Una crisis de gobierno alimentaría la inestabilidad y la lucha por la sucesión

Alberto Núñez Feijóo y Mariano Rajoy./ RRSS
Alberto Núñez Feijóo y Mariano Rajoy. / Mundiario

Es probable que Mariano Rajoy opte por ganar tiempo hasta el verano, cerrando la crisis catalana y los Presupuestos de 2018 antes de acometer cambios. Todo menos reconocer que es débil ante los suyos. Alberto Núñez Feijóo quiere irse pero tendrá que esperar.

Una crisis de gobierno alimentaría la inestabilidad y la lucha por la sucesión

Administrando cuidadosamente su presencia en Madrid, a diferencia de lo ocurrido en la legislatura anterior cuando era presencia habitual en las tribunas  mediáticas, Alberto Núñez Feijóo alienta las especulaciones. En primer lugar de los dirigentes populares, que presionan a Mariano Rajoy para una crisis de gobierno en la que tratarán de mejorar  su propia posición aunque se revista del interés general, el presidente de la Xunta de Galicia es una buena baza en esa operación.

De otro lado están los propios intereses de Feijóo, desmotivado en el Gobierno gallego, sin grandes objetivos y obligado si no marcha ahora, a repetir como candidato por cuarta vez, emulando a Manuel Fraga. Carece incluso de una oposición sólida capaz de crearle problemas. Madrid aparece como la única salida, sin duda con la mirada puesta en la presidencia del Gobierno, pero sabiendo que deberá conformarse con un ministerio. No siendo probable la vicepresidencia, le quedaría algún ministerio sectorial donde velar armas hasta dar el próximo paso.

Los partidos se encaminan a la derrota cuando las tensiones y tomas de posición en el Gobierno comienzan a ser visibles, canalizando toda la energía en ese enfrentamiento. En el Partido Popular están iniciando ese proceso como reacción a las encuestas. No harán sino ratificar las tendencias. Cuentan además con un dirigente de acrisolada resistencia al cambio como es Rajoy, capaz de nombrar ministros para que se abrasen en la gestión diaria, como aconteció con Gallardón.

Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo. / RR SSMariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo. / RR SS

 

Feijóo ya ha querido mostrar perfil propio en algunos momentos, frente al ministro de Fomento, a quien identificó pronto como rival, frente a la señora Cospedal cuando dirigía –de verdad– el partido o frente a la vicepresidenta. Si llega a sentarse en la mesa del Consejo de Ministros tendrá que guardarse las espaldas desde el primer día. Algunas sombras de su larga gestión ofrecerán la munición adecuada a sus rivales.

El vacío que deja Feijóo en Galicia tiene muchos candidatos a ocuparlo, si bien la constelación de intereses que ha podido manejar con estabilidad durante más de una década, podría resquebrajarse

El vacío que deja en Galicia tiene muchos candidatos a ocuparlo, si bien la constelación de intereses que ha podido manejar con estabilidad durante más de una década, podría resquebrajarse. Rueda, desde el Gobierno, Puy desde el Grupo Parlamentario o incluso Santalices, podrían representar un recambio sin conflictos. Otra cuestión será la fuerza electoral de cada uno de ellos, pero hasta ese momento faltan tres años. Si la tendencia del PP sigue a la baja, las elecciones municipales serán el indicador de lo que ocurrirá en las generales. Galicia ha seguido siempre un ciclo político retrasado respecto al español pero similar, lo que da tiempo suficiente para rectificar en caso necesario.

Rajoy tiene pocos motivos para hacer una crisis de Gobierno, más allá de la probable sustitución del ministro de Economía si marcha al Banco Central Europeo. Sabe que solo servirá para alimentar la inestabilidad interna y la lucha por la sucesión. Pero al mismo tiempo necesita calmar a sus dirigentes territoriales que deben revalidar sus posiciones el próximo año. En ese equilibrio entre estabilidad y tranquilidad es donde puede actuar. Si opta por la estabilidad del Gobierno aumentará la decepción entre los suyos. Si opta por la crisis para satisfacerlos, abrirá una caja de Pandora imposible de cerrar. Conociendo su trayectoria es probable que opte por ganar tiempo hasta el verano, cerrando la crisis catalana y los Presupuestos antes de acometer cambios que serían presentados como el inicio de la segunda mitad de la legislatura. Todo menos reconocer que es débil ante los suyos. Feijóo tendrá que esperar. @mundiario

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