¿Qué es un tercer país seguro y por qué México se niega seriamente a serlo?

Caravana migrante. / RRSS.
Caravana migrante. / RRSS.

El Gobierno de Manuel López Obrador se niega a aceptar esta condición pese a que Estados Unidos no lo ha dicho deliberadamente todavía.

¿Qué es un tercer país seguro y por qué México se niega seriamente a serlo?

La escalada entre México y Estados Unidos por el tema migratorio se ha precipitado en las últimas semanas. La más reciente movida la dio México mediante Marcelo Ebrard, su ministro de Relaciones Exteriores. El funcionario explicó que no está dispuesto a aceptar la categoría de “tercer país seguro” que la primera potencia mundial les ha ofrecido. ¿De qué se trata exactamente este adjetivo?

El concepto de “tercer país seguro” fue presentado por primera vez en la Convención de Ginebra de 1951. Cuando una persona se fuga de su país por el motivo que sea y pide asilo en un segundo país, este segundo puede negarse a recibirlo y remitirlo a un tercero que considere que pueda darle las mismas atenciones. Ese tercer país al que terminan yendo muchos migrantes es conocido como tercer país seguro. En otras palabras, este concepto se usa para los países que reciben a inmigrantes y refugiados que alguien más no quiso hospedar.

La idea de esta condición es aligerar la carga tanto social, demográfica y económica que representa para las grandes potencias el hecho de tener que refugiar a tantas personas de una sola tajada. Eso sí, en los escritos de Ginebra se presentan ciertas condiciones para que un país pueda entrar en esta categoría, como por ejemplo la garantía del derecho a la residencia, servicios médicos y educativos y el derecho a la reunificación familiar, por mencionar algunas de las más importantes.

Aceptar ser denominado como el tercer país seguro representaría para México una tarea titánica en muchos aspectos. De entrada, y por pura definición conceptual, el Estado tendría que ingeniárselas para ser de hecho seguro, toda vez el país vive a la sombra de una horripilante ola de violencia desde el Gobierno de Enrique Peña Nieto, por lo que si no garantiza la seguridad de sus propios nativos, lo que le espera a los migrantes no es nada mejor. Aparte de eso se deben contar también las condiciones que encontrarán estas personas en términos de empleo y educación, por ejemplo, algo de lo que todavía se encuentran muy a distancia respecto a Estados Unidos.

El coste político y sobre todo el derroche económico necesario para convertirse en el muro de contención de migrantes centroamericanos es algo que la Administración mexicana no está dispuesta a aceptar. No obstante, la presión de Washington D.C. es demasiado fuerte y a Donald Trump nunca le ha temblado el pulso para chantajear a quienes no quieran seguir sus órdenes.

La semana pasada, el presidente de los Estados Unidos amenazó a México con elevar en un 5% los aranceles de los productos llegados desde el otro lado del Río Bravo. Aquello hizo retumbar las alarmas en la Ciudad de México, conscientes de que eso terminaría por hacer añicos la economía del país, exportador por antonomasia a Estados Unidos. Marcelo Ebrard dejó claro en conferencia de prensa el lunes de que convertir al suyo en un tercer país seguro “no es aceptable. No me lo han planteado, pero no sería aceptable”, según compareció en una conferencia de prensa. @mundiario

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