Francia frena el populismo de Le Pen y opta por Macron, que promete proteger a Francia y a Europa

Emmanuel Macron, nuevo presidente de Francia. / FB Emmanuel Macron
Emmanuel Macron, nuevo presidente de Francia. / FB Emmanuel Macron

El triunfo del aspirante centrista por algo más de 31 puntos porcentuales de distancia no refleja precisamente que Francia apoye su proyecto, sino que quería evitar a toda costa un triunfo de la xenófoba líder del Frente Nacional.

Francia frena el populismo de Le Pen y opta por Macron, que promete proteger a Francia y a Europa

Francia y la Unión Europea dormirán en paz esta noche. Las elecciones francesas han dado una bocanada de oxígeno y moral al continente tras la victoria de Emmanuel Macron, un candidato emergente de 39 años con un proyecto europeísta y liberal de esos que conmueven el corazón de Bruselas. Su triunfo hace retroceder a la ola populista desatada desde el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos el último 8 de noviembre, antecedido por el Brexit del Reino Unido en el verano del año pasado. El centrista líder del partido En Marché! dejó sin opciones a la eurófoba Marine Le Pen, la versión francesa de Trump. Esa relación ideológica casi intrínseca con el mandatario estadounidense jugó en favor del aspirante centrista, quien sacó tajada de la ola de rechazo hacia la que fue su gran rival. Francia ha dado un serio no al populismo.

El nuevo presidente de Francia sumó un 65% de los votos, llevándose por delante el 35% de Le Pen, de acuerdo a las estimaciones iniciales. Se trata de la segunda victoria electoral más amplia en la historia de la Quinta República Francesa. La primera fue en 2002 y tuvo como protagonistas al conservador Jacques Chirac y al padre de Marine, Jean-Marie Le Pen. No puede ser coincidencia.

El populismo vive su momento de auge en la actualidad, propiciado y esparcido por varios movimientos y líderes que han puesto en entredicho a la política tradicional y a sus totems. Los políticos han colmado la paciencia de las sociedades. El escepticismo y el rechazo al capitalismo de libre mercado y el orden liberal internacional ha sido más que lo que los habitantes de distintos países pueden tolerar, sumado a la grave crisis de identidad que atraviesa Europa y el creciente miedo y rechazo a los inmigrantes y refugiados. Francia ha votado este domingo contra el miedo a todos esos factores, que son los que nutrieron el discurso y ascenso de Le Pen.

El triunfo de Macron era casi imposible hace unos meses. Sin ir tan lejos, a principios de año nadie hubiera creído que uno de los grandes socios de la Unión Europea votaría por un hombre de apenas 39 años -que se convertirá en el presidente más joven en la historia de su país- con tendencias europeístas y liberal confeso, un fuerte creyente en las virtudes de la globalización y partidista de abrir las fronteras a las personas y las mercancías. Pero lo han hecho pese a los pasos de gigante de Trump y al proceso de divorcio que conducen el Reino Unido y Bruselas.

Encima de todo, se trata de un hombre que se movió a sus anchas como banquero de inversiones, que aspiraba al Elíseo casi una década después del desplome del Lehman Brothers, que propició la Gran Recesión. Encima, fue ministro de Economía del presidente con los más altos índices de rechazo en la historia de Francia.

Pero nada detuvo la visión de Macron. Ascenderá al poder como el octavo presidente de la Quinta República. Su toma de posesión se celebrará esta semana y deberá nombrar en los próximos días a quien será su primer ministro. Tomará el relevo de quien fue su principal padrino político, Francois Hollande, de quien se liberó para crear su propio partido.

En su camino, el cauce de las aguas políticas se torcieron en su favor. De entrada, Nicolas Sarkozy y Manuel Valls, dos auténticos pesos pesados de la política local, cayeron derrotados en sus elecciones primarias. Posteriormente, el más grande y el principal favorito al Elíseo, Francois Fillon, se vio envuelto de un día para otro en un serio linchamiento político y mediático a raíz de unos pagos hechos a su esposa mientras era Parlamentario pese a que aquélla no fungió nunca en ningún puesto legislativo, e incluso por la reticencia de Hollande de acudir nuevamente a las urnas. También sacó provecho del codiciado centro político para sumar a su causa a dos tercios de los franceses este domingo.

Su estrategia entró perfectamente en un panorama en el que el país estaba desquiciado con la política tradicional, por lo que una figura emergente pero moderada como la suya satisfacía el hambre de renovación de los franceses. Bebió del seno del statu quo y fue él también el que lo rompió. Se alejó del Partido Socialista, su alma máter, justo cuando éste era una olla de presión y se dedicó a jugar con las emociones de su país, exasperado por el hartazgo de los líderes políticos tradicionales y las viejas estructuras del poder local. El país nunca había sido más cosmopolita y educado, nunca había tenido tampoco unos ingresos tan elevados y unas metrópolis tan globalizadas, pero también hay que decir que la parte rural es la que menos ha sufrido los empujes del capitalismo tradicional, rescata El País.

Parte de los votantes optaron por Macron en un ejercicio de adhesión; otro alto porcentaje son ciudadanos que simplemente no querían a Le Pen, punto. Son votos prácticamente regalados, por lo que los resultados abrumadores no quieren decir que el nuevo mandatario tenga vía libre para gobernar a sus anchas.

Francia cuenta con su sistema a doble vuelta y eso lo diferencia de otros países que sufren el avance del populismo. Pese a que la primera vuelta fue de Le Pen, en la segunda el país hizo piña y dejó claro que no quieren a un personaje como la líder del Frente Nacional en el poder. La derrota, con todo y las matices de la victoria de Macron, debería llamar a su líder a reflexionar y pensar exactamente cuál es su lugar en el mundo. Con todo, no se puede ignorar tampoco que fue avalada por millones de votantes, algo que la ha motivado a convertir a su partido en el principal frente opositor. También juega en su favor que la abstención llegó hasta más del 30%, es decir, los franceses prefirieron no votar a evitar a que Le Pen ganara los comicios. Sus anticuerpos empiezan a menguar.

El nuevo Elíseo también deberá hacer frente a la senda oposición que encontrará de ambos bandos del espectro. Izquierda y derecha presentarán con casi total seguridad cualquier tipo de obstáculo para frenar los grandes proyectos de Macron. De entrada, el primer escollo será la selección del primer ministro. El candidato favorito para ello es François Bayrou, un peso pesado del centrismo francés. Bayrou deberá someterse al escrutinio del Parlamento, que a su vez celebrará elecciones legislativas en junio.

Así las cosas, este triunfo no es grande por el logro de Macron y su proyecto político, sino porque salvo a Francia de abandonar la Unión Europea y la eurozona. Francia frena, pues, el populismo de Le Pen y opta por Macron, que promete proteger a Francia y la UE.

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