El empresariado catalán se abre paso una vez que el independentismo pospone su objetivo final

Imagen de #2021RCE- La gran reconstrucción. / Círculo de Economía de Barcelona
Imagen de #2021RCE- La gran reconstrucción. / Círculo de Economía de Barcelona
Cataluña se propone volver a ser la locomotora económica de España, para lo cual necesita superar en PIB a Madrid, su gran adversario.
El empresariado catalán se abre paso una vez que el independentismo pospone su objetivo final

El empresariado catalán ya ha visto la oportunidad de aprovechar la distensión política entre Barcelona y Madrid para jugar sus bazas, de ahí que el influyente Cercle d’Economia de Barcelona condene tanto los “experimentos unilaterales” como el liderazgo de Madrid como “aspiradora” del resto de España. Fue su mensaje en vísperas de recibir al rey Felipe VI, al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y al de la Generalitat, Pere Aragonès; algo revueltos todavía, pero con la garantía de que Aragonès y el Rey coincidirán en un acto privado con empresarios coreanos en Barcelona.

Los grandes patronos saben que se va a producir un compás de espera y que mientras tanto hay que seguir haciendo negocios. Vuelve el pragmatismo y con él una cierta realpolitik.​ 

Desde fuera de Cataluña y Madrid también podría construirse un discurso alternativo con una especie de café federal para todos y no solo para dos, pero no parece que haya nadie capaz de hacerlo. Euskadi ya tiene lo que Cataluña ambiciona, a Madrid le va bien –superó a Cataluña por PIB– y Andalucía tiene el empuje de ser la comunidad más poblada pero su peso económico no es proporcional. Galicia, en este escenario, no suele jugar: ni tiene estrategia ni tamaño para ser decisiva, mientras que la otra gran comunidad, la valenciana, se siente cortejada tanto por Madrid como por Cataluña, con las que forma un eje económico importante.

¿Por qué la Cataluña independentista ha decidido hacer un alto en el camino? Hay muchas razones para ello, y no solo políticas, sino también sociales y económicas. En Barcelona temen que la polarización política se vuelva corrosiva y saben que ahora no toca repetir el fiasco de 2017, sino hacer las cosas bien para que si hay un nuevo intento salga bien.

Nadie quiere quemar sus naves: el independentismo pospone su objetivo final, el PSOE arriesga y los grandes empresarios catalanes definen el nuevo marco de juego para recuperar posiciones perdidas 

El nacionalismo cultural y político suele exigir un cierto poso y, por tanto, un mínimo de historia. Tarda en construirse para poder consolidar una base social amplia y no suele ser revolucionario ni populista. Un caso paradigmático sería el del PNV, el gran partido de la centralidad política en Euskadi. Por el contrario, el independentismo, si bien parte de un germen nacionalista, puede llegar a ser todo lo contrario: una elite moviliza a mucha gente que, sin ser necesariamente nacionalista, abandera la causa independentista frente a un enemigo que se supone común. Tanto en Junts como en ERC se observan rasgos así, sin dejar de ser cierto que en sus cúpulas también hay intelectuales nacionalistas.

El rápido crecimiento electoral de ERC, ahora partido de gobierno en la Generalitat de Cataluña y hace bien poco una fuerza política minoritaria, junto con la deriva del nacionalismo catalán de centroderecha, hasta desembocar en Junts, permiten apreciar su aparente fortaleza –juntos tienen mayoría parlamentaria, reforzada por la CUP– y, a la vez, sus pies de barro. De alguna manera lo admite el propio Oriol Junqueras, el líder de ERC, cuando apela a la necesidad de una “mayoría incontestable, plural y transversal” para obtener el derecho de autodeterminación por parte del Estado. Quiere la independencia, pero sabe que le falta poso, lo que le obliga a descartar –por ahora– la vía unilateral. Quiere ganar tiempo para hacer mejor su trabajo, mientras la institución empresarial catalana reclama consensos: léase espacios de negocios para que Cataluña recupere la condición de locomotora de la economía española.

El tiempo, que siempre es un factor clave en la política, dirá quien acierta, pero de momento nadie pierde: ha comenzado una tregua, que no la paz. @J_L_Gomez

AL ALZA

El Cercle

En el compás de espera que se abre en el conflicto político catalán, Pedro Sánchez seguirá en la Moncloa con la esperanza de convertir al PSOE en lo que fue, Oriol Junqueras saldrá de la cárcel y preparará a los catalanes ‘indepes’ para una carrera de fondo y los empresarios catalanes, guiados por el influyente Cercle d’Economia de Barcelona, se dedicarán a lo que suelen saber hacer. En todo esto el PP apenas juega, ya que en Cataluña pinta poco, pero podrá meditar sobre un cambio de estrategia. 

A LA BAJA

La tensión 

El Círculo de Economía barcelonés ultimó la XXXVI Reunión Cercle d’Economia (RCE) que arranca este miércoles bajo el título La gran reconstrucción. Retos y oportunidades para la empresa, la economía y la política. Será el escaparate de la distensión en España. Por allí desfilarán desde el jefe del Estado hasta el presidente de la Generalitat pasando por el presidente del Gobierno y dos vicepresidentas, el presidente del PP y, por supuesto, el gran maestro de la ceremonia, Javier Faus, presidente del Cercle d’Economia. 

–––––––––– PROTAGONISTAS ––––––––––

> Phillip Hildebrand, vicepresidente de BlackRock.- Este importante financiero de origen suizo será una de las estrellas de la RCE, la reunión anual del Cercle, que comienza este miércoles en Barcelona. Representa a la empresa de gestión de activos más grande del mundo. Su sede está en Nueva York.

> Ana Botín, presidenta del Santander.- Encabezará la representación de la banca en la XXXVI Reunión Cercle d’Economia (RCE). Es la líder del primer banco español en el mundo. También estará José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Caixabank, líder de la banca doméstica.

> Pablo Isla, presidente de Inditex.- Será uno de los referentes del empresariado español en la cumbre del Cercle, donde coincidirá con José Mª Alvarez-Pallete, presidente de Telefónica; Francisco Reynés, presidente de Naturgy, y Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol.

> José María Álvarez, líder de UGT.- El secretario general de la Unión General de Trabajadores, catalán, no se sentirá solo en la reunión del Cercle. También estará la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, probable candidata electoral de Podemos. @mundiario

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