista Pedro Sánchez, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, se lleva la palma. Partidario del entendimiento entre PSOE y Cs, sostiene que “cuando se habla de pactos a mi la única suma que me sale es PSOE y Ciudadanos”. También fue rotundo en el mismo sentido el Banco Santander en una comunicación por escrito, si bien su presidenta, Ana Botín, no llegó tan lejos como el líder de la patronal española.

Mientras, son contadas las referencias de la clase política a la economía al hablar de la investidura. Pero algunas hay. “Un entorno de estabilidad política es el idóneo desde el punto de vista económico”, dijo, por ejemplo, la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, en la reciente cumbre del G-20. También el PSOE ha presionado en alguna declaración con el impacto que una investidura fallida tendría sobre la economía. Pero su prioridad es que Podemos renuncie a estar en el Consejo de Ministros. @mundiario

–––––––––– PROTAGONISTAS ––––––––––

> Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.- Quienes creyeron que su condición de doctor en economía iba a convertirle en un presidente centrado en los asuntos económicos se equivocaron. La economía, a pesar de la crítica situación del país, le preocupa poco al lado del reparto del poder.

> Pablo Iglesias, líder de Podemos.- Su perfil político rara vez le lleva a construir un discurso económico solvente, donde prevalecen las denuncias frente a las alternativas. Tampoco ha sabido conectar con los dos grandes sindicatos, de otra cultura política.

> Albert Rivera, presidente de Ciudadanos.- El candidato preferido de la derecha económica para ser socio del PP o del PSOE contraría, de momento, las indicaciones de la patronal y de la banca, a la vez que soporta una creciente presión interna, básicamente de aquellos reacios a pactar con Vox. 

> Pablo Casado, presidente del PP.- Tuvo un mal resultado electoral en España pero la reconquista de la alcaldía de Madrid para el PP y los errores de sus adversarios están aliviando su frágil situación al frente de la Oposición. Todo parece indicar que ya tocó fondo.

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