La desescalada del Estado de las autonomías

Banderas autonómicas en el Senado de España. /RR.SS.
Banderas autonómicas en el Senado de España.
La realidad demuestra cierta incapacidad de este Gobierno para llevar a cabo una coordinación eficiente entre los poderes territoriales del Estado desde el complejo asimétrico en que parecen instalados.
La desescalada del Estado de las autonomías

Lo que mal empieza suele acabar del mismo modo, la mayoría de las veces. Mal empezó esta  excepcionalidad constitucional que vivimos en la forma en que fue declarado el estado de alarma, hace 46 días: los presidentes de las comunidades autónomas se enteraron un  minuto antes. Es cierto que la Constitución no exige esa cortesía previa, pero no menos cierto es que el texto constitucional está trufado de autonomismo y del principio descentralizador. Ahora, en la llamada desescalada del confinamiento por la Covid-19, tampoco parece que van a ser decisivas  las comunidades autónomas en el contenido efectivo del plan del Gobierno.

Podemos asistir así a un desescalonamiento del Estado autonómico que dibuja la misma Constitución. Cada gobierno territorial hará la lucha contra el remate del maldito virus por su cuenta y riesgo. Un consejero del País Vasco anuncia la salida de los  vascos y las vascas  para que se vayan preparando para ir a votar,  y su homólogo andaluz que los andaluces pueden ir a comprar  sus bañadores para la playa de este verano, y el consejero de Madrid que las terrazas de la Castellana están casi a punto.

El mandato de que los españoles somos iguales en el ejercicio de los derechos y en el cumplimiento de las obligaciones quedará en papel mojado. Y no por un excesivo celo centralizador, sino por la incapacidad de este Gobierno de llevar a cabo  una coordinación eficiente entre los poderes territoriales del Estado desde el complejo asimétrico en que parecen instalados. @mundiario

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