Daniel Ortega usa su poder para eliminar a sus contrincantes políticos antes de las elecciones

Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo. / lavozdelsandinismo
Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo. / lavozdelsandinismo

El 6 de noviembre Nicaragua celebrará elecciones para elegir al presidente del país. La población es mayoritariamente "orteguista" o sencillamente conformista.

Daniel Ortega usa su poder para eliminar a sus contrincantes políticos antes de las elecciones

Después de haber pasado 5 años de mi vida residiendo en Nicaragua, he llegado a la conclusión de que la población nicaragüense, la cual se enfrentará el 6 de noviembre de 2016 a unas nuevas elecciones presidenciales, es eminentemente conformista. Motivo que explicaría que los resultados de una encuesta realizada por la empresa M&R Consultores, difundida en mayo, refleja que Ortega goza de 77,6% de respaldo positivo y su partido cuenta con 63,7% de intención de voto.

Nicaragua, un pequeño país de Centroamérica de 6,03 millones de habitantes de los cuales 4,5 millones están registrados en el padrón electoral, es decir, pueden votar, ostenta el segundo lugar de entre los países más pobres de América Latina, el primero es Haití.

Nicaragua tiene un 29,6% de pobreza y un 8,3% de pobreza extrema. Estos datos de 2014 aportados por la Encuesta de Medición de Nivel de Vida 2014 del Instituto Nacional de Información de Desarrollo muestran un gran descenso de la pobreza nacional: para el período 2009 a 2014 en Nicaragua hubo una disminución del 13% en la pobreza nacional, que descendió de 42.5 a 29.6%. Mientras que, para el mismo período, la pobreza extrema presentó una disminución del 6%, donde bajó de 14.6 a 8.3%.

Son datos esperanzadores pero los niveles de pobreza y pobreza extrema siguen siendo elevados y el Banco Mundial informa de que Nicaragua sigue siendo uno de los países menos desarrollados de América Latina, donde el acceso a los servicios básicos es un reto diario. La pobreza, aunque ha disminuido de manera constante en los últimos años, sigue siendo alta.

En mis años de vida en el país centroamericano pude comprobar como las políticas populistas de Daniel Ortega han calado hondo en la sociedad, sobre todo entre los ciudadanos más pobres. El gobierno reparte bolsas con arroz y antes de la época de lluvias ofrece a los ciudadanos que lo necesiten láminas de cinc para que coloquen en el techo de sus chabolas con el fin de resistir mejor las inclemencias meteorológicas. 

Esta limosna que año tras año aporta el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) es lo que se traduce en frases como: “Daniel Ortega ha hecho mucho por el país”.

La candidatura de Ortega para ser presidente otra vez es posible gracias a una interpretación jurídica de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que en 2011 dictaminó que el artículo de la Constitución que prohibía la reelección continua, violaba el derecho de Ortega a ser candidato.

Y sí, es cierto, los datos, no estos, sino los macroeconómicos, avalan en cierto modo una nueva candidatura de Ortega. El propio Banco Mundial en su análisis sobre el país destaca que “a pesar de las turbulencias económicas globales, Nicaragua se ha destacado por mantener niveles de crecimiento superiores al promedio de América Latina y el Caribe.  Disciplinadas políticas macroeconómicas, combinadas con una expansión constante de las exportaciones y la inversión extranjera directa, han ayudado al país Nicaragua a afrontar las turbulencias económicas derivadas de la crisis de 2008-2009 y de la subida de los precios de los alimentos y del petróleo. Para 2011, el crecimiento alcanzó un récord de 6.2 por ciento, con un leve descenso a 5.1 y 4.6 para 2012 y 2013, respectivamente. A pesar de que el Producto Interno Bruto (PIB) descendió a un 3.9 por ciento en 2015, la tasa más baja en los últimos cinco años, para 2016 se estima que el crecimiento sea de 4.2 por ciento. Las inversiones extranjeras directas y el comercio también muestran perspectivas favorables.”

Lo que no hay nada que avale su candidatura es que ésta es posible gracias a una interpretación jurídica de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que en 2011 dictaminó que el artículo de la Constitución que prohibía la reelección continua, violaba el derecho de Ortega a ser candidato. El lector avispado ya se habrá dado cuenta de que la Corte Suprema de Justicia está bajo control del partido de Ortega, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Quien además también controla el Parlamento y cualquier otro poder del Estado, a parte de la mayoría de los medios de comunicación: televisiones, radios, diarios… muchos de los cuales son dirigidos por sus hijos -tiene 8-: Camila Antonia dirigen el canal de televisión Canal 13 y su hermana Luciana Catalina trabaja con ella; Juan Carlos es el director del canal de televisión Canal 8; Daniel Edmundo es el director del canal de televisión Canal 4; Maurice Facundo dirige la empresa de publicidad Difuso que elabora , entre otras cosas, la mayor parte de la propaganda oficial; Rafael Antonio realiza labores de asesor con rango de ministro y Laureano Facundo, considerado el sustituto de su padre, es el asesor de inversiones del país representando la agencia de promoción de inversiones Pro Nicaragua. Nada que decir de su otra hija Zoilamérica Narváez, quien acusó a Daniel Ortega de haberla violado repetidamente a la edad de 11 años y tras estas declaraciones fue, literalmente, desterrada del país.

Respecto a los canales de televisión, ninguno de los cuatro o cinco que existen en el país, el medio de comunicación más consumido por la población para informarse y/o entretenerse, aportan en sus noticiarios nada de contenido político o económico de Nicaragua, sus informaciones del día son eminentemente de sucesos y deportes.

Pero volviendo a la interpretación jurídica de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que en 2011 dictaminó que el artículo de la Constitución que prohibía la reelección continua, violaba el derecho de Ortega a ser candidato; se suma el último fallo de la Corte, hace unas semanas, que despojaba a Eduardo Montealegre de la representación legal del PLI (Partido Liberal Independiente). Después, reorganizados bajo el ala de Luis Callejas dentro de la coalición opositora al régimen de Daniel Ortega llamada Coalición Nacional por la Democracia, ésta ha sido empujada a retirarse del juego electoral tras otra nueva anulación de la candidatura de sus dirigentes. Todo esto significa que en las próximas elecciones generales del 6 de noviembre, probablemente solo haya un candidato con opciones reales de ser presidente: Daniel Ortega.

Ortega alcanzó por primera vez el poder en 1979, cuando el guerrillero FSLN derrotó al último miembro de la dinastía Somoza, cuya cruenta dictadura gobernó el país durante 43 años consecutivos. Tras gobernar como coordinador de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, se postuló por primera vez a la presidencia en 1984, cuando ganó el poder para el quinquenio 1985-1990. Perdió los comicios de 1990, al final de una guerra civil que respondió a las presiones militares y políticas de Estados Unidos, mediante una oposición armada contra la revolución sandinista.

La población tiene razones para ser inconformista pero la falta de información respecto a la situación global de su país, los tentáculos de Ortega que llegan a todos los sectores de la nación y una fe profunda en Dios en quien depositan sus esperanzas de mejora, hacen que la mayor parte de los nicaragüenses sean conformistas.

Por otra parte, la presencia de la Iglesias en Nicaragua es muy fuerte y se estima que casi 5,1 millones de nicaragüenses son católicos, la gran parte practicante. La búsqueda de consejo al cura de la parroquia más cercana o a la comunidad de parroquianos que se reúnen semanalmente para platicar es una constante de suma importancia para muchos nicaragüense.

Pues esta misma Iglesia se ha expresado sobre la situación política del país y en un pronunciamiento firmado por todos los obispos de la Conferencia Episcopal ha expresado que “todo intento por crear condiciones para la implementación de un régimen de partido único en donde desaparezca la pluralidad ideológica y de partidos políticos es nocivo para el país”. Los obispos abogaron por un sistema en el que “brille sin ningún tipo de duda la voluntad popular” y “abierto a observadores nacionales e internacionales”, en referencia a los fallos del CSJ que han anulado candidaturas de políticos opositores.

Con todo esto, la población tiene razones para ser inconformista pero la falta de información respecto a la situación global de su país, los tentáculos de Ortega que llegan a todos los sectores de la nación y una fe profunda en Dios en quien depositan sus esperanzas de mejora, hacen que la mayor parte de los nicaragüenses seas conformistas, como decía al inicio de este artículo.

Un ejemplo de ello bien reciente es el proceso de verificación ciudadana del 25 y 26 de junio en donde la población nicaragüense en edad de votar estaba llamada a acudir a los centros habilitados al respecto para verificar su cédula (DNI). El poder electoral estimó que 3.7 millones de ciudadanos con edad de votar, 16 años a más, participarían en la verificación, pero tan solo un 1.2 millones de nicaragüenses acudieron a verificarse. 

Los ciudadanos acudiendo a las urnas son los únicos que decidirán si Ortega sigue o no, mientras la oposición política sumamente indignada por las decisiones de la Corte Suprema de Justicia, realiza tímidas manifestaciones en las calles de Managua, la capital del país. 

Si nada cambia, muy probablemente, Daniel Ortega siga dirigiendo el pequeño país centroamericano.

@opinionadas
 

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