Dilma Rousseff se pronuncia sobre el descalabro político en América Latina

Dilma Rousseff visitó Argentina para reunirse con su homóloga local Cristina Fernández de Kirchner. La visita de la brasileña fue con motivo de la conferencia Democracia, Derechos y Justicia Social, celebrada en Buenos Aires y en la que recibió también una distinción. Con una agenda totalmente ocupada y con serios problemas de organización, Rousseff se reunió con distintas personalidades locales y dio su opinión sobre el panorama político en su país y en la región. "No pienso volver a la política", aseguró, "porque el gran presidente para Brasil es Lula". Aparte, denunció que América del Sur vive "un largo proceso de golpes de Estado". También tuvo palabras para Michel Temer, quien le sustitutyó luego de su caída en agosto. "Sería una ingenuidad pensar que va a renunciar", aseguró. "Nadie da un golpe ilegal, hiriente y rasgando la Constitución para después renunciar", prosiguió.

El periplo de la matriarca revolucionaria por la capital argentina dio inicio en la noche del miércoles, en la que ponderóla figura de la mujer en las luchas populares de América Latina. Al día siguiente, acudió a un almuerzo con dirigentes políticos, sindicales y sociales y por la tarde estuvo en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) por ser una de las organizadoras del evento.

La exjefa de Estado criticó a Mauricio Macri, presidente argentina, por liderar un giro neoliberal en la región. "Yo creo que tiene una característica: propone un Estado mínimo, la desregulación, radicaliza el neoliberalismo que fue implantado antes del período Kirchner y creo que aquí va a crecer la desigualdad, la pérdida de derechos, lo que es muy grave y muy similar a lo que ocurre en Brasil", cargó Rousseff. Luego, se encaró con el resto de la prensa en una conferencia que inició hasta con cuatro horas de retraso.

Sin traductor y con las preguntas ya acordadas de antemano, Rousseff también se pronunció respecto a las presiones de renuncia que enfrenta Temer, involucrado en varios casos de corrupción los cuales lo han forzado a dar de baja hasta a seis de sus ministros en seis meses. Para Rousseff, quien parece no saber exactamente qué es un golpe de Estado, unas elecciones indirectas en manos del Congreso "serían un golpe dentro de un golpe de Estado", que es el término con el que ha calificado a su impeachment. Fue más allá y comparó lo que vive hoy Brasil con el golpe militar que sacó del poder a Joao Goulart en 1964. ETambién ahora estamos viendo un largo proceso de golpes", avisó.

La visita de Rousseff a Argentina se dio en simultáneo a la confesión de la constructora Odebrecht en Estados Unidos, en la que se hcieron públicos el pago de sobornos de la compañía durante la administración Rousseff en Brasil y también en otros 11 países de América Latina, los cuales tenían como propósito asegurarse contratos de obras públicas. La expresidenta fue ambigua en su respuesta en este respecto. "Vamos a distinguir las cosas. Se puede combatir a la corrupción en democracia, lo que no es posible es usarlo de forma incorrecta porque ahí se está interfiriendo a la justicia, el derecho de la defensa y las bases y principios que sustentan la relación jurídico política. Todos somos iguales ante la ley y quien acusa tiene que probar. Uno no puede llegar a una fiscalía y decir no tengo una prueba pero tengo una convicción. No estamos en la Edad Media. Hoy es necesario que se pruebe la culpa y eso vale para mí, para usted y para los ciudadanos de cada país", aseguró.

En cuanto a su gestión, la expresidenta no dudó. "Elevamos a 36 millones de personas fuera de la pobreza y elevamos a 40 millones a la clase media. Obviamente no es un proceso trivial y no estoy diciendo que América Latina y Brasil resolvieron los problemas de desigualdad, digo que en un continente tan desigual nosotros dimos un pequeño paso". @hmorales_gt