¿Debe preocupar el partido que propone regenerar España con el Islam?

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Representantes de diversas comunidades islámicas en España
El partido musulmán PRUNE se propone hacerse en 2023 con las alcaldías de municipios con fuerte presencia musulmana
¿Debe preocupar el partido que propone regenerar España con el Islam?

Las inequívocas manifestaciones comprensivas, cuando no de explícito apoyo, al derecho de los talibanes de imponer la Sharía con toda su crudeza en Afganistán por parte de miembros destacados de la comunidad musulmana en España es un preocupante símbolo de que por debajo de la apariencia moderada de algunos de ellos subyace la firme voluntad de que la de Alá debe imponerse en todo el mundo y que es un logro todo paso en ese camino. Conviene no olvidar que España es Al Andalus, y que repetidamente dirigentes musulmanes de todo el mundo han declarado que es deber del Islam recuperarlo.

El Reino de España, pese a la esporádica aparición en los medios de casos extremos, no se ha planteado, al contrario que en Francia, Holanda, Italia o Suiza, un debate más profundo, sobre el modo de conciliar el respeto a la cultura musulmana con el acomodo a las reglas de la cultura occidental. La negativa de Suiza a permitir la construcción de minaretes, o las restricciones que Holanda o Francia imponen al uso de determinadas prendas islámicas en lugares públicos, son meros ejemplos de que Occidente se enfrenta a un problema común que requiere ser abordado con prudencia, pero con decisión. En España emergen otros signos preocupantes de los efectos que, a medio plazo, pudiera tener para la sociedad toda, la persistencia de la no integración de un colectivo cada vez más numeroso y extendido, aunque una parte del mismo, de mayor nivel intelectual y laboral lo esté. Se trata de la aparición de un partido político de carácter confesional islámico que pudiera llegar a adquirir una representación significativa en determinadas regiones de España cuando los residentes de origen magrebí y musulmanes en general ejerzan el derecho al voto en el ámbito municipal que el actual gobierno se propone concederles, aparte de los que ya gozan de nacionalidad española ¿Veremos en España, como ya ocurrió en Lille (Francia) a un gobierno local socialista establecer horarios que separen los sexos en las piscinas municipales?

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Amor a Mahoma con el velo puesto

Conviene citar que Podemos, aparte de albergar inicialmente un “Círculo musulmán”, del que hace tiempo que no se sabe nada, patrocina no sólo que se otorgue sin más la nacionalidad española a todos los extranjeros que residen en España, de modo legal o no, y que ha pedido que se otorgue la nacionalidad a todos los magrebíes que puedan demostrar ser descendientes de los moriscos, como reclama en partido musulmán PRUNE, de origen marroquí. Podemos está a punto ya de lograr que, sin reciprocidad, como viene siendo costumbre hasta ahora, los residentes extranjeros (y el grupo más numeroso es magrebí) puedan votar en las elecciones municipales, en principio.

La identidad de las nuevas generaciones

¿Y qué ocurrirá –como ocurre ya han revelado encuestas realizadas en el Reino Unido, Alemania o Francia- con la venidera generación de españoles de origen magrebí, pero nacidos aquí? ¿Declararán que se sienten leales al país que acogió a sus padres o a la comunidad islámica? En el ámbito de lo cotidiano, una gran parte de los incidentes que han perturbado la convivencia entre la comunidad musulmana que vive en España y el entorno donde se halla instalada, sobre todo en Cataluña y el Levante, se deben a la resistencia se deben a casos de no aceptar las normas más comunes que ordenan la sociedad civil en los aspectos más ordinarios. Pero lo peor no es que traten de imponer no ya sus códigos morales o religiosos, sino prácticas que en el ordenamiento del mundo occidental son comportamientos no admitidos por las reglas que enmarcan la vida en sociedad, desde la higiene (bañarse vestidas las mujeres en las piscinas) a los límites a la potestad de los padres, los derechos de la mujer o las libertades personales. A ello debe añadirse la persecución sistematizada a que, dentro de dichas comunidades, se somete a quienes, sin renunciar a su personalidad y cultura, han tratado de amoldar sus vidas a la de sus vecinos, para disfrutar plenamente de los derechos, libertades y ventajas de la sociedad democrática occidental. Es decir, que se pretende forzar justamente “la no integración” de quienes lo intentan. Los ejemplos son gravemente expresivos.

Conviene tener presente que las monarquías arábigas promueven la creación de mezquitas en Europa (la famosa de la M-30 de Madrid la pagó Arabia Saudí y costó 12 millones), negando por completo el derecho recíproco a las demás religiones- y financian generosamente circuitos de actividades culturales, académicas y sociales para favorecer, entre otros objetivos, la captación de las poblaciones musulmanas emigradas para doctrinas estrictas o integristas del Islam -hallando especial facilidad en las segundas y sucesivas generaciones de musulmanes- y la creación de un estado de opinión pública predispuesto a comprender, como mínimo, la posición del mundo islámico en sus demandas frente a Occidente.  Fernando Reinares, catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos, cree que las sociedades europeas están inquietas por el acomodo del Islam a los valores y procedimientos democráticos en la medida en que los sectores salafistas van ganando terreno. "Esta inquietud genera en muchas ocasiones hostilidad al extranjero y en este caso islamofobia". Las protestas contra la apertura de mezquitas se han sucedido en ciudades europeas, como Londres, Colonia o Sevilla. El caso es que los musulmanes se integran más en Estados Unidos que en Europa.

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Musulmanes orando en una mezquita española

Las frecuentes alusiones de Al Qeda a la "Reconquista de Al Andalus", es decir,España, son un anhelo compartido por otros musulmanes menos radicales, pero que asumen como un deber propio contribuir a la recuperación de aquellos territorios donde un día se entronizó el Islam. El Partido Renacimiento y Unión de España (PRUNE),  primera formación islámica con vocación de implantarse en toda el territorio nacional, que fue promovida por el periodista marroquí, ya fallecido, Mustafá Bakkach, aspira a recoger apoyos no sólo entre los casi 2.100.000 de musulmanes residentes en España (de los que el 42 por ciento son marroquíes), sino también entre el conjunto de inmigrantes que se sientan desamparados.

Costumbres controvertidas y espacio público

La formación reconoce que luchará por lograr sus objetivos “desde la consideración del Islam como fuente de sus principios” esto es, “tendrá en cuenta el Islam en su actuación política, considerándolo como factor determinante para la regeneración moral y ética de la sociedad española”. Ello no contradice, asegura, su acatamiento a la Constitución y su rechazo al terrorismo como medio de hacer política. Lo que más preocupa en estos es que este partido pueda predicar la no integración en núcleos urbanos con amplia presencia musulmana. En municipios en los que ya son una mayoría, ha habido incidentes cuando los musulmanes tratan de imponer sus propias costumbres en el espacio público. De controlar algunos ayuntamientos, las costumbres podrían adquirir entonces el rango de normativa municipal.  Es decir, seria un modo plenamente democrático de imponer la Sharia en aquellos municipios, como ocurre en algunas zonas de Levante, donde la población musulmana ya es mayoría.

El citado Mustafá Bakkach manifestó desde el primer momento que su partido aspiraba a ir conquistando posiciones en el espacio público del Estado, en todos sus ámbitos, hasta lograr que, en un horizonte no muy lejano, el presidente del Gobierno fuera musulmán. En una primera etapa, se fijaron como metas hacerse con las alcaldías de Granada, Zaragoza, Murcia, Alicante y Gerona, y de otras localidades de Cataluña, Andalucía y Levante, dado el progresivo incremento de la población musulmana.

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Los humoristas tienen su propia visión de un fenómeno de nuestro tiempo

En 2018, el primer partido islámico de España apareció implicado en un delito de usurpación de personalidad y falsificación. En Toledo, la Guardia Civil desmanteló una trama en la que estuvieron implicados tres máximos dirigentes de esta formación, el presidente nacional, Ahmed Dib; el secretario nacional y de Organización, Ismail Cuéllar, y el presidente del partido en la provincia de Sevilla, Juan Pedro (Yihad) Sarasúa, responsable de la comunidad islámica Mezquita Ishibilia de Sevilla, la más importante de la capital andaluza. En aquella ocasión, la Guardia Civil acusó a los tres de usurpar identidades de vecinos de la provincia de Toledo, de la Comunidad de Madrid y también residentes en el extranjero para incluir en sus listas electorales a 100 falsos candidatos, todos de nacionalidad española, aunque la mayoría originarios de Marruecos, Argelia y de Kuwait que no habían dado su consentimiento para formar parte de las candidaturas. Cometieron además además de un delito continuado de falsificación de documento público.

El PRUNE y Granada como símbolo

El PRUNE fue fundado en 2010 en Granada, una capital con una gran presencia musulmana. Pero la formación se inscribió en el Registro del Ministerio del Interior el 23 de julio de 2016. Su simbología islamista quedó ya patente al constituir una de sus primeras sedes en Asturias, cuna de la Reconquista, paralelamente a la de Granada -la última ciudad tomada al Islam, que puso fin a la Reconquista-. Desde allí se han ido expandiendo por Andalucía e irradiando hacia las demás regiones donde exista una comunidad musulmana. Era todo un símbolo. La inquietud viene dada porque los Servicios de Información españoles ya hace tiempo que detectaron que formaciones islamistas del Magreb, especialmente de Túnez y de Marruecos, ordenaron a sus simpatizantes que se afiliaran a partidos en España para preparar su propia organización. De suyo, Podemos creo en su seno un Círculo musulmán. Conviene añadir que, del total de musulmanes en España, el 58 por cientos son migrantes (1,2 millones) y el 42 por ciento (879.9808) españoles de origen o nacionalizados.

El PRUNE, en la misma línea de Podemos, se dirigió al al Gobierno y al Parlamento Europeo para que reconozcan el derecho a la nacionalidad española a los descendientes de los musulmanes expulsados de la Península en el siglo XVII. Sostiene que los que proceden de los moriscos deben tener el mismo trato que los sefardíes, obviando las diferencias del caso, la república pirata y sus alianzas con los berberiscos para atacar naves y costa españolas. Además, se ha dirigido a las asambleas de las comunidades autónomas solicitando que en los planes de estudio se incluya “historia verdadera de Al Ándalus”, y especialmente en el caso de Andalucía para que se incluyan “asignaturas que faciliten a los jóvenes el conocimiento de la historia verdadera de Al Ándalus, lo que servirá para que sepan que las diferentes culturas convivieron pacíficamente muchos años en el mismo territorio. Su actual meta inmediata es conseguir hacerse con ayuntamientos y alcaldías en las elecciones municipales de 2023, para que voten sus candidaturas los 800.000 musulmanes con derecho a voto en España. La experiencia en otros países europeos, como Francia o Alemania, muestra que amplios sectores de la población musulmana, ya nacidos y educados en estos países, se han impermeabilizado frente al resto de la sociedad, manteniendo su unidad interna con criterios identitarios de un fuerte carácter religioso. Y aunque sería desproporcionado asociar automáticamente estos movimientos políticos a los grupos proselitistas del integrismo islamista, tampoco sería realista ignorar los vínculos que se han detectado entre unos y otros.

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