El disolvente de la democracia es la corrupción

Cristina Cifuentes.
Cristina Cifuentes.

Sólo la denuncia de la prensa, siempre el mejor baluarte para el control del poder, ha permitido que aflore un vulgar mercadeo de títulos. Se ha visto de forma reiterada en la política, también en la banca o en las empresas. Desde luego en el fútbol y ahora en la universidad.

El disolvente de la democracia es la corrupción

En España vamos descubriendo, a golpe de escándalos, que la corrupción lejos de ser privativa de los poderosos, se extiende por el cuerpo social. Se ha visto de forma reiterada en la política, también en la banca o en las empresas. Desde luego en el fútbol y ahora en la universidad. Pareciera que, como acontece con el narcotráfico, ningún ámbito se resiste al cántico de las sirenas en forma de privilegios, atajos, coimas o simplemente lisonjas. Atarse al mástil, como Ulises luego de taponar los oídos de los remeros, no es fácil ni deviene en reconocimiento.

Pero más allá de la coyuntura, la corrupción opera como un disolvente de la credibilidad de las instituciones y por tanto de la democracia. Si estudiar produce el mismo resultado que no hacerlo o competir honestamente a una adjudicación de contrato público no basta, el mensaje es  altamente  destructivo.

El escándalo desatado por la forma en la que obtuvo un título académico de Master la Presidenta de la Comunidad de Madrid, ha mostrado  una trama que salpica a otras muchas personas, a lo largo de los años. Poniendo de manifiesto la existencia de espacios sustraídos a las normas en el seno de una universidad. El silencio corporativo del mundo académico permite intuir que las malas prácticas eran conocidas y que sólo la denuncia de la prensa, siempre el mejor baluarte para el control del poder, ha permitido que aflore un vulgar mercadeo de títulos.

Catedráticos y profesores no podían ignorar cuanto ocurría. Alguno de ellos ha explicado en público el clima reinante en la universidad responsable, donde ya se produjeron anteriormente episodios bochornosos de plagio. Por otra parte, la Universidad es, además de un centro de investigación y docencia, una burocracia considerable, en la que cualquier trámite pasa por las manos de distintos funcionarios, para informe, fiscalización o archivo. No se puede montar un nicho de poder propio sin la connivencia cuando no autorización de terceros. Sin embargo, hasta ahora sólo ha habido una dimisión.

Sin duda hay muchos ejemplos valerosos de personas capaces de mantener sus convicciones sin degradarlas en el tráfico de intereses cotidianos (Kavafis dixit), pero el ruido de quienes faltan a sus deberes en perjuicio de todos, oculta las buenas prácticas de la mayoría. En especial falta la reacción social que execre a los corruptos, el mecanismo más eficaz para prevenir la desviación de quien tiene responsabilidades. Mientras “los listos” estén bien valorados, su ejemplo será imitado. Cuando por el contrario sean despreciados, su número minorará.

El frente político actúa ante la corrupción con un cierto grado de cinismo. Alharacas si el presunto culpable es de otro grupo y enfática defensa si es de los propios

El frente político actúa ante la corrupción con un cierto grado de cinismo. Alharacas si el presunto culpable es de otro grupo y enfática defensa si es de los propios. Sin duda la Presidenta de Madrid ha quemado su futuro y difícilmente aguantará la presión creciente, pero ninguna otra enseñanza se extrae de lo ocurrido y por lo tanto se repetirán hechos semejantes.

En su día, el Presidente de la Xunta de Galicia impulsó una comisión parlamentaria para el estudio de la prevención de la corrupción. Hasta hoy la mayoría que ostenta ha impedido que hubiese un dictamen. Sólo importaba el gesto en un momento de presión mediática por otros escándalos. Y así hasta el próximo episodio.

Hoy el Presidente del Gobierno se encuentra en la misma posición en la que estuvo en su día el Presidente González cuando durante su última legislatura tuvo que soportar una serie de escándalos bien agitados en las tribunas. Si poda las ramas podridas del árbol del poder en cuya cima está encaramado, caerá. Si no lo hace, perderá las elecciones. Su sucesor natural mueve el árbol pero no mucho. Prefiere que su rival le brinde la victoria en las elecciones sin mancharse en operaciones de limpieza. @mundiario

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