La Diputación de Ourense, un fortín conservador en peligro

Manuel Baltar.
Manuel Baltar.

Tras los ajustadísimos resultados de las generales y con las encuestas en la mano entra dentro de lo perfectamente posible que la izquierda, capitaneada por los socialistas, asalte al fin la fortaleza conservadora que ahora preside Manuel Baltar.

La Diputación de Ourense, un fortín conservador en peligro

Eso sí que sería el acabose. Una hecatombe. Perder la Diputación de Ourense es algo que el Pepedegá no contempla ni en sus pesadillas. Y sin embargo, a día de hoy hasta Baltar junior contempla la posibilidad de que ese mal sueño se convierta en realidad el 26-M. Tras los ajustadísimos resultados de las generales y con las encuestas en la mano entra dentro de lo perfectamente posible que la izquierda, capitaneada por los socialistas, asalte al fin la fortaleza conservadora. Eso sí que sería hacer historia, piensan los líderes ourensanos del PSOE. O más bien cambiarla. Porque sería acabar con el último bastión que le queda al PP en la política local gallega.

La Diputación ourensana ha estado siempre en manos de la derecha en sus diversas fórmulaciones: Primero fue la UCD y después Coalición Galega y los Centristas, que acabaron convergiendo en el aquella casa común que fue Partido Popular de Fraga. El desaparecido Victorino Núñez ocupó el despacho presidencial del Pazo Provincial durante catorce años. En 1991, al asumir la presidencia del Parlamento gallego, le sucedió uno de sus delfines, José Luis Baltar, que ostentó el cargo durante más de dos décadas. A principios de 2012 tuvo que dimitir por problemas con la justicia (ya "jubilado", acabaría siendo condenado por prevaricación continuada) y cedió el testigo a hijo José Manuel, quien ahora aspira a su segunda reelección.

Con la Diputación de Ourense sucede algo parecido a lo que ocurría hasta hace bien poco con la Junta de Andalucía. Nunca dejaron de mandar los mismos. No ha habido alternancia de ningún tipo. Todos los intentos de acabar primero con el "victorinismo" y posteriormente con el "baltarismo" resultaron hasta ahora infructuosos. Que se lo digan, sin ir más lejos, a Pachi Vázquez, que se batió el cobre durante años contra Baltar y que acabó renunciado al empeño dándolo por imposible. Se dice incluso que la larga mano de los Baltar ayudó a mecer la cuna de los continuos desencuentros en el socialismo ourensano.

Victorino Núñez y los dos "baltares" cultivaron una versión más o menos moderna del caciquismo de manual, un tipo de clientelismo servicial, muy trabajoso pero muy efectivo, que les permitió ganar todas las elecciones en la provincia ourensana desde la Transición. En su caso las siglas o incluso la ideología es lo de menos. Se revisten, eso sí, de un conservadurismo "light", nada integrista (a años luz de Vox, por ejemplo), aderezado con un galleguismo muy moderado y un "ourensanismo" integrador, que parecen conectar a la perfección con el sentir del Ourense rural. Eso y el sistema electoral explican que el "baltarismo" haya ido perdiendo mucho poder en la capital y en las villas más pobladas y aún así conserven el control de la Diputación.

Si el PP no mantiene el poder provincial en Ourense, a Feijoo y al Pepedegá le iban a sobrar motivos para empezar a preocuparse muy seriamente de cara a las elecciones autonómicas del año que viene. Retener la Xunta se pondría muy cuesta arriba. Gonzalo Caballero y los suyos ya podrían poner el cava a refrescar y empezar a preparar el desembarco en San Caetano, entrando por la puerta grande. Ahora bien, si Feijoo decide "recuncar" y lo logra, descabalgado el "baltarismo", sería el momento de acometer la verdadera renovación del PP ourensano. Esa refundación del partido en aquella provincia que Don Alberto tiene pendiente y a la que quienes le conocen dicen que nunca renunció. Y es que en el fondo su relación con el segundo de los Baltar solo ha sido y es una "entente cordiale". @mundiario

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