El Gobierno de Rajoy sigue olvidándose de los investigadores y de la ciencia

Mariano Rajoy y todo su gabinete se han tomado muy en serio la árdua tarea impuesta por la omnipresente Angela Merkel y, como obedientes y disciplinados alumnos, han cumplido sus deberes de manera escrupulosa; inspirándose para ello en el papel de Eduardo Manostijeras versión neoliberal.

En su afán por deprimir el gasto público, sus dedos, dotados de afiladas y punzantes tijeras, se han propuesto hasta recortar los cerebros de talentos nacionales. Medida poco acertada si tenemos en cuenta que una nación debe promover e incentivar su mayor activo: el conocimiento. Sólo a través del conocimiento, un país es capaz de inyectar a la economía de competitividad, innovación tecnológica, poner al país a trabajar eficientemente en términos cuantitativos y cualitativos y, en definitiva, a incorporar, de rebote, a las arcas públicas un valor añadido bien merecido.

A pesar de las circunstancias, el Gobierno parece no querer bajarse de esa especie de Olimpo en el que vive y se empecina en aplicar, como única medida contra el déficit, un pretendido sentido común. Sentido que debe tener distorsionado –o ausente – al arrastrar a españoles talentosos a investigar fuera de España. Al gallego nombrado mejor físico europeo del año, el Gobierno le deniega una beca Ramón y Cajal, y una investigadora valenciana, víctima de un ERE, se marcha a trabajar a Oregón para colaborar en un estudio científico sobre clonación de células madre humanas.

Como decía John Stuart Mill, “el valor de una nación no es otra cosa que el valor de los individuos que la componen”. Viendo este tipo de actuaciones por parte del Gobierno, todo parece indicar que no ha hecho uso de tan nobles pensamientos, o de lo contrario, la banda está borracha... ¿O no?