Un ensayo de la semana trágica: el asalto al Cu Cut

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Cu Cut.

Asalto por la fuerza de un grupo de militares en las sedes de la revista satírica “Cu Cut”. Llegados a la redacción del Cu Cut los militares prorrumpieron en vivas a España y a Cataluña española. Corría el año 1905

Un ensayo de la semana trágica: el asalto al Cu Cut

El profundo disgusto acumulado en el ámbito castrense barcelonés por la campaña “catalanista” y “antimilitarista” orquestada por un sector de la prensa catalana, culminó con el asalto por la fuerza de un grupo de militares en las sedes de la revista satírica “Cu Cut” y del diario “La Veu de Catalunya” (25 de noviembre de 1905).

Para comprender la trascendencia del suceso, hoy en día por muchos ignorado, expondremos a continuación las consecuencias directas que acarreó:

La caída del Presidente del Gobierno Montero Ríos y del Alcalde de Barcelona Bosh y Alsina.

Motivó la aprobación de La Ley de Jurisdicciones (1906-1931), que colocaba bajo jurisdicción militar las ofensas a la Patria, la Bandera y el Ejército.

Constató el creciente antimilitarismo existente en la sociedad española Recuérdese el tremendo impacto internacional que había suscitado el affaire Dreyfus. En España, esta circunstancia se veía acrecentada por dos puntos. En primer lugar, por el discriminatorio servicio militar que fomentaba que las clases más desfavorecidas monopolizasen el esfuerzo bélico y en segundo lugar por el empleo sistemático del Ejército como fuerza de represión, ante las cuantiosas manifestaciones y agitaciones callejeras.

Volviendo a la exposición de los hechos y manejando como fuente los diarios de la época, diremos que la acción fue protagonizada por un grupo aproximado de 400 soldados, “agrupados en masa”, en virtud del relato publicado por el rotativo Nuevo Mundo:

 “Llegados a la redacción del Cu Cut los militares prorrumpieron en vivas a España y a Cataluña española. A continuación uno de ellos reventó con un hacha la puerta de hierro, y un grupo entró por el boquete, mientras otro se mantuvo en la puerta para evitar que intervinieran ni policía ni paisanos. Al poco tiempo,  sacaron por la puerta la caja de caudales que fue entregada intacta al gobernador, además de múltiples objetos y enseres. Ante el edificio se formó con los libros un gran montón que se prendió fuego. De allí pasaron a La Veu de Catalunya, donde lograron acceder por el balcón, realizando igual tarea que en el Cu Cut” 

Rápidamente el Ministro de Guerra Weyler y el Fiscal General acudieron a Barcelona. Asimismo, el Gobierno dictaminó la suspensión de las garantías constitucionales, pero a pesar de estas acciones de carácter urgente, se sucedieron numerosos altercados entre los simpatizantes de las redacciones asaltadas y los abanderados de los militares vejados. En el ínterin, tuvieron lugar en la ciudad condal un buen número de manifestaciones. La protesta más numerosa señaló El País, fue “la formada por republicanos, marinos y militares de paisano que ondeaban banderas españolas y clamaban múltiples vivas a España y la integridad de la Patria”. Esta concentración era “contestada” desde diferentes lugares por “gritos sediciosos”.

En otros puntos de la capital catalana, crecía la crispación al contemplarse “en diferentes lugares bajo la bandera catalanista carteles con frases ofensivas para el Ejército”. El clima se encrespó todavía más al hacerse público “un  mensaje de protesta enviado por la LLiga al gobierno de Estados Unidos”.

En Madrid produjeron “enorme impresión las noticias de Barcelona”, siendo unánime la indignación contra los separatistas catalanes. Se subrayaba “la impaciencia vivísima por conocer detalles de lo ocurrido, y desde las primeras hora de la mañana se observó gran movimiento en los Círculos en que concurren políticos y periodistas”.

La prensa nacional se mostró unánime a la hora de mostrar un amplio fervor patriótico respaldando la acción del Ejército. Comprobemos seguidamente una serie de reveladores ejemplos a través de extractos de diferentes publicaciones:

 “Las ofensas al Ejército son ofensas a la Nación, además de agravio a la Patria y sus defensores. No es una cuestión militar es una cuestión nacional. Cuando se maldice a la Patria, todos los que en ella han nacido han de sentir que la ofensa llega a lo más hondo de sus corazones. El último rasgo de decadencia, la prueba definitiva de abyección es la indiferencia ante estos insultos (…) No se ha escrito en los anales de las luchas humanas páginas más despreciables que ésta del separatismo catalán” . El Imparcial

 

 “Los separatistas comprenden que el escudo de la integridad de la Patria es el Ejército. Mientras su prestigio subsista, será un baluarte inexpugnable opuesto a toda aspiración criminal de mutilar la patria española. De aquí el odio que los separatistas catalanes profesan al Ejército (…) Somos los republicanos los que sentimos con mayor viveza el amor a la Patria y en ese sentimiento comulgan con nosotros los militares (…) La iniciativa de la propuesta ha partido del Ejército, los republicanos les secundamos enérgicamente. (…) Los separatistas proceden en línea recta del viejo absolutismo, son clericales, partidarios del Vaticano. Las sacristías y los conventos son focos permanentes del separatismo”   El País

 

 “Toda la responsabilidad hay que cargarla sobre los insensatos que reniegan de la madre Patria, y que quieren ponerse al amparo de una potencia extranjera, llevados de criminal locura” El Nacional

 

 “No aprobamos la actitud de los militares, pero estamos muy lejos de condenarles y, sobre todo, de imputarles responsabilidad”  El Diario Universal

 

 Para concluir la narración quisiera resaltar las palabras del diario conservador “La Época”, haciendo un llamamiento a la cautela. Planteamiento digno de destacar en medio de aquel contexto de colosal exaltación y acaloramiento:

 

“Excusado es decir con cuanta parsimonia ha de moverse la Prensa, cuantos frenos hay que echar al sentimiento, con qué esmero hay que procurar que en el examen de todo ello sólo intervenga la inteligencia (…) A las vehemencias de los impotentes rabiosos hemos de oponer la calma reflexiva de las fuertes. Todos debemos sacrificar los impulsos”

 

 

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