Rousseff vuelve a acusar un golpe de Estado en su audiencia ante el Senado

Dilma Rousseff interviene en el Senado. / Twitter
Dilma Rousseff interviene en el Senado. / Twitter

La líder socialista presentó su discurso de defensa en la Cámara Alta previo a la votación del martes, en la que será oficialmente destituida tras la votación de 81 senadores.

Rousseff vuelve a acusar un golpe de Estado en su audiencia ante el Senado

Este lunes 29 de agosto ha sido el día que Dilma Rousseff, la presidenta suspendida de sus funciones de Brasil, se ha defendido a sí misma. Ha comparecido ante el Senado para defender su inocencia de los cargos que se le imputan en el 'impeachment', insistiendo en que hay "un golpe de Estado en marcha" que, de perpetrarse, significará "la muerte" de la democracia en el país.

Consciente de que su suerte está más que echada, la líder socialista ha tenido que irse por el discurso de la lástima, el mismo por el que ha apelado prácticamente desde que el escándalo de Petrobras saliera a la luz. Llamó a su país a hacer memoria de su historial de vida, de sus obras, de absolutamente todo lo que le hiciera a la gente olvidar, aunque sea por un momento, que quien estaba hablando era una persona que les había robado y que se había ganado a pulso el odio de toda una nación. De acuerdo a Rousseff el delito que le acusan (haberse aprovechado de dinero mal habido para cuadrar sus cuentas y pagar otras sin el consentimiento del Legislativo) no son más que pretextos para expulsarla. Un golpe de Estado en toda ley.

La líder del Partido de los Trabjadores compareció ante los 81 senadores que el jueves darán su veredicto sobre su destino. Consciente de que está prácticamente arrinconada, la parcialmente destituida mandataria intentó ganarse la gracia del juzgado apelando a su historia, su currículum, sus sentimientos y hasta su carácter. Insistió hasta el cansancio en cómo fue capturada por las fuerzas gubernamentales cuando tenía apenas 20 años de edad y era ya una líder de la revolución contra la dictadura que tenía sumido a Brasil en aquel entonces. Su privilegiada posición en el organigrama de las fuerzas revolucionarias le llevaron a ser enjuiciada. De aquel evento hay una foto en la que se ve a la joven Rousseff viendo a los ojos a sus encapuchados jueces. "Vengo a mirar en los ojos a sus excelencias y decirles que no cometí el ‘delito de responsabilidad’ del que se me acusa", se defendió y agregó que "ahora no hay torturas, pero hoy también miro a los ojos de las personas que me juzgan. Y todos nosotros seremos juzgados por la historia", confesó para después agregar "esta es la segunda vez en mi vida en que, junto a mí, se juzga a la democracia"

"Tengo la conciencia absolutamente tranquila", ha afirmado. "No he hecho nada en contra de cualquiera de los preceptos de la Constitución que juré cumplir", ha recalcado, sosteniendo que todas las actuaciones de su Gobierno han estado guiadas por "el interés social".

 

Acto seguido aseguró respetar a los senadores que han tomado desde ya la decisión de votar en su contra, agradeció a quienes lo harán a favor e hizo un intento por convencer a quienes no saben qué votar: "Observen el precedente que se está creando. No acepten como verdad eso de que saliendo yo mejorará la crisis, porque será al revés". Esas palabras no son más que un llamado a la compasión pues la presidenta reelecta en 2014 tiene realmente pocas oportunidades de salir de esta. De los 81 senadores que votarán se cree que ya todos han tomado su decisión. Para que Rousseff marche a la guillotina deberán votar en su contra 54 de esos 81 senadores y las profecías de los medios aseguran que serán no menos de 60 quienes le den ese tiro de gracia.

Rousseff ha recordado además que el 'impeachment' debe basarse en un crimen de responsabilidad concreto, no en "el conjunto de la obra" de un Gobierno, tal y como pretenderían los senadores, por lo que --ha alertado-- la verdadera intención de los promotores del juicio político sería evitar las urnas. "Sin apenas pretextos tratan de derrumbar un Gobierno legítimo escogido mediante elecciones directas en las que participaron 110 millones de brasileños. El Gobierno de una mujer que ganó dos elecciones presidenciales consecutivas", ha subrayado.

Para Rousseff se trata de una venganza política de una "élite" que desde su reelección, en 2014, "hizo de todo para impedir la estabilidad del Gobierno bajo la premisa de "cuanto peor, mejor", "importando poco los resultados lesivos sobre el pueblo brasileño".

"Se creó así un ambiente de inestabilidad política propicio para la apertura de un 'impeachment' sin crimen de responsabilidad" que tuvo como vector --ha indicado-- al ex presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, dolido porque Rousseff no accedió a su "chantaje explícito" para frenar las investigaciones en su contra en el Congreso.

"Curiosamente, seré juzgada por crímenes que no he cometido, antes del juicio contra el ex presidente de la Cámara de Diputados, acusado de gravísimos hechos ilícitos (...) ¿Ironía de la historia? No, de ninguna forma. Se trata de una acción deliberada", ha denunciado. Subida de tono, Rousseff recordó que nunca se le ha acusado de llevarse a su billetera un sólo centavo público. Eduardo Cunha, catalizador de todo el alboroto, se encuentra actualmente detenido y acusado de tener millonarias cuentas en el extranjero y en las que cada billete proviene de los sobornos de la petrolera estatal.

"Este proceso", ha dicho, "está marcado de principio a fin por un clamoroso desvío de poder". "Estamos a un paso de la consumación de una grave ruptura institucional. Estamos a un paso de la concreción de un verdadero golpe de Estado", ha alertado.

El resultado --ha avanzado-- será un "gobierno usurpador", ahora encabezado por el vicepresidente, Michel Temer, que pondrá fin a las "conquistas sociales" de los últimos 13 años, alcanzadas bajo los mandatos de Luiz Inácio Lula da Silva y ella misma.

"Lo que está en juego es la autoestima de los brasileños, que resistirán los ataques de los pesimistas que cuestionaban la capacidad de Brasil para celebrar con éxito el Mundial de Fútbol, los Juegos Olímpicos y las Paraolimpiadas", ha dicho.

Rousseff ha vuelto a plantear como alternativa a este 'impeachment' "convocar a los brasileños para que decidan sobre el futuro del país", así como un diálogo nacional. "Son las mejores armas que tenemos para preservar la democracia", ha esgrimido.

La líder izquierdista ha aclarado que "luchará" hasta el final, tal y como hizo durante la dictadura militar, cuando --ha recordado-- fue torturada. "Entre mis defectos no están ni la deslealtad ni la cobardía (...) Y por eso, como en mi pasado, resisto", ha ensalzado.

Rousseff se ha propuesto "despertar las conciencias ahora adormecidas para que, juntos, pongamos los pies en el lado correcto de la historia", evitando con ello "un terrible precedente: condenar sin pruebas a un inocente". Aunque ha reconocido que el triunfo del 'impeachment' sería "una muerte política" para ella, ha asegurado que no está motivada por el interés personal. "No lucho por mi mandato por vanidad o por apego al poder" sino "por la democracia, por la verdad y por la justicia", ha aseverado.

"Lo que está en juego en el 'impeachment' no es mi mandato, es el respeto a las urnas, a la voluntad del pueblo y a la Constitución", ha reiterado. "Solo temo la muerte de la democracia, por la cual, muchos de los que estamos en este plenario, luchamos con el mejor de nuestros esfuerzos", ha reivindicado.

 

Así, ha pedido a los 81 senadores que "dejen a un lado" sus rencores personales porque "lo único que importa ahora es lo que todos sentimos por Brasil y por el pueblo brasileño". "Voten contra el 'impeachment'. Voten por la democracia", ha concluido.

Este es el discurso completo que Dilma Rousseff ha protagonizado en el Senado.

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