Momentos trascendentales en la debacle venezolana

Caracas, capital de Venezuela.
Caracas, capital de Venezuela.

La pregunta que todos se hacen es si Venezuela puede salir o no de este laberinto. La posibilidad de una solución constitucional negociada que alguna vez sugirieron desde Europa no tiene asidero con la continuidad de Maduro.

Momentos trascendentales en la debacle venezolana

La semana pasada, Nicolás Maduro inauguró su segundo mandato al frente del gobierno venezolano hasta 2025. Una hora y media después, el presidente de la Asamblea Nacional –el parlamento venezolano que ignora el gobierno de Maduro–, Juan Guaidó, brindó una conferencia en la que desconoció la autoridad del presidente y llamó a las Fuerzas Armadas para que “hagan valer la Constitución”. Mas tarde, la OEA emitió un comunicado pronunciándose en contra del nuevo período de Nicolás Maduro. Como si fuera poco el dólar libre en Venezuela continúa su devaluación, alcanzando más del 50%. Todo eso que en algunos países lleva meses y años ocurrió en un plazo de 24 horas fatídicas para el pueblo venezolano. Esta serie de sucesos son un pequeño acercamiento para poder poder comprender de que va realmente el laberinto venezolano.

Por lejos, Nicolas Maduro (o "el viajante del futuro") encabeza el peor gobierno de la historia, con un régimen que deambula en la incertidumbre y nula proyección de políticas públicas a corto plazo. Soñar con algún desarrollo de políticas públicas a largo plazo resulta utópico, en el actual contexto del país. El Gobierno controla todos los estamentos del poder político y judicial, mientras la sociedad está quebrada y vacila entre la escasez de alimentos, la ausencia de productos básicos y el total deterioro de los servicios sanitarios. Situación que padecen aquellos que se quedaron y no forman parte de los casi cuatro millones de venezolanos que tuvieron que marcharse al exilio.

En el medio de tanto embrollo, Maduro jura ante el Tribunal Supremo de Justicia en lugar de hacerlo frente a la Asamblea Nacional que preside Guaidó, en un verdadero marco de anomalía constitucional. En la irracionalidad venezolana, subsisten dos parlamentos: la mencionada Asamblea Nacional, que fue declarada en desacato por Maduro y la Asamblea Nacional Constituyente (la “oficial”, por así decirlo) que despojó de su poder a los legisladores legítimamente elegidos, en un mamarracho más que denota una clara ausencia de división de poderes.

Todavía perdura la construcción del falso relato revolucionario con el que Maduro atosiga a los ciudadanos con la idea del “pueblo libre y decidido a defender su libertad, cueste lo que cueste”. Ese “cueste lo que cueste”, mas propio de la locura barrabrava que de la manera de gobernar un país, demuestra la inmunidad del presidente a aquellos 100 días de manifestaciones de 2017 que dejaron más de 90 muertos, casi 1.500 heridos, 5.000 detenidos, entre otras cosas. Todavía existen algunos periodistas y políticos en nuestro paísque desfilan en los programas de televisión hablando de la lucha venezolana, de la huida de la opresión de la globalización y niegan la dictadura que allí se ha concebido. Ese discurso de izquierda atemporal e impropio de los tiempos que corren para un país que está política, económica, social y culturalmente arruinado.

En el plano internacional, no todos son reveses para el gobierno venezolano. Rusia, China y Turquía apoyan el régimen de Maduro, situación que también encuentra su correlato en Bolivia y Nicaragüa, refrendando el dicho “dime que amigos tienes y te dire quien eres. Vladimir Putin, Xi Jinping, Recep Tayyip Erdogan, Evo Morales y Daniel Ortega, para ponerlo en nombres propios. No son los pueblos los que apoyan esta dictadura sino los políticos de turno, ya sea por la obtención de fastuosos beneficios económicos o compatibilidad ideológica. La declaración de la OEA va en sintonía con la advertencia de la Unión Europea, quien lamentó la investidura de Maduro tras consagrarse en “elecciones no democráticas”.

A la ausencia de la división de poderes hay que sumarle la asfixia mediática local, que comenzó con la sanción de la polémica Ley de Responsabilidad Social y continuó con la “Ley Mordaza” y la constante violación de los derechos humanos, que forman parte de un escenario dictatorial en el que millones de venezolanos están siendo sometidos.

La pregunta que todos se hacen es si Venezuela puede salir o no de este laberinto. La posibilidad de una solución constitucional negociada que alguna vez sugirieron desde Europa no tiene asidero con la continuidad de Maduro. Guaidó llamó a las fuerzas armadas a la lucha contra “lo que no fue producto del voto popular”, en un mensaje que apeló más a lo emocional que a lo real pero que devela toda una declaración de principios. Este llamado constituye un primer paso de la estrategia de debilitar al gobierno de Maduro en su principal bastión: el militar. Asimismo, la oposición venezolana deberá construir inmediatamente un líder con apoyo unánime de la Asamblea Nacional y encontrar los caminos democráticos que lleven al gobierno a la inevitable negociación. La instancia del diálogo se puede reflotar ante este panorama. Llegado el caso de no poder ir por dicho andarivel, se deberá actuar en el marco del derecho internacional y no con una intervención militar. Son momentos trascendentales en la debacle venezolana y todos debemos apoyar el camino de la democracia. Ojalá que Venezuela pueda encontrar la salida a este laberinto al que ingresó por la insensatez del populismo. @mundiario

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