Deja vu ecuatoriano

Nuevo edificio del Estado ecuatoriano en Guayaquil.
Edificio del Estado ecuatoriano en Guayaquil.

La política en Ecuador, por mucho tiempo ha sido una especie de farándula populista. Las diferentes necesidades han sido explotadas de manera perfecta por los políticos de turno.

Hoy, Ecuador está sumido en un chuchaqui ideológico. Después de haber tenido un enamoramiento con la izquierda, se busca algo, lo que sea, que hable de igualdades pero que no se parezca al socialismo vivido. Así lo demuestran las elecciones del mes de marzo, donde la tendencia del voto fue a lo nuevo, a las figuras nuevas, que no necesariamente respondían a principios ideológicos.  Es que buscar figuras nuevas siempre ha sido una especie de catarsis para el país, después de desengaños con los gobernantes de turno y políticos que terminan perseguidos por la justicia o por sus opositores. Fatal deja vu ecuatoriano.

Triste referencia para un país de gente buena, que desde los inicios de la república siempre ha caído hipnotizado por los [superhéroes] del momento. Y los ama con tanta fuerza que después de ese proceso de romance termina odiando y despreciando aquello que amó.

Habiendo salido recién de un proceso electoral, las baterías ya comenzaron a cargarse para los próximos comicios electorales que será en menos de 2 años, sin contar un plebiscito que puede ser convocado en meses.  Ninguna democracia por más robusta que parezca puede aguantar tantas convocatorias y salir ilesa. Estos procesos y las campanas mediáticas de los expositores ideológicos y populistas lo único que ha causado es daño. Muchos dirán que las convocatorias electorales fortalecen la democracia. Pero si vemos el ejemplo de Venezuela, con un Chávez que gano casi 14 elecciones, es importante hacernos la pregunta que buen negocio es para los populistas convocar a elecciones cuando están en su apogeo.  Las convocatorias constantes logran en la ciudadanía un voto repetitivo de no involucramiento. La cultura electoral debe valorarse no por asistir obligatoriamente a las urnas sino por una autorreflexión que provenga de la sociedad civil, como lo dijo en 1987 Margaret Thatcher: No existe tal cosa como la sociedad. Existe un tapiz vivo de hombre y mujeres….  Y la calidad de nuestra vida depende de lo mucho que cada uno esté preparado para responsabilizarse de sí mismo.

En las redes sociales ya comenzaron a aparecer propaganda alusiva a las próximas elecciones presidenciales. No existen planes de gobiernos y aun los mismos candidatos que son promocionados como presidenciales no aceptan esas postulaciones.  Sin embargo, los problemas básicos siguen vigentes: Una corrupción galopante que tiene muchas cabezas, una deuda país que no se entiende, y una esperanza que está en el aire para ser capturada por el próximo populista disfrazado de alguna ideología. @mundiario

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