Debate previsible en Madrid que no varía las expectativas electorales

Un momento de un debate electoral en Madrid. / Telemadrid
Un momento del debate electoral en Madrid. / Telemadrid

El formato del debate favorece a quien gobierna, evitando que se profundice en los temas. Se trata de no cometer errores antes que de ilusionar o convencer.

Debate previsible en Madrid que no varía las expectativas electorales

Cuando los Presidentes que se presentaban a reelección descubrieron la comodidad de los debates colectivos entre todos los candidatos, el objetivo de su intervención varió de convencer a no defraudar. Con el tiempo de cada candidato reducido de la mitad a un sexto del total, se hace imposible profundizar en ningún argumento. Como mucho se pueden colocar uno o varios datos, un hecho incisivo, una salida oportuna. En un debate a dos se puede apreciar la solidez de cada candidato, su solvencia e incluso su carácter. Con seis intervinientes, todos ellos muy profesionales y bien asesorados previamente, no caben sorpresas.

Así fue el único debate de la campaña electoral de Madrid, como ocurrió antes en las elecciones generales o las gallegas por citar algunas. No se esperaban sorpresas y no las hubo. No se esperaban revelaciones y no se produjeron. Todos cumplieron con las expectativas y consiguieron no perder terreno. Para el espectador queda la impresión de un debate previsible de principio a fin. De modo que hay que descender a los detalles para encontrar algo más de sustancia.

Ayuso compite contra todos y todos compiten contra ella. No hay disimulo. El PP madrileño aspira a gobernar en solitario ya sea con mayoría absoluta o relativa. Ha deslizado algunas ideas de lo que harían en ese supuesto: rebajas fiscales, reducción del Ejecutivo, más inversión y más gasto social…, todo lo cual debe ser puesto en relación con el último cuarto de siglo durante el cual el PP ha gobernado la Comunidad madrileña. La presidenta madrileña mostró sus rasgos habituales, seguridad, una cierta displicencia hacia sus rivales, confrontación con el Presidente Sánchez y orgullo de las cifras madrileñas, tanto económicas como sanitarias.

Gabilondo tardó en pronunciarse pero lo hizo en el terreno que más domina y donde es más creíble: un marco de valores alternativo que evite la exclusión social, rechazo al incremento de la presión fiscal a corto plazo y una invitación a Unidas Podemos para apoyar un Gobierno alternativo, dejando en el aire si como socio o mero apoyo externo.

Mónica García fue la interviniente más incisiva en todo momento. De ser desconocida fuera de Madrid se ha hecho un hueco en el futuro político. Ha insistido una y otra vez en las cifras de la epidemia pero ha estado menos segura en los demás temas. Además ha cometido dos deslices flagrantes, sobre las cifras de paro y sobre la calidad hospitalaria de Madrid, rápidamente contestadas por Ayuso.

Iglesias es una sombra de lo que fue. Le pesan los fracasos y ha perdido la virginidad tras su paso por el Gobierno. Ha perdido frescura repitiendo clisés. Sus propuestas han sido puntuales, habiendo huido de compromisos económicos. Incluso Gabilondo se ha permitido puntualizarle su propuesta fiscal.

Edmundo Bal es un magnífico parlamentario pero su presencia en la candidatura es tan impostada que cuesta creerlo. Su único objetivo es votar al PP, lo que puede convencer a sus electores de que voten directamente a Ayuso. Todo cuanto dijo es sensato siendo él mismo persona mesurada. Pero su programa electoral es entregarse al PP.

Rocío Monasterio habló exclusivamente para su parroquia temerosa de que el PP atraiga a su electorado. Juega en la liga antisistema y por ello pierde poco tiempo en los temas que suscitan los demás para centrarse en unas pocas ideas simplistas repetidas una y otra vez. Al tiempo ha mostrado su voluntad de confrontación con varios de los candidatos.

No era de esperar y por tanto no se ha visto, ninguna propuesta ambiciosa para el futuro, ningún proyecto innovador. La mayor parte de los temas competenciales de la Comunidad ni se han citado: infraestructuras, transportes, cultura, medio ambiente, energía…Si algún elector indeciso esperaba argumentos para definir su voto, tendrá que buscar en otras fuentes. El debate se ha parecido a los que son habituales en los Parlamentos, con posiciones prefijadas e inamovibles.

A partir de ahora las estrategias de los dos principales candidatos se pueden suponer. Del lado popular acentuar las buenas cifras económicas de la Comunidad y su liderazgo territorial en algunas áreas, para pedir un Gobierno monocolor. Para el candidato socialista insistir en sus últimas intervenciones del debate, subordinando a Más Madrid y a Izquierda Unida a su proyecto, mostrando autonomía respecto al Gobierno central. Nada está decidido a día de hoy. @mundiario

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