El curioso 'efecto Illa'

Salvador Illa. / RRSS.
Salvador Illa. / RRSS.
Garrafales errores en la dirección de la toma de decisiones sanitarias parecen avalar la candidatura de un hombre sosegado y buena presencia higiénica.

Mucho se habla estos días de “el efecto Illa”, esa sensación de victoria que provoca en las encuestas el flamante candidato socialista a presidir el gobierno de la comunidad autónoma de Cataluña, Salvador Illa, también Ministro de Sanidad del Gobierno de España.

Teniendo en cuenta que la Constitución Española no permite a los miembros del Gobierno ejercer otras funciones representativas que las propias del mandato parlamentario, ni cualquier otra función pública que no derive de su cargo (artículo 98 de la CE), Illa, quien ya ha ejercido funciones de candidato en un mitin el pasado 3 de enero, está próximo a abandonar un ministerio para el que nunca estuvo preparado, ni por conocimientos ni por experiencia. Será de agradecer su marcha hacia una autonomía que desde hace tiempo naufraga social y económicamente.

Muy probablemente sea ahí en dónde resida el éxito de este efecto Illa, por el momento, solo una quimera. Y es que, se espera que el votante catalán no esté teniendo en cuenta, para darle en las encuestas la victoria al PSC de Illa, la gestión de la pandemia, sino más bien su talante dialogante, su temperamento sosegado y su presencia higiénica, a diferencia de otros miembros del Gobierno. A este nivel estamos: al menos que se afeite y sea educado. Ojo, no es algo menor tampoco.

Lo de sus errores de gestión o la poca transparencia en los datos, es pecata minuta porque la responsabilidad no era/es exclusivamente suya y, además, las críticas vienen del ala conservador, así que, ni caso. Puede que no piensen lo mismo, si es que aún se acuerdan (porque en España tenemos la memoria muy corta) los cerca o mas de 50.000 profesionales sanitarios que a 29 de mayo de 2020 se habían contagiado de Covid-19 desde el inicio del conteo a finales de febrero representando el 24,1% de infectados en el país. Según el propio Ministerio de Sanidad, por estar “indebidamente protegidos”, como si no fuese el propio Ministerio el encargado en aquellas fechas de brindar los elementos de protección adecuada. Porque, por aquel entonces, España estaba en un estado de alarma que decretaba como autoridad competente al Gobierno y como responsables del ejercicio de funciones a los ministros de Defensa, Interior, Transportes y Sanidad, siendo el ministro de Sanidad, Salvador Illa, el que asumía todas las responsabilidades que no recayeran en los otros ministerios. Este ejercicio de funciones se ha flexibilizado en el estado de alarma decretado el 25 de octubre de 2020 y prorrogado por 6 meses, dejando a Illa al margen y señalando a los presidentes de comunidades autónomas como responsables de la toma de decisiones dentro de los parámetros marcados en el Real Decreto.

Del Sistema Nacional de Salud "preparado" al sanitarios "indebidamente protegidos"

Tenemos un ministro de Sanidad que el 13 de febrero declaró tener un Sistema Nacional de Salud “preparado para hacer frente a la situación”. Y fíjense en los datos: 147.000 profesionales de la medicina y más de 182.000 profesionales de enfermería, a los que se suman los 317.000 auxiliares de enfermería y personal en formación. Efectivamente, un ejército sanitario potente al que se le sometió a un retraso en la compra de material preventivo, un inexistente control en los vuelos llenos de pasajeros que entraron en España en los primeros meses del 2020, por no mencionar otra vez el 8-M, los partidos de fútbol, el mitin de Vox, etc. Vía libre para un virus por parte de las autoridades políticas de este país que son a quienes el ciudadano ha elegido para tomar decisiones que no tomaron o no tomaron a tiempo. Así que disculpar a cualquiera de ellos por falta de competencias o de conocimientos demuestra excesiva candidez frente al peor problema que ha tenido España en muchos años. ¿Para qué queremos a nuestro mandatarios? ¿solo para cuando la mano viene buena?

China ya avisó, y así lo recogía el Ministerios de Sanidad en España en un documento del 6 de marzo, que existía una “alta transmisión intrahospitalaria a sanitarios de los hospitales de Wuhan”. En abril, Sanidad reconocía en otro documento que “la transmisión de la infección a partir de casos asintomáticos pudo generar casos entre sanitarios indebidamente protegidos”. A pesar de ello, en su Guía de actuación frente a COVID-19 en los profesionales sanitarios y sociosanitarios del 13 de abril el Ministerio de Salvador Illa indica que a un sanitario que haya sufrido una exposición de alto riesgo a la Covid-19 se le podrá hacer una PCR ¡o no! Si no se hace tendrá que estar en cuarentena 14 días con vigilancia de síntomas. Además, también se indica expresamente que ante un “contacto casual” con un confirmado de Covid-19 sin equipo de protección individual, el sanitario “continuará con actividad asistencial normal y se realizará vigilancia pasiva de síntomas”. Sin lugar a dudas, unas decisiones asombrosamente erradas ya para esa fecha.

Tampoco sirve apelar a la falta de conocimiento ya que la comunidad científica sabía en abril del peligro de los asintomáticos y de la transmisión por el aire, pero el Gobierno de España decidió seguir las erradas indicaciones de la OMS que hasta entrado el verano no aporto indicaciones públicas sobre estas dos cuestiones.

No hay excusas ante tamaños errores e Illa, quien no dimitirá porque los ciudadanos y los medios estamos encantados con su talante (y porque de este tren de vida no se apea nadie), abandonará en breve el ministerio que más trabajo ha tenido en lo que llevamos de legislatura para lidiar en otra plaza, también compleja, pero a buen seguro sin muertos de por medio. Solo se espera que quien le suceda sepa ver más allá de unas bonitas gafas de pasta negra. @opinionadas

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