Edades, trayectorias, actitudes y gestos diferencian a los candidatos en EE UU y España

Joe Biden y Donald Trump.
Joe Biden y Donald Trump.
La campaña y las recientes elecciones de Estados Unidos dejan algunos  detalles interesantes para la  política española. Felipe González tiene los mismos 78 años que el presidente electo de EE UU, Joe Biden, quien no se ha apeado de la política desde 1973 ejerciendo de senador y de vicepresidente.
Edades, trayectorias, actitudes y gestos diferencian a los candidatos en EE UU y España

No es fácil imaginar que en España se pudiese presentar ahora Felipe González de candidato a la presidencia del Gobierno. O el mismo Alfonso Guerra. Para muchos pertenecen a una época muy pasada, Serían unos desconocidos para una gran parte del electorado que haya nacido en los 90 del siglo pasado. Para otros muchos sería un intento anacrónico, fuera de lugar o incluso de dinosaurios. Sin embargo, Felipe González tiene los mismos 78 años que el posible presidente electo de los Estados Unidos de América, Joe Biden, quien no se ha apeado de la política desde 1973 ejerciendo de senador y de vicepresidente. Otro tanto sucedería con Alfonso Guerra que está muy cerca de los 80 años.

Claramente, el perfil de Joe Biden no tendría cabida en la política española aspirando a un cargo. Podría estar en la reserva, en un comité asesor, en un retiro dorado, pero no en activo. Seria empujado por las nuevas generaciones de los partidos políticos. Es cierto que está aparentemente bien, que mantiene agilidad y una experiencia política de gran valor, pero aquí lo sacarían en mesas redondas, en eventos nacionales o internacionales, pero nada más.

Nombres para el contraste

Lo mismo podríamos decir del presidente saliente –se supone– Donald Trump con sus 74 años no podría ser candidato a la reelección del país más poderoso del mundo, dentro de la mentalidad española. Aunque su poder personal y su fortuna ya es envidiable sin la presidencia de Estados Unidos. Aquí todos considerarían que está para un retiro dorado, pero no de llevar a cabo una campaña para la reelección.

En España apenas hay líderes, diputados o senadores de esta edad y, ninguno de ellos tendría posibilidad de aspirar a ser candidatos de ningún poder. ¿Se puede imaginar alguien a Juan José Lucas, exministro y expresidente autonómico con 76 años podría ser aceptado como candidato a una presidencia? Lo mismo podríamos decir de otras figuras de la política española, que ahora están en la trastienda, con unas edades parecidas, con mucha vida política y gran experiencia a sus espaldas, con capacidad de organizar un país, lo mismo pueden hacerlo Biden o Trump. Como antes lo hicieron Ronald Reagan que comenzó con 70 años y acabó con 78, casi en plena forma.

En nuestro entorno tenemos a Gerardo Iglesias antiguo líder de los comunistas con 75 años en la actualidad y mucha experiencia acumulada, quien tampoco parece que pudiese optar a ser candidato en unas elecciones en nuestro país. ¿Se puede uno imaginar a Montoro con sus 70 años en una campaña electoral aquí? Seguro que si le dejaran estaría dispuesto, pero ya es pasado, según nuestra mentalidad. Pensemos en Carlos Solchaga con sus 76 años, con la experiencia acumulada después de aquellos años en los que tuvo un gran poder económico en los gobiernos de Felipe González, quien tampoco podría ser candidato a la presidencia del Gobierno, aunque es más joven que Biden. O Joaquín Almunia con sus 72 y su gran experiencia en España en dos ministerios y comisario europeo y vicepresidente Europa. ¿Tendría alguna posibilidad de presentarse como candidato a la presidencia del Gobierno?  Lo mismo que Pedro Solbes, con perfil profesional parecido a Almunia, y con la misma edad que el posible próximo presidente de los Estados Unidos. Incluso Joaquín Leguina, a sus 79 años, y ejerciendo de tertuliano en la radio.

Y todo ello sin entrar en los muchos exlíderes que están en los sesenta y que todavía podrían aportar bastante a la gobernanza de su país. Pero esto no es Estados Unidos. Por el contrario, aquí vivimos en la fase de gobernantes y aspirantes jóvenes e inexpertos, con buena figura, gran capacidad oratoria, pero con poco peso específico en cuanto a aptitudes de organización, buena administración y principios más o menos estables.

La Biblia, la bandera...

Una gran diferencia, que tiene mucha relación con los principios políticos y sociales, entre los dos países es la constante y abierta referencia de los líderes de EE UU a la Biblia y a Dios, como algo muy natural y sin ningún tipo de complejo. En nuestro país solo actuaba así, que yo recuerde, Paco Vázquez, jurando el cargo sin reparos ante un crucifijo y besarlo o arrodillándose delante de la imagen de la patrona de A Coruña.

Dentro de este análisis o juego de comparaciones de la política española con la estadounidense, no podemos olvidar el uso de la bandera. Los candidatos americanos la usan con orgullo patriótico, en los mítines, en la calle, en sus casas, en su ropa, en todo. Los candidatos españoles admiten la enseña nacional de forma vergonzante, e incluso califican de ultras a los candidatos que hacen una utilización similar a los estadounidenses.

Somos uno de los pocos países del mundo, o el único, que ve la utilización de la bandera propia como algo fuera de lugar o propio de muy radicales. Sin embargo, se exhiben con orgullo y cierta provocación banderas no constitucionales como la de la República de 1931. O los partidos políticos que muestran orgullosos banderas tan represoras como la del régimen soviético de la URSS. Esperemos que en esto también podamos vivir algún día con la actitud de los estadounidenses. Nos irá mejor. @mundiario

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