Escalada de la guerra sucia contra los gobiernos decentes

Concentración de Vox, PP y Ciudadanos en Colón, en Madrid. / RR SS
Concentración de Vox, PP y Ciudadanos en Colón, en Madrid. / RR SS

El PPdeG está construyendo una cortina de humo para tapar lo evidente: como demostró Alberto Núñez Feijóo con su presencia en la manifestación de Madrid, de ser necesario pactarán con la extrema derecha para reconquistar ayuntamientos y diputaciones.

Escalada de la guerra sucia contra los gobiernos decentes

Todo vale. Después de la Primavera Municipalista de 2015 todo lo que pasaba en las alcaldías rebeldes pasó a ser un debate a nivel gallego, activando una nueva agenda de debates sobre la gobernanza de nuestras ciudades. El municipalismo traía consigo la municipalización de servicios básicos, la transparencia y la participación y la defensa de los bienes comunes. En mayor o menor medida vemos como estas prioridades se abrían camino no sin dificultades, ya que estas nuevas prioridades ponen en peligro intereses y poderes que llevan décadas beneficiándose de lo público.

La factoría de infamias de Rueda y de Feijóo activan su particular guerra sucia en contra de los gobiernos decentes. Pueden exigir la transferencia de competencias que ellos mismos congelaron desde su llegada a la Xunta en 2009 al tiempo que se manifiestan con Vox por las calles de Madrid. Su nivel de cinismo es soportado por la docilidad informativa que rodea a todo lo que se dice y escribe en Galicia. 

Lo que hay detrás de todo lo que se viene publicando contra los gobiernos de la decencia es una operación de propaganda partidaria que busca lastrar la credibilidad y la imagen pública de los gobiernos y de los proyectos de transformación. 

El PPdeG piensa que le llega con el empate, embarra el campo y lanza la consigna de que todos son iguales. Pretenden con esta sucia campaña que las vecinas y vecinos olviden las imágenes de la policía judicial entrando en los ayuntamientos en la legislatura anterior para borrar así su pasado más negro. Todo esto acompañado con la equidistancia cómplice de PSdeG-PSOE y BNG, que pronto olvidaron que perdieron el bipartito gracias a una guerra sucia que sigue el mismo libro de estilo que la actual.

Sorprende la obsesión enfermiza en contra del mundo de la cultura de Galicia. Una obsesión que acompaña al PPdeG en Santiago desde que Gerardo Conde Roa fue su candidato a las municipales de 2011, en las que comenzó una campaña de acoso y derribo en contra de diferentes Industrias Culturales y proyectos asociativos de base, que provocaron el cierre de la mítica Sala Nasa, cuya compañía Chévere obtendría tiempo después el Premio Nacional de Teatro como reconocimiento de su buen hacer.

Algo semejante pasa con buena parte de las pequeñas empresas que son puestas en el punto de mira de Brunete y de Hernández: muchas de ellas anuncian querellas que si bien demostrarán su honorabilidad llegarán fuera de los tiempos electorales. Trasladan que trabajaron para diferentes instituciones públicas, la mayoría de ellas gobernadas por el PP y por el PSOE. Pero lo que importa no es eso, si no dejar encima de la mesa una duda en la opinión pública: ganar algunos votos hoy aunque sea perdiendo posteriormente en los tribunales. 

Mientras la alianza tripartita ultraconservadora se ratifica en Galicia. Alberto Núñez Feijóo modificó su agenda institucional para acompañar a Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal por las calles de Madrid en una manifestación que no tuvo el éxito esperado a pesar de contar con un gran apoyo mediático en los días previos. La opinión publicada ya no condiciona tanto el debate público como hace una década.

Con todo, la posición del PPdeG queda clara: todo vale con tal de mantener el control de la Xunta de Galicia, y en 2019 pactarán con quien haga falta para reconquistar ayuntamientos y diputaciones. Desgastar a los gobiernos de la decencia es el objetivo principal. No habrá cuartel. No hay escrúpulos. No cabe esperar decencia del partido de la corrupción. @mundiario


 

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