El difícil encaje de Cataluña en España requiere que Madrid mueva ficha

El presidente de la Generalitat de Cataluña, el nacionalista Artur Mas.
El presidente de la Generalitat de Cataluña, el nacionalista Artur Mas.
Desde la perspectiva de los intereses políticos y económicos españoles -recordemos que Cataluña representa el 19 % de su PIB-, la aventura independentista no es, obviamente, una buena salida.
El difícil encaje de Cataluña en España requiere que Madrid mueva ficha


El mosaico con la leyenda 'Freedom for Catalonia' cubrió el Camp Nou. Una parte de Cataluña quiere la independencia. Otra, no. ¿Se construye así una nación en el siglo XXI? El periodista de El País Xavier Vidal-Folch, que acaba de publicar el libro '¿Cataluña independiente?', lo tiene claro: "Ningún país se ha construido desde la exclusión de una parte".

¿Se agotó el seny y la cultura de la ética en Cataluña? Seguramente no. Sucede más bien que la crisis ha acelerado el llamado proceso soberanista sobre dos pilares: uno es la convicción de muchos catalanes que piensan que el Estado trata injustamente a Cataluña y el otro es la traducción en escaños de los votos soberanistas, en claro aumento en las últimas elecciones. A día de hoy 74 escaños son genuinamente soberanistas y 48 no soberanistas.

Ni siquiera la corrupción en las filas nacionalistas de Mas ha eclipsado el proceso

Los soberanistas de ahora (CIU+ERC+CUP) suman menos que lo que sumaban dos años antes con Joan Laporta, pero hay una novedad importante: CiU no se presentó en 2010 con un programa soberanista y en 2012 sí, como observó el notario Juan-José López Burniol en La Vanguardia. Dicho en pocas palabras: la erosión de CiU no erosiona al sector soberanista. Y ni siquiera la corrupción en las filas nacionalistas de Artur Mas ha eclipsado el proceso.

La clave tal vez esté en el punto de encuentro de ese 75 por ciento de los catalanes que se definen como ciudadanos que comparten identidades, un papel en el que durante muchos años jugó un papel importante el PSC, sin que CiU rompiese la baraja. Pero esa centralidad política catalana está en horas bajas. ¿Tanto como para que no se recupere? Xavier Vidal-Folch parece verlo con cautela pero también con cierta esperanza: "Hay mucha gente (en Cataluña) que está pidiendo un análisis más frío y más argumentado".

Desde la perspectiva de los intereses políticos y económicos españoles -recordemos que Cataluña representa el 19 % de su PIB-, la aventura independentista no es, obviamente, una buena salida, de ahí la importancia de que el Gobierno de Mariano Rajoy explore el camino de reformas que traigan estabilidad territorial duradera en la línea de un posible Estado federal -o algo similar-, que finalmente contente a todos. Más improbable ya parece que, sin que pase nada, se arregle todo este lío. @J_L_Gomez

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