¡Dios nos ha dado on line a quienes no tenemos o no queremos tener coco…!

El pensador. / Manel Vizoso
El pensador. / Manel Vizoso

Si Rodin volviese ahora a esculpir su célebre pensador, sería un tipo con Iphone pariendo y dando a luz una ocurrencia, un tuit que de esos cuya trascendencia caduca en 24 horas.

¡Dios nos ha dado on line a quienes no tenemos o no queremos tener coco…!

Si Rodin volviese ahora a esculpir su célebre pensador, sería un tipo con Iphone pariendo y dando a luz una ocurrencia, un tuit que de esos cuya trascendencia caduca en 24 horas.

Qué cosa, ¿la reflexión? Hombre, por una parte yo qué sé y por otra qué quiere que le diga. Es la leche lo que ha aumentado la densidad de cerebros pensantes por metro cuadrado de ciberespacio, de papel periódico, de ondas de radio y de espacios de televisión. Nunca, en nuestra historia, tantos españoles pensando, opinando, twitteando, despotricando, excomulgando, santificando tanto, habían arrojado tan poca luz para tan pocos. Ahora mismo, prácticamente en cada hogar español, hay una réplica de El Pensador de Rodín frente a un ordenador dándole al coco con similar actividad y resultados que la mismísima cabeza de la estatua  original, petrificada, hibernada, desconectada, como se sabe, en la Rue de Varenne de París.

Hubo un tiempo en el que se practicaba la reflexión cualitativa, y no como ahora que, en plena fiebre de productividad, nos hemos lanzado a la reflexión cuantitativa. Un tiempo en el que, unos cuantos “jugones” que controlaban las neuronas, la conciencia independiente, la deducción serena y la cosa, arrojaban mucha luz  sobre un horror de españoles sumidos, por desgracia, en la penumbra. Fueron etapas históricas de tiki-taka intelectual que precedieron a esta gloriosa etapa de tiki-taka futbolístico, a ver si me entiendes, en un país en el que siempre ha dado tan mal resultado, en ambos tipos de terrenos de juego, la dichosa y tradicional furia española.

`¡Dios nos ha dado on line a quienes no tenemos coco!

 Levantabas una piedra de nuestra vieja, herida y querida piel de toro, y salían pensamientos de Ortega o Zubiri, descripciones de Sánchez Albornoz o Maeztu, emociones de los Machado (según helasen sus corazones una u otra de las dos Españas, claro), esperpentos de Valle, excentricidades de Unamuno, trazos del bisturí disfrazado de pincel que utilizaba Picasso, imágenes de Buñuel que valían mil reproches, surrealistas adhesiones inquebrantables de Dalí, lunas rotas de esperanza de García Lorca, nanas de Miguel Hernández, ay, que no se susurraban para dormir al personal, sino para intentar despertarlo ¡Ay, si por aquel entonces hubiese existido el on line, las redes sociales, el entramado capilar tecnológico de distribución masiva! Dios es que lleva un horror dándole pan a quien no tiene dientes, y poder a quienes no tienen escrúpulos, y blogs a muchos que no tienen pudor ni espíritu autocrítico, y twitter, facebook, whatsApp y demás potenciales armas letales e instantáneas de esas de destrucción masiva (no confundir con +IVA), a quienes no tienen coco; individuos e individuas que encomiendan su autoestima al trending topic y, su curioso e innovador derecho fundamental al minuto de gloria, je, a la ocurrencia ingeniosa suya de cada día.

Del “pienso, luego existo” al “twitteo, luego existo”

Hemos pasado del “cogito ergo sum”, del “je pensé, donc je suis”, del “pienso, por lo tanto existo” o como quieran ustedes reproducir el manoseado para-silogismo de Descartes, a éste “interactúo, luego existo”, “twitteo, luego existo” globalizado por Jack Dorsey, que nos ha ido permitiendo averiguar con quiénes nos estamos jugando los cuartos, nuestro presente y el futuro de nuestros hijos y la historia. Gracias a twitter, facebook, blogs, móviles y esas cosas, hemos constatado la existencia de Correas, de Bigotes, de Bácenas, de amistades peligrosas de Rajoy, del peculiar sentido del humor de un tal Zapata, de la premeditada ascensión y caída de Ada Colau en las redes de la política, de la genuina desEsperanza Aguirre, de un tal Pablo Iglesias for president, de la reencarnación de Adolfo Suárez en un chico llamado Albert Rivera, del solidario sastre de Paco Camps, je, practicando “el precio justo”, de Susana Díaz embarazada de un hijo y, simultáneamente, en situación embarazosa por obra y gracia de dos padres políticos, de lo más “granado” de la operación púnica, de un Pedro Sánchez naif reconvertido en el Leonardo da Vinci del renacimiento del socialismo español, de un volcán en permanente erupción interior, personal y transferible al que llamamos Willy Toledo. Suma y sigue.

¡¨La reflexión ha muerto!, ¡viva el hashtag!

Sobre aquellas piedras de antes del on line, edificamos nuestra reforma política, con Adolfos que repasaban el Samuelson, Felipes que descendían de la Montaña Mágica teutónica con las nuevas tablas de la ley del socialismo español, Carrillos importando el eurocomunismo, Fragas cayéndose del caballo, como Saulo, intentando conducir a los franquistas en un éxodo desde Alcázar de Toledo hasta la tierra prometida de la democracia. Salían los extras de la película, los Guerras, los Herrerodemiñones, los Píos, los Abriles, los Anguitas, los Redondos, los Pacoordeñez, los Garrigues, y sabías que no se iban a desvanecer en la historia. Ahora, director, los extras se llaman Sáenz de Santamaría, Irene Lozano, Moragas, Errejón, Susana, Carolina, Dolores, Cifuentes, Monedero, Margallo y algunas “chicas Rivera” que emergen en Ciudadanos con la celebridad y precocidad de la celebradas “chicas Almodovar”, ¿recuerdas? No sé, la verdad, de cuántos de ellos va a quedar, al final, piedra sobre piedra, aunque, probablemente, de la inmensa mayoría quedará twitter sobre twitter.

 

#jorgejaviervazquezforpresident

 Y luego están los actuales chicos de la película, que beben exclusivamente de las fuentes de los periódicos nuestros de cada día, de los tam tam de los tambores de guerra on line, de los whatsapps correveidiles que peregrinan de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, miradlos, calentando las orejas de los aspirantes a césares de pacotilla, ya sabes, los Pedros, los Marianos, los Pablos, los Alberts, algunos cruzando sus respectivos Cabos de Hornos electorales y, otros, sus subjetivos Cabos de Buena Esperanza que, a veces, acaban transformándose en Cabos de las Tormentas. Aquí, por lo visto, ha dejado de dar votos lo que se piensa y sólo proporciona adeptos lo que se dice, el tiempo que se tarda en decirlo y la condición sine qua non de que, lo que se diga, sea exactamente todo lo contrario de lo que ha dicho el enemigo. ¡Esto es la guerra, señores! Una contienda, sin tregua ni cuartel, en la que cada día cae en acto de servicio la reflexión, ¡el Señor y la Historia la tengan en su gloria!

Con razón la mejor cabeza del Estado nos parece, ahora mismo, un chico llamado Jorge Javier, forjado en la fragua interactiva y televisiva con el mensaje subliminal más certero y más demandado de la última década: SALVAME. Es el único, en plena precampaña electoral, que llena teatros y salas por iniciativa popular espontánea, y no apelando a la militancia y los estómagos agradecidos. La verdad es que, un señor capaz de dirigir todos los días ese gallinero de la “caja boba”, con el plus de regeneración añadido de la abolición voluntaria de la siesta, ése icono nacional, parece el más indicado para afrontar la dirección y regeneración de ese otro gran gallinero al que llamamos España. Someto a su consideración este hashtag: #jorgejaviervazquezforpresident

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