El debate república-monarquía, presente en la sociedad española

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La Cibeles republicana.

El PSOE es el principal respaldo a la Corona y en ese sentido abundan las declaraciones contradictorias de sus dirigentes que se reclaman republicanos por una parte y por otro manifiestan su apoyo sincero a la Felipe VI.

 

El debate república-monarquía, presente en la sociedad española

El repaso de los documentos, declaraciones, programas y otras manifestaciones de todo tipo de los actores con presencia en la llamada “Transición”, desde la oposición democrática a los partidarios del Conde de Barcelona, los exiliados, los partidos democráticos proscritos y, en definitiva, de todos aquellos agentes políticos y sociales representativos de la oposición, entre el final de la guerra y la aprobación de la Ley para la Reforma Política y el posterior proceso constitucional, presentan –con ligeras variaciones- una misma coincidencia: que la salida del Franquismo se resolviera devolviendo plenamente la palabra al pueblo español, para que éste, en libertad, expresara su voluntad de construir un nuevo Estado, República o Monarquía, como paso previo a todo proceso constitucional.

Este 14 de abril el debate sigue abierto, por mucho que se esfuercen en negarlo los turiferarios de la Corona y la creciente propaganda monárquica, empeñada en una permanente campaña de imagen, diseñada con toda la experiencia que brinda el marketing comercial. Dentro de esas campañas vemos cosas tan ridículas y pueriles como a Letizia Ortiz abriendo la puerta como si fuera un edecán a la reina honorífica (que no emérita), luego del desplante de la misa de Palma.

No debemos olvidar el grave deterioro que la Monarquía ha vino sufriendo los últimos tiempos en España y que provocó la renuncia del sucesor de Franco a título de Rey (luego de aquella patética petición de perdón a los españoles por sus frivolidades). Ese hecho no tuvo causas puramente coyunturales, sino estructurales y que el debate República-Monarquía no se ha extinguido, sino que rebrota entre los menores de 40 años, en quienes está presente el deseo de poder responder a esa pregunta esencial, cuya respuesta les fue hurtada a sus padres, quienes tuvieron que aceptar que la Monarquía formase parte de un paquete, de un todo completo, sin discusión posible, si era que queríamos pasar de un régimen de dictadura personal a un sistema democrático y parlamentario, sin discutir quien estaría a su cabeza.

El plebiscito que auspiciaba el Conde de Barcelona

Es de observar con especial atención en este proceso la postura del pretendiente Conde de Barcelona, don Juan de Borbón, quien en unas ocasiones, bien directamente por sus manifestaciones o por parte de sus consejeros y asesores, pareció querer encabezar el proceso plebiscitario que liquidara el Franquismo, o incluso, a pesar de ser parte interesada en el mismo, pretendía asumir una especie de arbitraje “neutral”.

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Felipe González ha sido el presidente con mejor sintonía con la Corona.

No olvidemos los planes que, desde el Gobierno de la Corona, se trazaron para obtener los resultados que interesaba: suprimir la posibilidad de debate sobre otras alternativas y, con especial cuidado, plantear las consultas (primero de la Ley para la Reforma Política, y más tarde de la propia Constitución que instauraba de manera definitiva la Monarquía juancarlista) de modo que no cupiera otro refrendo que el esperado. Sencillamente, fueron referendos con una única opción. Se pusieron los medios jurídicos para impedir que se llevara a cabo la propia pretensión de las fuerzas democráticas y de millones de ciudadanos: un referéndum decisivo que se planteara la opción República o Monarquía o que ni tan siquiera ese debate se realizara en los propios medios de comunicación.

La herramienta esencial para hurtar el debate y sus consecuencias en la opinión pública fue el Real Decreto-Ley de 1 de abril de 1977 (BOE: 04/12/1977, N ° 87) sobre la Libertad de Expresión, que derogaba el artículo 2 de la Ley de Prensa de Fraga, de 1966, pero que establecía que la Administración podría decretar el secuestro de gráficos o documentos sonoros que contuvieran noticias, comentarios o información, en contra de la unidad de España, constituyeran demérito o detrimento de la Monarquía o el prestigio de las Fuerzas Armadas. Ésta fue la herramienta decisiva, además de la autocensura o la complicidad, para silenciar a los medios de comunicación, para evitar un debate nacional real y plantear la posibilidad de un referéndum sobre la continuidad de las previsiones de Franco, reformadas en parte sí; pero conservando elementos esenciales de su Ley de Sucesión, parte de cuyo contenido se va a transferir a la Constitución de 1978.

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Conviene recordar lo que dijo el fundador de la monarquía del 18 de julio.

 

Se dice que los españoles refrendaron la monarquía, implícita en el referéndum de la Constitución de 1978. ¿Y cuál era la alternativa? Ninguna o seguir con la monarquía del 18 de julio en estado puro. Tienen tal temor a que los españoles realicemos una manifestación pública que cuestione la monarquía, que no se atreven a acometer la reforma de la Constitución en cuanto a eliminar la trasposición de la Ley de Sucesión de Franco de 1947, en lo que se refiere a la preferencia del hombre sobre la mujer en la sucesión a la Corona. Claro que algún día ni siquiera será necesario porque nada habrá que heredar.

El PSOE, protector de la Corona

El PSOE se ha convertido, más que la derecha, en el más sólido apoyo de la Monarquía. Ningún presidente ha sintonizado mejor con el Rey emérito que Felipe González. Qué lejos están los tiempos en que Luis Gómez Lorente escribía:

“Entendemos que la forma republicana del Estado es más racional y acorde bajo el prisma de los principios democráticos. Del principio de la soberanía popular en sus más lógicas consecuencias, en su más pura aplicación, se infiere que toda magistratura deriva del mandato popular; que las magistraturas representativas sean fruto de la elección libre, expresa, y por tiempo definido y limitado”. […] Las magistraturas vitalicias, y más aún las hereditarias, dificultan el fácil acomodo de las personas que ejercen cargos de esa naturaleza a la voluntad del pueblo en cada momento histórico”

El 10 de noviembre de 2013, la agencia oficial “Efe”, distribuía el siguiente mensaje:

“Con un sonoro abucheo y un coro de silbidos los delegados socialistas congregados en el plenario de la Conferencia Política han acogido la inclusión en el nuevo ideario del PSOE de un apartado en el que el partido afirma, pese a su tradición republicana, su apoyo a la institución monárquica. A juzgar por la reacción de una buena parte de los delegados, el respaldo a la actual Jefatura del Estado no es ni mucho menos unánime”.  

Conviene recordar que tras la abdicación de Juan Carlos I, el PSOE manifestó su apoyo a la Corona de forma contradictoria: Pérez Rubalcaba dijo, en nombre de su partido, que si bien el partido seguía siendo republicano, en este momento apoyaba la continuidad de la monarquía en la persona del hijo de Juan Carlos I. Ese apoyo fue gráficamente reforzado con ocasión del 39 congreso del partido, en el que Pedro Sánchez recuperó el liderazgo. El equipo de Sánchez y las Juventudes Socialistas pactaron un texto que eliminaba la referencia al referéndum entre monarquía o República. Pero con ese habitual doble lenguaje definió sus valores como "republicanos". La nueva dirección del PSOE evitó en el último momento que el pleno del 39 congreso federal votase una enmienda que pedía la implantación de una República en España. La enmienda fue presentada por las Juventudes Socialistas en una de las comisiones para la ponencia política. Logró pasar el corte para llegar al pleno por 98 votos a favor y 69 en contra.

El texto era contundente y proponía un referéndum para elegir entre monarquía o República. El PSOE intentó retirar la enmienda ante las reticencias de las Juventudes del partido. Esta situación provocó un retraso de más de dos horas en la aprobación de los dictámenes de las comisiones. El pleno, previsto para las 22 horas del sábado, comenzó pasada la medianoche. Para salvar la cara se hizo una redacción sin contenido, en la que se excluyó toda referencia a una consulta a la nación y se hace una inconcreta referencia a unos no definidos “valores republicanos” que no se explican. Asimismo se hacía referencia igualmente genérica al estado federal. Pero borrado el texto original que animaba a avanzar e implantar la República como modelo de Estado" mediante una reforma constitucional y la convocatoria de un referéndum.

En septiembre de 2014, PSOE y PP impusieron su mayoría, impidiendo que se acordara convocar un referéndum sobre república o monarquía. La propuesta de Izquierda plural fue rechazada con 274 votos en contra, 26 a favor y 15 abstenciones. Los dos partidos mayoritarios actuaron al unísono en plena coincidencia como auténticos “partidos dinásticos” del viejo sistema turnante.

La diputada del PSOE Meritxell Batet expresó el apoyo de los socialistas a la monarquía parlamentaria porque así se pactó entre todas las fuerzas políticas en 1978. Fue "un buen pacto para este pueblo", ha subrayado tras señalar que la monarquía parlamentaria es "más democrática" que muchas repúblicas y mucho más republicana que muchas repúblicas”. @mundiario

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