¿Es Pedro Sánchez un genio?

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Encuentro en el Congreso.
En cierto sentido, los indultos van a ser un gran experimento social. Ya veremos con qué resultados.
¿Es Pedro Sánchez un genio?

Si analizamos lo que estos días se escribe o comenta sobre el doctor Pedro Sánchez uno puede llegar a la conclusión de que para unos es un genio y un gran hombre de Estado, y para otros un amoral, o mejor, un “idiota moral o simplemente un frívolo cínico. Pero quizá, desde el punto de vista negativo, lo que más se le acomoda es lo de “idiota moral”. Esta expresión da título a un conocido libro de Norbert Bilbeny en el que se analiza el holocausto alemán desde el punto de vista de la ética. Por extensión se aplica a la persona que a la que se le supone un buen coeficiente intelectual, pero que no distingue el bien del mal, o en todo caso, carece de un juicio permanente y coherente al respecto.

El idiota moral o amoral es un sujeto que toma decisiones sin distinguir el bien del mal en orden a criterios cambiantes de utilidad propia es decir, que lo mismo dice o hace una cosa o la contraria sin transición ni justificación. En política es un experto en el uso equívoco del lenguaje, como estos días hace Pedro Sánchez con relación a lo que justifica el indulto a los sediciosos catalanes, dando la vuelta a los conceptos como concordia, venganza, justicia o constitucional. Otros rasgos distintivos de este sujeto son que miente de manera habitual y que rompe el vínculo entre sus actos y su conciencia. Los propios turiferarios de Pedro Sánchez dicen de él, como cualidad, que “no se siente concernido por sus palabras, sino por sus objetivos”, o sea, que puede decir una cosa y hacer o decir la contraria.

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ERC aporta con sus trece votos estabilidad a Sánchez.

Pedro Sánchez es un ejemplo de libro del “idiota moral”, en cuanto no sólo miente con naturalidad, sino que refuerza su cinismo cuando es capaz de decir: “Siempre cumplo mi palabra, como me enseñaron mis padres”. La mera recopilación de cuanto vino diciendo sobre Podemos y Pablo Iglesias y el abismo que los separaba, y luego con el asunto del “procès” (“se cometió un delito de rebelión, las penas fueron justas y han de cumplirse íntegras” y los indultos) denotan ese uso utilitario de su propia conciencia sin otro estribo que sus propios intereses, seguir en la Moncloa, gracias entre otros a los 13 votos indispensables en los que manda el principal de los que van a ser indultados; es decir, el pago del favor a quienes le proporcionan la estabilidad que precisa.

Como era de esperar, quienes dentro de su propio partido discrepan se transfiguran no ya en traidores, sino en fascistas. Y como ocurriera con Mussolini, los suyos hacen suyo aquel eslogan conocido “Mussolini ha sempre ragione” (Mussolini siempre tiene razón”, que se expresa con la repetida divisa de sus seguidores “Yo contigo, Pedro”. Lo que ocurre es que uno se pregunta cuál es el criterio personal cuando analizamos la evolución diacrónica del mismo que confiesa que no dormiría teniendo en el Gobierno a un personaje que sostiene que “En Cataluña hay presos políticos y es partidario del referéndum para la independencia”, y en el siguiente acto lo eleva a él a su señora a ministros de su Gobierno.

"Yo contigo, Pedro"

Es decir, cuando sus partidarios dicen “Yo contigo, Pedro”, en qué momento del devenir de sus actos se sitúan. ¿Es que no tienen criterio ni juicio propio y asumen mansamente, sin usar su inteligencia, en la misma medida que Sánchez va diciendo una cosa y la contraria? Pues parece ser que sí. Una de las características y efectos del “idiota moral” es precisamente que impregna el contexto donde se desenvuelve, de suerte que, como en este caso, sus partidarios asumen con naturalidad su relativismo moral sobre cuestiones que exigirían una determinación propia.

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Pronto todos en la calle.

Hemos visto, como ejemplo, que ese relativismo moral da la vuelta a la realidad, como ha hecho la vicepresidenta Calvo con respecto a las causas que nos llevaron al llamado “conflicto catalán”. La responsabilidad no es de los que se alzaron contra la Constitución del Estado, sino de quienes trataron de defenderlo. Fueron Rajoy y su gobierno los que crearon el conflicto, al “judicializarlo”, aplicar el 155, tratar de impedir el ilegal referéndum y llevar a los tribunales a sus responsables. Y fue el propio Tribunal Constitucional al corregir determinados aspectos del Estatut de 2006, que borraban la ya escasa presencia del Estado en Cataluña. Todo lo cual se va a corregir ahora.

Sánchez sabe que la inmensa mayoría de los españoles y de los propios votantes de su partido están contra el indulto a los sediciosos, pero no es que no le importe, sino que ha puesto a trabajar a todo el aparato del Gobierno y el Estado en orden a imponer la gracia a los que pretendieron destruirlo, al tiempo que sus turiferarios dirigen su artillería contra el tribunal que los condenó y contra sus propios correligionarios contrarios a la medida. Nunca como ahora, en la historia de España, pese a los antecedentes, el indulto va a ser construido con tales cauciones que lo hagan digerible. Y eso pese a que elementos tan importantes en escena como los propios justiciables, la presidenta del Parlamento de Cataluña o alguno de los partidos esenciales de aquéllos consideren que el perdón que otorga Sánchez y que no han pedido es insuficiente e irrelevante, mientras se reiteran en los objetivos que llevaron a la cárcel a sus camaradas. En cierto sentido, los indultos van a ser un gran experimento social. Ya veremos con qué resultados. @mundiario

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