Las tres derechas, el nuevo aforismo que usan Sánchez e Iglesias camino del calvario electoral

20190210_115554
Manifestación en Madrid contra el Gobierno de Pedro Sánchez. / RS

Nunca habrá acuerdo ni diálogo entre comunistas y liberales ni entre secesionistas y constitucionalistas. Solo quedan las elecciones y las leyes democráticas que marcan las reglas del juego.

Las tres derechas, el nuevo aforismo que usan Sánchez e Iglesias camino del calvario electoral

El domingo se le dijo a Sanchez, que por mucho que se resista solo quedan cien días para que las urnas hablen.

Madrid se despertó tranquilo. En sus calles se veían familias con niños y banderas nacionales, parejas de gente mayor con fulares de España que guardaban cuidadosamente doblados en el bolso de la señora, y también jóvenes que completaban la gran familia que ilusionada tenía un objetivo común en la madrileña Plaza de Colón. Entraban en las cafeterías a compartir el desayuno de lo que iba a ser un gran día festivo. Ir en coche a una gran concentración no parecía lo más razonable así que todos buscaban un transporte público. Los autobuses llegados de toda España había traído cientos de personas de cada Comunidad y aunque transportan poca gente abultan mucho así que habían aparcado en el Retiro para que sus ocupantes pudiesen caminar un rato después de una dura noche de carretera. Las vacías calles de Madrid acusaban la escasez de taxis y los pocos que se veían iban llenos. Las paradas del autobús acogían a gente que se veía abandonada porque venían llenos y ni siquiera se paraban. El Ayuntamiento de Carmena no había considerado necesario reforzar el servício de las líneas con parada en las cercanías de Colón, así que la gente comenzó a caminar hacia las bocas del Metro. Allí empezaba el espectáculo, los vagones llegaban tan llenos como los autobuses pero el tren paraba, sus ocupantes se apretujaban hasta lo impensable para que otros pudieran entrar y entraron. Era gente pacífica que anunciaba una concentración donde no habría contenedores quemados, escaparates rotos, bancos destrozados, policías heridos o manifestantes detenidos, y así fue.

Salir del metro no era fácil. La Plaza se llenó rápidamente pese a que solo el jardín central ya es más grande que la Puerta del Sol donde entran 20.000 personas. Estaban llenas todas las calles adyacentes como Goya, Génova, Jorge Juan o la Fuente con las dos partes que acceden por la Castellana. Así que la gente se arremolinaba en Génova subiendo hasta la Plaza de Alonso Martinez y también en Goya, por eso salir de la boca del metro no era sencillo aunque gracias a la gran educación solidaria del día fue posible. Los políticos e invitados se quedaron en la zona del monumento al Descubrimiento donde habrían de subir posteriormente para hacerse la foto que tanto esperaban los que querían criticar algo y ese algo era que allí estaba Vox junto al PP y a Ciudadanos que por alguna razón ahora llaman derecha y no centro como le llamaba el PSOE cuando Sanchez pactó con ellos o cuando lo hizo Susana Diaz. También se habían sumado otros muchos partidos empezando por UPyD pero eso no vende y nadie lo mencionó. Otras personas que ayer no eran protagonistas se mezclaban con la multitud, desde socialistas que aborrecen la política de Sánchez a otros que fueron marginados pero siguen amando a España. Allí, subida a un lateral de la fuente, vi a Esperanza Aguirre como una más aunque mucha gente quisiera abrazarla y hacerse fotos con ella.

Nadie del centro derecha habla de las tres izquierdas (PSOE, Podemos-IU, ERC) porque aunque podría hacerlo todo parece indicar que Podemos se está partiendo en trozos y que el PSOE se ha dividido entre sanchistas (Sánchez y aquellos nombrados por él) y todos los demás ¿o es que Gónzalez, Guerra, Page, Lambán, Ibarra y hasta Corcuera y otros muchos no representan a nadie?

No tardaron en llegar las descalificaciones. Para la Delegación del Gobierno o para el Ayuntamiento allí estaban unas 40 o 45.000 personas, eran las tres derechas, igual Ciudadanos que Vox, los que dividían España después de dividir Cataluña, los enemígos del diálogo. Este mensaje comenzó a inundar los medios afines al Gobierno y las redes sociales en las que tan bien se mueven. Luego fue calando la realidad. Calculando por m2 solo con dos personas por m2 habría 160.000 asistentes. Unos dirán que había uno y otros que cuatro. Yo calculo unas 200.000 personas aunque eso no sea lo importante. Lo realmente importante era el mensaje. Aquella gente solo pedía a Sánchez que cumpla su promesa de convocar elecciones (al fin y al cabo el CIS ,que él cocina, le da una victoria de 10 puntos sobre el siguiente); que no hable con el independentismo catalán como si representase a toda Cataluña, y que no denigre las instituciones españolas, aunque hay que reconocerle que hace tantas promesas como desmentidos porque Torra solo quiere hablar de autodeterminación a pesar de que tanto él como Sánchez saben que modificar hoy la Constitución es imposible porque el PP tiene mayoría de bloqueo en ambas Cámaras y lograda en las urnas.

Sin embargo nadie del centro derecha habla de las tres izquierdas (PSOE, Podemos-IU, ERC) porque aunque podría hacerlo todo parece indicar que Podemos se está partiendo en trozos y que el PSOE se ha dividido entre sanchistas (Sánchez y aquellos nombrados por él) y todos los demás ¿o es que Gónzalez, Guerra, Page, Lambán, Ibarra y hasta Corcuera y otros muchos no representan a nadie?. Después de oír ayer el diálogo que Jordi Évole quiso montar entre Inés Arrimadas e Irene Montero es fácil llegar a la conclusión de que un acuerdo entre un marxista y un liberal, aunque sea progresista, es imposible porque tienen conceptos del mundo muy diferentes, tanto que no pueden comprenderse. El marxista piensa que subir las pensiones o el salario mínimo solo requiere subir el gasto y que eso lo paguen los ricos, así de fácil, pero el liberal piensa que hundir la economía en un mercado globalizado solo traerá desgracias y que la forma de mejorar la calidad de vida, y por lo tanto las pensiones y los salarios, es con el crecimiento que proporciona la economía de mercado. Esto es algo que comprendieron todos los regímenes comunistas del mundo, incluida China, pero que algunos pocos se resisten a reconocer -Cuba, Corea, Vietnam o Laos- y otros transforman en populismos.

Nunca habrá acuerdo ni diálogo entre comunistas y liberales ni entre secesionistas y constitucionalistas. Solo quedan las elecciones y las leyes democráticas que marcan las reglas del juego. Ayer se le dijo a Sanchez, que por mucho que se resista solo quedan cien días para que las urnas hablen.

Comentarios