¿Está convencido Puigdemont de ser el presidente de una república catalana?

La suma de errores es tan grande que ocultan los aciertos si es que hubo alguno ¿Quién curará ahora el complejo de Napoleón que invadió a Puigdemont en su mansión de Waterloo? Allí le visitan sus súbditos, el Presidente del Govern, Sr. Torra, que va a recibir instrucciones, el President del Parlament, Sr. Torrent, que va a pedirle consejo, súbditos catalanes y seguidores de otras minorías secesionistas europeas normalmente registradas como partidos de extrema derecha, todos a rendirle pleitesía mientras el da conferencias y ruedas de prensa en media Europa agravando sus delitos de malversación y rebelión con el de difamación porque en España no hay presos políticos como afirmó la Unión Europea y Amnistía Internacional y mucho menos se persiguen las opiniones como demuestran Tardá y Rufián en el Parlamento y todos ellos cada día. Ahora Puigdemont y la voz de su amo, Quim Torra, dan un ultimátum al Gobierno del Sr. Sánchez para que otorgue a Cataluña el derecho a la autodeterminación, derecho que no existe para la ONU ni para la UE, ni en Constitución alguna del mundo civilizado, y que tampoco podría conceder porque para ello sería necesario modificar la Carta Magna y eso requiere un consenso que hoy no hay, como tampoco podría conceder la libertad de los políticos presos porque si el gobierno mandase en los jueces Rajoy seguiría siendo presidente. El poder de Puigdemont es más falso que la ínsula que gobernaba Sancho Panza pero así como en la época de Rajoy les dejó medrar hasta sorprenderles aunque nunca creyeron posible la independencia, ahora la actitud  del nuevo Gobierno les hace pensar que si lo es.

El listado de errores es extenso por acción y por omisión. El primero fue transferir la educación, algo que no ocurre ni en la República Federal Alemana, pero cometido el error nunca hubo voluntad de corregirlo y para muestra está el rechazo a las peticiones de Ciudadanos para poner fin al adoctrinamiento, para reforzar la inspección escolar con actuaciones severas, o incluso para que exista una tarjeta sanitaria nacional. Sabido es que las posiciones extremas siempre se han asimilado porque formaciones como el comunismo, el populismo, o el nacionalismo, siempre han puesto un gran esfuerzo en controlar colegios y universidades, y normalmente lo consiguen. De ese mismo partido, Ciutadans en Cataluña, partió la suplica de que se aplicase el articulo 155 de la Constitución el 6 y 7 de septiembre sin esperar al 1 de Octubre, día en que las fuerzas del orden no pudieron contener una bien organizada pantomima de vote donde quiera tantas veces como quiera. Rajoy ni siquiera supo defender a su policía que se empleó con suavidad, pese a ser acusada de agresiva, y no logró parar algo que cualquier país habría impedido con los medios necesarios porque no se puede fallar en imponer la ley aunque haya mas de los dos hospitalizados que hubo aquel día. 

Luego vino el vergonzoso consenso donde Sánchez impuso un 155 tan blando que nadie se entero. Televisión, radios y prensa afín continuó su adoctrinamiento con más engaños y falsedades si cabe, y tanto policías (mossos) insurrectos como los responsables de la DUI (declaración de independencia) siguieron en sus puestos o huídos a diferencia de aquella República que detuvo a todos los mossos y a todo el Gobierno al que impuso duras penas. Nunca tuvimos la sensación de que se habia suspendido la Autonomía, más bien que se habían convocado elecciones. El colmo fue permitir que ocupasen sus cargos públicos quienes declaraban no respetar la Constitución, el Estatut, o al Jefe del Estado, solo al mamdato del 1-O. Llegados aquí parecía imposible hacerlo peor pero Sánchez nos demostró que era posible. De poco valió la sensatez de tantos socialistas con experiencia como Felipe Gonzalez, Alfonso Guerra, José Bono, Leguina y hasta Borrel, Sánchez inició un camino que ha llevado al mayor de los absurdos. Torra y Puigdemont amenazan con romper unas supuestas negociaciones que se asemeja a un diálogo de besugos donde una parte dice que si aceptan sus condiciones finales y le dan lo que pide, podemos hablar de otras cosas que va a  pedir para que lamotra parte pueda seguir viviendo en La Moncloa.

Con esta realidad no hay otra solución que ejercer el imperio de la ley. El PSOE, el PP, Ciudadanos, y cualquiera que se sienta constitucionalista y respetuoso con la legalidad vigente, deben pactar los cambios que la Constitución pide hoy además de los cambios necesarios para avanzar democraticamente y que tanto PSOE, como PP y Ciuadadanos pactaron en su día por separado pero que tienen más de 100 puntos en común. Y los cambios que hoy pide la Cosntitución son los que nos equiparan a todos los demás paises, prohibir expresamente la secesión, lo que llevaría a prohibir los partidos independentistas, ni mas ni menos que como en toda Europa. Solo hay que ver lo que tardó Francia en retirar la propaganda difamatoria similar a la que inunda Cataluña y es intocable. Solo un día, lo mismo que tardó Macrón en ir a Córcega despues de la amplia victoria nacionalista para recordar los limites de la ley, lo mismo que tardó Merkel en parar las pretensiones de Baviera con su referéndum.¿Por qué los constitucionalistas estan acobardados y los soberanistas crecidos?¿No debería ser al revés? ¿Ya no da fuerza el respaldo de la ley? @mundiario