Hay decisiones judiciales que devuelven a la ciudadanía la fe en la justicia

Símbolos de la justicia.
Símbolos de la justicia.

Quizá cuando algunas de estas causas, o parte de las mismas, desemboquen procesalmente se pueda perder la guerra, pero ganar alguna batalla de vez en cuando deja buen sabor de boca.

Hay decisiones judiciales que devuelven a la ciudadanía la fe en la justicia

Valor, destreza y orgullo bajo terribles presiones. Así describe Tom Wolfe a los astronautas que participaron en el programa Mercury. Los retrataba en el que, probablemente, es uno de sus mejores trabajos: "Elegidos para la gloria. Lo que hay que tener". Los protagonistas de este ensayo  periodístico-literario proceden del mundo de los pilotos de pruebas y su espíritu es el del bravo vaquero. Los burócratas del programa lamentan ese estilo fanfarrón de los candidatos a astronautas, a los que pretenden reducir a la condición de autómatas eficientes. El alegato de Wolfe en favor de la condición humana muestra que frente al anonimato del funcionario y a la presión del poder resiste, precisamente con lo que hay que tener, el héroe individual.

Pues bien, el  auto con el que un juez de Madrid  dictó  el ingreso en prisión de un exalto banquero,  la instrucción procelosa que está llevando a cabo  la titular de  un juzgado sevillano,  las resoluciones a contracorriente  en el asunto “Noos”,  y, sin olvidar, el entramado en un juzgado de instrucción central  del caso “Gurtel-Barcenas”,  resumen  esa valentía tan difícil de encontrar en una sociedad anónima de amigos y conocidos. Son  decisiones judiciales que, aunque sea provisionalmente, devuelven  a la ciudadanía la fe en la humanidad e incluso en la justicia. Estas actuaciones   son un desafío en toda regla a esta sociedad   que nunca duda de las grandes certezas. Hasta que de pronto todo naufraga cuando llega  el momento de los jueces.

Quizá cuando alguna de estas  causas, o parte de las mismas,   desemboquen  procesalmente  se  pueda  perder la guerra, pero ganar alguna batalla de vez en cuando deja buen sabor de boca. Eso debió de pensar Pirro cuando, tras derrotar costosamente a los romanos en la batalla de Ausculum, exclamó: "Con otra victoria como esta volveré solo a casa". Pero seguro que esa noche durmió satisfecho.

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