¿Encerrarían los periodistas y dibujantes de La Codorniz a Sánchez en “la cárcel de papel”?

Pedro Sánchez, ex secretario general del PSOE. / Mundiario
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. / Mundiario

Está en su derecho de negar su apoyo al candidato popular, pero podía aprovechar la reunión como una oportunidad para buscar alguna salida al bloqueo político poniendo sus condiciones. Eso sería una “abstención crítica”.

¿Encerrarían los periodistas y dibujantes de La Codorniz a Sánchez en “la cárcel de papel”?

La Asociación de Humoristas Españoles celebró en junio el 75 aniversario de La Codorniz, aquel semanario surrealista que reflejaba en clave de humor la dura realidad de la sociedad española y ayudó a muchos compatriotas a sobrellevar los tiempos políticos de la dictadura y económicos del racionamiento –¡aquella sí que era precariedad!–  que a duras penas permitían subsistir.

Hasta su desaparición en 1978, “la revista más audaz para el lector más inteligente" mantuvo la sección "La cárcel de papel", unas páginas a las que enviaban a personajes de la época, desde cómicos y escritores hasta algunos políticos –pocos porque la censura estaba muy activa–, que el tribunal formado por periodistas y dibujantes ingeniosos  declaraban "culpables" por alguna impertinencia, estupidez o salida de tono.

Los humoristas de La Codorniz tendrían hoy problemas de espacio para acomodar a tanto impertinente y mediocre que pulula por el suelo patrio, sobre todo después de la irrupción de las redes sociales. Pero seguro que la víspera del debate de investidura   habilitarían una celda para “encerrar” al líder socialista porque, nada más salir del encuentro que mantuvo con el presidente del Gobierno en funciones, largó urbi et orbe que aquella reunión era "perfectamente prescindible" –a ver qué juicio le merece la conversación de ayer– , expresión que encierra tanta arrogancia como desprecio a los ciudadanos.

El “jefe de la oposición” merece ir a “la cárcel de papel” por calificar así la reunión con el jefe del Gobierno y no aprovecharla como una oportunidad para buscar alguna salida al bloqueo político exigiendo como condición introducir las reformas de su programa que considere oportuno. Eso sería una “abstención crítica”, una forma de influir en el Gobierno que en democracia es hacer política, y un aval para presentarse como alternativa. Con todo, está en su derecho de negar el apoyo y la abstención al candidato popular.

Dicho esto, el último lunes de agosto el país constató de nuevo el profundo desencuentro entre Rajoy y Sánchez que mantienen las formas disimulando el odio que se profesan. Llegados a ese nivel de aversión personal, quizá sobran los dos en este  “corral político” porque padecen lo que don José Ortega llamó “hemiplejía moral”, la miopía mental que afecta a políticos de la derecha y de la izquierda, como ellos, que son incapaces de pensar y actuar más allá de su ideología. Ni siquiera por el interés general. 

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