La distancia entre Francia y España en cuanto a valores sigue siendo inconmensurable

Emmanuel Macron, presidente de Francia. / RR SS
Emmanuel Macron en el homenaje al profesor decapitado. / RR SS
Macron ensalza los valores republicanos frente al particularismo integrista. En cambio, España no tiene enseñanza laica como en Francia, ni gobernantes comprometidos con los objetivos últimos de la educación, ni un modelo consensuado sobre la participación de la iniciativa privada.
La distancia entre Francia y España en cuanto a valores sigue siendo inconmensurable

La Sorbona, con toda la carga simbólica que implica ser una de las Universidades más antiguas del mundo, ha sido el escenario de un emotivo y lúcido acto político de homenaje al profesor Paty, quien fue degollado por un islamista radical tras haber utilizado como ejemplo de la libertad de expresión, viñetas satíricas sobre el profeta Mahoma, que ya ocasionaron en su día un atentado con varios muertos en la revista satírica Charlie Hebdo.

En un estilo típicamente francés, la oración fúnebre, Macron ha pronunciado un discurso como jamás escucharemos en España, en el marco de un acto pactado previamente con la familia. En su discurso el Presidente ha subrayado el rol de los docentes como garantes de la educación de ciudadanos. Luego se han leído sendos textos de Jean Jaurès, líder socialista francés a comienzos del siglo XX y del Premio Nobel Albert Camus. Ambos son  emocionantes testimonios, el uno político y el otro vital, de la función de educar.

Al día siguiente el Ministerio de Educación ha anunciado un aumento salarial generalizado para los docentes, una política de reconocimiento social de su función así como medidas legales de protección que garanticen la libertad de expresión y la laicidad de su trabajo. Esto último hace referencia a las circunstancias que provocaron la muerte del profesor citado. En breve, el padre de un alumno que se sintió molesto por la actuación del docente, lo denunció en el propio centro, luego en la mezquita de su barrio de donde saltó a las redes sociales y dio lugar a que un joven radical decidiese su muerte. Todo en el plazo de once días. Una situación de presión personal, a veces rayana en la intimidación que, desgraciadamente, las redes sociales provocan a diario, como sabe cualquier profesor español.

La Tercera República francesa instituyó en 1884, bajo la presidencia de Jules Ferry, varias leyes tendentes a implantar la educación obligatoria, laica y gratuita, a cargo del Estado. La dignificación de la formación y del trabajo de los profesores, llamados húsares negros en la época, como agentes de nacionalización republicana, marcó una impronta que dura hasta la fecha. En Francia todavía hoy los establecimientos docentes asumen la igualdad de oportunidades como crisol de los principios republicanos.

Emmanuel Macron en el homenaje al profesor Paty. / RR SS

Emmanuel Macron en el homenaje al profesor Paty. / RR SS

El caso español

En España la reivindicación republicana no pasa de la bandera. Durante las últimas semanas se ha debatido en las Cortes la enésima reforma educativa, con el desinterés habitual. Los discursos no sobrepasan la repetición de tópicos sobre la enseñanza religiosa, los conciertos educativos, la llamada educación para la convivencia o las competencias de las comunidades sobre el curriculum. Ni tenemos enseñanza laica como en Francia, ni gobernantes comprometidos con los objetivos últimos de la educación, ni un modelo consensuado sobre la participación de la iniciativa privada. Y por todo ello ningún Presidente de Gobierno español ha pronunciado nunca un discurso parecido al  Macron, porque sonaría a impostado.

En el imaginario político español no ha sido posible diferenciar claramente a los establecimientos educativos públicos de los privados. El enredo ha llevado a aceptar que la enseñanza religiosa se imparta en los centros públicos igual que en los privados sometidos a ideario. O que los centros concertados, generosamente financiados con impuestos, no sean estrictamente gratuitos. Son argumentos que alimentan el debate político de forma recurrente pero sobre los que no se produce avance alguno. En cambio, el solemne acto de La Sorbona con su apelación constante a los valores compartidos, nos muestra las raíces ideológicas de una sociedad cohesionada, orgullosa de su ciudadanía y de su cultura. La distancia entre Francia y España, también en este campo, sigue siendo inconmensurable. @mundiario

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