Las entrevistas aduladoras son habituales en muchos medios españoles

Un quiosco de Santander donde ya se anuncia que no hay prensa. / Mundiario
Un quiosco de Santander donde ya se anuncia que no hay prensa. / Mundiario
No solo presidentes autonómicos sino también ayuntamientos y diputaciones rivalizan en inserciones de ese tipo, que se añaden a los anuncios sin contenido informativo para justificar convenios de subvención. Tanta actividad pseudoinformativa está reñida con la transparencia.
Las entrevistas aduladoras son habituales en muchos medios españoles

Informa MUNDIARIO de que presidentes autonómicos financiaron con recursos públicos importantes entrevistas en un no menos importante medio británico. Aducen los interesados que las entrevistas, amables, formaban parte de suplementos informativos de su comunidad. Ya se sabe que los presidentes, como los alcaldes, tienen vocación por cantar las glorias de los productos y recursos de su territorio, siempre ofreciendo el mejor perfil personal posible. Lo general se confunde con lo particular excepto a la hora de pagar, donde no hay dudas.

La noticia solo puede sorprender a quienes no lean los medios de comunicación. Por todo el territorio abundan las inserciones publicitarias más o menos disfrazadas bajo pulcros epígrafes como “contenido patrocinado”. Fiestas populares, eventos conmemorativos, producciones industriales, agrarias o pesqueras, citas culturales o turísticas, cualquier excusa es buena para ofrecer unas páginas de información tan aséptica como irrelevante, ampliamente ilustrada con fotografías que no aportan contenido informativo en las que no faltan las palabras ni los rostros de quienes dirigen las correspondientes instituciones. La actividad está tan generalizada que los propios medios organizan la confección de dichos suplementos a partir de informaciones de gabinetes de prensa. Los ingresos publicitarios aumentan, los anunciantes están felices y se supone que los electores sobreentienden que leen publicidad y no información.

No solo presidentes autonómicos sino también ayuntamientos y diputaciones rivalizan en inserciones de ese tipo, que se añaden a los anuncios sin contenido informativo para justificar convenios de subvención. Tanta actividad pseudoinformativa está reñida con la transparencia. Suele ser imposible conocer el monto total de la publicidad oficial, cuidadosamente repartida entre muchos conceptos presupuestarios para dificultar el seguimiento. Y cualquier campaña publicitaria es también celosamente ocultada. Todavía habría que sumar las ayudas a las televisiones públicas que siguen un procedimiento algo más alambicado. Y aún las numerosas revistas no comerciales sin contenido informativo pero que soportan inserciones publicitarias de instituciones. El lector puede comprobar como prácticamente todos los días del año, se publican anuncios oficiales sin contenido informativo. Ya puede suponer el objetivo.

En España tenemos un problema con la transparencia de las Administraciones. Iniciada con mucho retraso sobre los países de nuestro entorno, sigue siendo un muro poco franqueable. Se ofrece la información que los poderes quieren, de la forma que quieren y cuando quieren. Forzar legalmente ese criterio no es fácil ni habitual. El lector puede comprobar por sí mismo la información que se ofrece en cualquier organismo, de los asuntos socialmente relevantes. Habitualmente discursos sin datos ni estadísticas. En esas condiciones, la reutilización de la información oficial, pagada con nuestros impuestos, para actividades privadas, ya sean con ánimo de lucro o sin él, es inviable.

Estos temas no estarán en el debate político previo a las elecciones. Además de lo anterior, los propios partidos políticos no son transparentes. Las iniciativas de la sociedad civil en favor de Administraciones públicas más transparentes y accesibles, son meritorias pero escasas. Desde las instituciones europeas a los municipios más pequeños, la transparencia desciende con el tamaño. Elevada en la Unión Europea, muy mejorable en el Estado o las comunidades, muy escasa en los municipios.

La campaña ha comenzado en el nivel propio de la política española: con algo tan metafórico como la cama: dormir o no dormir, acostarse con uno o con otro, cambiarla…Y así cincuenta días. Es comprensible que con el espacio que consumen esas nimiedades más el de los anuncios antes citados, el papel disponible para informaciones relevantes sea escaso. Los kioskos de prensa cierran aceleradamente, en grandes recintos como aeropuertos o estaciones ferroviarias va siendo difícil encontrar periódicos y con ello nuestro nivel de información, nuestra ventana diaria al mundo se empobrece.

En realidad deberíamos de pagar a los periódicos para que no insertasen publicidad, para que pudiesen dedicarnos todo el espacio posible para informar, explicar o entretener, sin necesidad de que las entrevistas aduladoras nos distraigan de lo que importa. Tampoco será tema de campaña. @mundiario

Comentarios