Los enfrentamientos entre ministros destapan las intrigas dentro del PP

Luis de Guindos, Soraya Sáenz de Santamaría y Cristóbal Montoro.
Luis de Guindos, Soraya Sáenz de Santamaría y Cristóbal Montoro.

Las bases de las dos fuerzas políticas mayoritarias, por las circunstancias que rodean a sus cúpulas, de no cambiar las cosas, podrían pasar de las europeas y condicionar sus resultados.

Los enfrentamientos entre ministros destapan las intrigas dentro del PP

Los enfrentamientos entre los distintos miembros del Gobierno Rajoy- esta pasada semana afloraron como nunca lo habían hecho hasta ahora- comienzan a ser ya preocupantes. Soria y Montoro no se llevan; Montoro y Luis de Guindos se miran de reojo y éste último olvida que la ministra de Trabajo es Fátima Báñez, al igual  que Jorge Fernández parece que no  ha querido enterarse que los jueces son los que deciden cuando hay que “dar la patada en la puerta” porque “en la boca de la democracia“, solo el Parlamento tiene capacidad para decidirlo. Así lo ha entendido Gallardón dando el  “cambiazo” en la elección de miembros del Consejo del Poder Judicial, por más que en el programa electoral lo anunciara de otra forma y la Constitución lo establezca de manera diferente. Y por si todo lo dicho no bastara, va la vicepresidenta, Saénz de Santamaría, y vota favorablemente la reprobación a  Wert, como la izquierda pretendía, por no ser santo de su devoción, al retirarle los privilegios que sobre este campo mantenía y demostrarle, al mismo tiempo, que su capacidad movilizadora, en este  mundillo, no es tan grande como algunos medios pretenden.

 La preocupación no alcanzaría tal magnitud si no fueran esos enfrentamientos reflejo fiel, como diría un auditor, del acontecer dentro del partido que lo sustenta: los liberales, los del “clan Valladolid”, los resentidos del congreso de Valencia-¡ya les dura!- y los “amigos íntimos”  del Presidente, sin olvidar los “tácitos” de Bárcenas, están generando tales “movidas” internas que ya se detectan, con los ojos cerrados, en los más recónditos lugares de la geografía hispana, simplemente por su hedor.

Las elecciones al Parlamento Europeo serán la primera prueba para sus líderes. Por lo que se palpa en los ambientes municipales, como no se mojen los propios candidatos, los resultados de las encuestas se quedarán raquíticos. Cuando la estructura básica de un partido – la más básica es la agrupación local que generalmente está presidida por el alcalde del concello- no se mueve y el candidato escasamente lo conocen sus familiares, el resultado no puede ser otro que el esperado por las bases, que si están agradecidas a alguien, no es precisamente a aquellos que con sus disputas varias van, paulatinamente, deteriorando la imagen del partido. Algunos gobiernos autónomos, como el gallego, con esos grandes experimentos en sanidad, entre otros, mientras tardan meses y meses en atender a los afiliados del Sergas, también están ayudando a conseguir dichos objetivos.   

 El experimentado Rubalcaba, por otra parte, que quiere a los socialistas catalanes “tal como son” – ¿qué son? – quizás añorando su épocas de docente, se pasa los días dando lecciones magistrales – unas quedan en intento y otras podía evitarlas por su despreciable contenido- ayer domingo, concluía que, ”un partido que ha delinquido pretende hacer delincuentes a los ciudadanos”. Se refería a lo que está haciendo el PP, sin duda recordando el “milagro financiero” del partido de su juventud o, el actual, de su querida central sindical. La contundencia de los ejemplos no precisa de mayor ratificación. Tampoco las bases del PSOE están tan animadas frente a las contiendas electorales que se avecinan. La de las europeas arrojará un resultado parecido al que va a cosechar el PP.

 No por el fracaso de las dos fuerzas mayoritarias, si no cambian y su líder es capaz de poner orden y concierto en todas sus acciones, van a salir beneficiadas las demás, llámense IU, UP y D, C I U, PNV, etc. Es  cierto que disfrutamos de un paisanaje que asombra por sus rápidos cambios; pero ahora está  tan desconcertado, porque la situación no es para menos, que la abstención puede saciar la casi totalidad  de sus aspiraciones. Menos mal que queda una amplia franja de indecisos, gracias a los que, si se acaban los cachondeos de unos y otros y el país se pone a andar, aún pueden conseguir que no se pierda la esperanza en un futuro mejor.

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