La defensa nacional implica a todos: las Fuerzas Armadas son una institución para la paz

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Soldados de la Brigada de Infantería Aerotranspotable.

En la conmemoración anual del Día de las Fuerzas Armadas, la nueva concepción del Ejército español como instrumento al servicio de la paz internacional crea una nueva imagen que supera tópicos del pasado.

La defensa nacional implica a todos: las Fuerzas Armadas son una institución para la paz

La nueva concepción del Ejército español como instrumento al servicio de la causa de la paz internacional ha contribuido a configurar una nueva imagen que supere todos los tópicos y los prejuicios tan generalizados entre los ciudadanos sobre la institución armada. El modelo ejército nacional, creado por la Revolución Francesa (el Ejército era, por lo tanto, una institución nacional) fue un signo de modernidad en su momento. En nuestro tiempo, el servicio militar obligatorio entró en crisis por haber dejado de responder a la necesidad continuada de aprendizaje y preparación exigidos por la evolución técnica de los ejércitos modernos. Además, al descenso de la natalidad, muy acusado en países como España, se unió la extensión generalizada de una cultura antimilitarista y pacifista entre la juventud.

Los ejércitos son, por su propia naturaleza, conservadores, entendiendo por tales no un posicionamiento político, sino un arraigo en lo establecido, lo que los hace muy renuentes a los cambios no ya de los principios que aseguran defender, sino de sus propias estructuras. Desde esa apreciación, era conservador, y mucho, el Ejército soviético, como lo es el Norteamericano. Desde tal perspectiva, en el caso de España, en el proceso de reforma de la institución militar algunos cambios fueron espectaculares.

El Ejército garantiza, "última ratio regis", la autoridad del Estado. Los teóricos del antimilitarismo reclaman que esa autoridad sea devuelva directamente a la sociedad, considerando que no se justifica la existencia de una organización que, en extremo, respalde y garantice esa autoridad. Tradicionalmente, el rechazo instintivo que la institución militar ha provocado se debe a que Ejército se asocia a guerra ésta a calamidad, muerte, ruina. Por el contrario, en defensa de la teoría (que sostienen casi todos los pensadores militares) de que el oficio verdadero del soldado es la paz, el teniente general Díez Alegría, en su libro "Ejército y sociedad", recordaba que las más graves y apocalípticas decisiones que se hayan tomado fueron adoptadas por civiles, no por soldados.

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Veteranos de tropa de reemplazo.

En defensa de la ética de las armas, el citado autor retoma un expresivo párrafo de la "España invertebrada", de Ortega y Gasset, en la que el pensador escribe: "Padece Europa una perniciosa propaganda en desprestigio de la fuerza. Sus raíces, hondas y sutiles, provienen de aquellas bases de la cultura moderna que tienen un valor más circunstancial, limitado y digno de superación. Ello es que se ha conseguido imponer a la opinión pública europea una idea falsa de lo que es la fuerza de las armas. Se la ha presentado como cosa infrahumana y torpe residuo de la animalidad persistente en el hombre. Se ha hecho de la fuerza lo contrapuesto al espíritu o, cuando más, una manifestación espiritual de carácter inferior".

La fuerzas de las armas

Precisamente, para Ortega, la fuerza espiritual de las armas, según sus propias palabras, radicaba en su carácter persuasivo. El autor de “La rebelión de las masas” llegó a afirmar que las propias legiones romanas, que tantas guerras provocaron, globalmente, habían servido para evitar más guerras que las propias guerras en las que habían intervenido. En todo caso, Ortega también afirmaba comprender a los antimilitaristas.

Durante la fase pre constitucional y la primera andadura de nuestra Carta Magna se sucedieron las actitudes abiertamente rebeldes de algunos mandos, antes y después del 23 F, así como los manifiestos de jóvenes capitanes, además de abundantes desaires y muestras de indisciplina ante el teniente general Gutiérrez Mellado, pieza esencial de la controvertida reforma. Algunos altos mandos llegaron a reclamar y defender, durante ese periodo, la "autonomía militar", como si el Ejército no fuera, en definitiva, una institución más del Estado, sometida al poder civil como cualquier otra.

En la Pascua Militar de 1978, se produjo un hecho significativo que, de manera particularmente descarnada, reflejó la mentalidad de una parte significativa de la cúpula militar española, que seguía viviendo el espíritu de la llamada "Cruzada" cuarenta años después. El hecho es especialmente llamativo, teniendo en cuenta de que, alguna de las más notables estirpes militares españolas, tienen su origen en "guerrilleros" y héroes populares, surgidos directamente del pueblo, sin formación militar alguna. El 5 de enero de aquel año, en acto celebrado en el Cuartel General del Ejército, hablaba el jefe de dicho organismo, general Vega Rodríguez, en presencia del vicepresidente del Gobierno para Asuntos de la Defensa, Gutiérrez Mellado, tras referirse a la "disciplina intelectual" que obliga a los militares a imponerse sobre sus propios puntos de vista personalmente, para cumplir las órdenes que le son dadas, afirmó literalmente, refiriéndose al recurrente tema de la guerra civil: …"Pero incluso en el bando opuesto a nosotros se han destacado personas que, a lo mejor, si hubiesen sentido vocación a una edad temprana, hubiesen sido unos magníficos generales y quizá no hubieran pensado de la manera que pensaban y me estoy refiriendo a Modesto, Líster, etc., que indiscutiblemente tenían algunas virtudes militares que tanto nos interesa tener, sobre todo en los más altos escalafones"…

Por primera vez en la historia, un soldado de Franco tenía un gesto de reconocimiento y gallardía hacia el talento militar de sus adversarios. Pero, pese a la evidente razón de este comentario, sus palabras causaron un enorme escándalo. El general Iniesta Cano, uno de los más característicos miembros del entonces denominado "bunquer" franquista, se santiguó, como dando a entender que lo que estaba escuchando era un disparate.

El "gran mudo"

Al Ejército se la ha llamado el "gran mudo", como si alguien quisiera considerar virtud extraordinaria lo que debe ser (fuera de los periódicos "estados de opinión", que pulsan para el mando la moral en las unidades) rutina ordinaria. Se le ha llamado el gran desconocido, lo que en sentido amplio no es exacto. Clausewitz, subraya que la guerra es un acto político. "Es un acto de fuerza para obligar al contrario a cumplir nuestra voluntad". Sensu contrario, el Ejército debe disuadir al adversario de intentar obtener algo de nosotros por medios violentos. Los utopistas no lo entienden así. Ni siquiera les tranquilizan estas palabras del general Díez Alegría en la obra ya citada: "Ha constituido siempre un axioma la subordinación del Ejército al poder civil. No es preciso gastar mucho tiempo para demostrar la necesidad de que este postulado se cumpla. En otra forma resultaría imposible el gobierno de la nación y la existencia misma del Estado".

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Arriado de bandera en un buque de la Armada.

Conviene recordar que el concepto de defensa nacional se fundamenta en el ordenamiento constitucional y vincula a toda la sociedad soberanía e intereses nacionales. La Ley Orgánica de Criterios Básicos de la Defensa Nacional y la Organización Militar (L. O. 6/1980, modificada parcialmente por la L. O. 1/1984) define la defensa nacional como "la disposición, integración y acción coordinada de todas las energías y fuerzas morales y materiales de la nación ante cualquier forma de agresión, debiendo todos los españoles participar en el logro de tal fin. Tiene por finalidad garantizar de modo permanente la unidad, soberanía e independencia de España, su integridad territorial y el ordenamiento constitucional, protegiendo la vida de la población y los intereses de la Patria" (art. 2). "Será regulada de tal forma que, tanto en su preparación y organización, como en su ejecución, constituya un conjunto armónico que proporcione una efectiva seguridad nacional" (art. 3). Y en el primer artículo determina que "la defensa nacional y la organización de las Fuerzas Armadas son competencia exclusiva del Estado".

La defensa nacional no afecta sólo a las Fuerzas Armadas y a la organización militar. Es un concepto integrador que concierne a todos los componentes del Estado: a los ciudadanos en tanto que individuos, a la sociedad articulada a través de todos sus elementos constitutivos, y a los poderes públicos. En su artículo 30, la Constitución dice que "los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España".

La Constitución implica a todos en la protección de unos valores e intereses que son patrimonio común, en concordancia con la aspiración de España, proclamada en el preámbulo del texto constitucional, de "colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra". Los propios ciudadanos son base fundamental de la defensa nacional, afirma la citada Ley Orgánica de Criterios Básicos en su artículo 14.2. "Por ello -añade- el Gobierno cuidará de desarrollar el patriotismo y los principios y valores reflejados en la Constitución".

La adopción por parte de España de una estrategia estrictamente defensiva (conforma al mandato constitucional), compatible con la participación de nuestros soldados en misiones de paz en el exterior, constituye el eje del nuevo Concepto Estratégico de la Defensa. @mundiario

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