¿Es lícita la mentira de los políticos cuando beneficia a los ciudadanos?

Los seres humanos parecen predispuestos a la mentira. / RRSS
Los seres humanos parecen predispuestos a la mentira. / RRSS

No se sorprendan, porque en otros tiempos estuvo bien vista. Pensadores tan lúcidos como Platón admitían la mentira de los políticos cuando era en beneficio de los ciudadanos.

¿Es lícita la mentira de los políticos cuando beneficia a los ciudadanos?

Las críticas más duras dirigidas a los políticos suelen centrarse en la mentira, que puede revestir diversas formas: incumplimiento sistemático de promesas electorales; planteamiento de objetivos a sabiendas de que, por ser irreales, nunca podrán cumplirlas; ocultación de hechos; tergiversación de argumentos y hasta defensa a ultranza de no haber dicho lo que dijeron.

Sin embargo, pensadores tan lúcidos como Platón admitían la mentira de los políticos cuando era en beneficio de los ciudadanos. Maquiavelo, en su obra El Príncipe, ponía en boca de éste una afirmación que hoy escandaliza: ”Un príncipe prudente no puede ni debe mantener la fidelidad a las promesas, cuando tal fidelidad redunda en perjuicio propio.”

Es posible que nuestros políticos, conocedores del pensamiento de Platón, Maquiavelo y otros, se sientan honradamente identificados con esta forma de pensar y mientan con frecuencia buscando el bien de los ciudadanos; ¿cree usted lector que lo digo con ironía? Al fin y al cabo, dirán algunos de ellos, aquí estoy yo para resolver vuestros problemas y evitaros pensar.

Por lo que se ve, no están tan al corriente de las sarcásticas opiniones sobre este tema del escritor Jonathan Swift, acendrado defensor del desarrollo de la actividad política bajo el principio de la verdad.

Hoy, ellos mismos predican el valor de la transparencia, aunque se olviden de ella cuando conviene a sus intereses.

Todos ustedes recordarán infinidad de mentiras en forma de promesas electorales incumplidas, por lo que no les cansaré. Este comentario de hoy me lo ha suscitado el señor García-Page, presidente de la Comunidad de Castilla-La Mancha,  que suele hablar con tono docto, digno y circunspecto y con una leve inclinación de la cabeza que da a su discurso una apariencia de humildad y confianza.

A principios del pasado septiembre dijo literalmente por televisión que  “Los casos que nos han llegado (se refería a la covid-19) vinieron de la bomba radiactiva vírica que se plantó en Madrid.”

Naturalmente, con estas palabras quería incorporarse a la campaña  de su partido, de Podemos y del Gobierno contra la Comunidad de Madrid, para ir creando ambiente en torno a la moción de censura contra Díaz Ayuso.

Poco después rectificaba en forma de compadreo, quitando hierro a sus palabras; concretamente el día 25 de este mes Susana Grisso entrevistaba en Espejo Público al locuaz García-Page, y éste le pedía permiso para desmentir “lo que dicen que he dicho yo”. Y lo negó con descaro, con las habituales justificaciones: se han entendido mal mis palabras, como se puede comprobar repasando esas declaraciones. La periodista, complaciente no le recordó el suceso completo.

Esto se lo pueden permitir algunos, gracias a la mayoría de los periodistas de la mayor parte de los medios de comunicación. ”No hay mayor mentira que la verdad mal entendida”, según palabras del  filósofo William James. @mundiario

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