En España hacen falta política y partidos comprometidos con el servicio a la ciudadanía

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.
Estamos en una etapa durísima, donde la gente necesita creer, necesita tener esperanza, y necesita apreciar que el único interés de los políticos, sean del signo que sean, es salir adelante, juntos.
En España hacen falta política y partidos comprometidos con el servicio a la ciudadanía

Quo vadis...? Podríamos repetirnos esa locución latina de manera incesante buscando una respuesta a modo de oración, y por desgracia, a día de hoy, no la hallaríamos. No sé si los demás sienten el vacío que siento yo cuando a diario te levantas por la mañana con la mejor de las actitudes y poco a poco a medida que avanza el día vuelves a caer en la incertidumbre de hacia dónde vamos, o lo que es peor, la certidumbre de que vamos mal, muy mal, y no hay hoja de ruta ni plan global que remedie el camino de España hacia el abismo. Estamos a la deriva, y vivimos en crisis.

Hace unos años, cuando estalló la crisis, uno podía mirar a su alrededor y no percatarse siquiera de que estábamos tan mal, luego la crisis se acercó irremediablemente a nuestro círculo, en tu entorno comenzabas a tener amigos y familiares en el paro, veías tiendas de toda la vida cerrar, liquidar su negocios, luego vinieron los dramas de los desahucios, las hipotecas y alquileres que no se pueden pagar, saltó el escándalo de la estafa de las preferentes, las personas desesperadas comenzaron a quitarse la vida...

Los recortes que nos venden desde el Gobierno como imprescindibles para salir adelante se ceban con los menos favorecidos pero también con la clase media, esa que tanto nos costó construir entre todos a lo largo de estos últimos años. Y el panorama a corto y medio plazo es desolador: ni una medida por parte del Gobierno para incentivar el empleo -incentivar los despidos con leyes absurdas no es incentivar el empleo- , inyecciones de dinero a bancos y cajas sin someterlo a la exigencia de destinar gran parte del mismo a facilitar créditos a pymes y empresarios, ni la más mínima exigencia a Europa de tiempo, tiempo para salir de ésta, tiempo para reestructurarnos, tiempo para recuperarnos, sin tener que acometer medidas que sólo agravan la enfermedad del enfermo.

Va siendo hora de recuperar la política, con mayúsculas, y de que quienes tienen el honor de ocupar un escaño en la cámara de representación del pueblo, sean del partido político que sean, y los que tienen aún mayor honor de ser ministros del Gobierno de la nación o incluso jefe del Ejecutivo de España, tomen conciencia de su responsabilidad y logren, entre todos, buscar una hoja de ruta que no sea la impuesta por Europa. De lo que se trata es de salir de la crisis, no de dedicar tiempo y esfuerzo en sacar adelante leyes como la de educación y el aborto, para desviar la atención, y para complacencia de la Santa Sede, con la que nos seguimos topando varios siglos después de que El Quijote ya nos lo advirtiera.

Hace falta política. Y para ello necesitamos partidos políticos comprometidos con el servicio a la ciudadanía y no a sus propios intereses, porque la política la realizan los partidos políticos, y mientras éstos salgan en los medios por sus problemas de organización, luchas cainitas, sospechas de financiación irregular, el ciudadano no tendrá a quién mirar, no tendrá en quién confiar...

Estamos en una etapa durísima, donde la gente necesita creer, necesita ver bases, necesita tener esperanza, y necesita apreciar que el único interés de los políticos, sean del signo que sean, es salir adelante juntos, como pueblo. Ya lo hemos hecho antes. La historia de España está escrita con tinta de sangre y mucho sufrimiento.

Hoy en día la desesperación se ha adueñado de la ciudadanía más oprimida, es hora de parar y reflexionar para cambiar de política. Es hora de sentarse, es hora de tomar conciencia, es hora de consensuar y es hora de defender lo que tanto nos costó construir y no sacrificarlo por leyes al servicio de bancos, grandes empresas y la Santa Sede, al amparo de una severa hoja de ruta repleta de  imposiciones de una Europa sin rumbo ni estrategia política.

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