El desarrollo de Costa Rica requiere dignificar el servicio público

Asamblea Nacional de Costa Rica.
Asamblea Nacional de Costa Rica.

Debemos dignificar nuevamente el servicio público, poner la bola al centro y empezar un nuevo partido. ¡Vamos a lograrlo! Parece ser una buena consigna, pero no alcanza solo con buenas intenciones.

El desarrollo de Costa Rica requiere dignificar el servicio público

Debemos dignificar nuevamente el servicio público, poner la bola al centro y empezar un nuevo partido. ¡Vamos a lograrlo! Parece ser una buena consigna, pero no alcanza solo con buenas intenciones.

Con alguna frecuencia escuchamos decir: ¡Eso fue hace mucho tiempo y no pienso del mismo modo ahora! Creo que nos pasa a todos, cuando vamos caminando por la vida quemando etapas, alcanzando metas o superando obstáculos, en cuyo caso por el paso natural de jóvenes a adultos, la frase nos resulta normal.  Sin embargo, esa misma expresión se torna en estribillo o cambio de discurso forzado, cuando de pronto, la persona se encuentra de frente a la realidad del nuevo rol en la función pública que decidió asumir y que como "diría Guima" no estaba presupuestado.

Me refiero a profesionales serios y valiosos que de buena fe dan el paso, atendiendo el llamado honorable de servir en el Estado y así retribuirle a la Patria, parte de lo recibido de ella y esto no es simple retórica, sino que representa para ellos, un compromiso de servicio ineludible y un argumento de peso, especialmente para quienes se formaron en el sistema de educación pública costarricense que en el grupo de más de cuarenta años, son buena parte de los ciudadanos.  Sin embargo, cada vez son menos los buenos que aceptan.

Entre las razones que pueden explicar este desánimo, destaco la realidad que vivimos hoy, con la omnipresencia de las redes de información digital que a la velocidad de un tren japonés, escudriñan, localizan y "traen a valor presente" comentarios, declaraciones o imágenes del ayer (sin importar cuanto tiempo haya pasado) que terminan resultando en el contexto actual, desafortunadas o contrapuestas a la nueva condición casi inmaculada que debe exhibir el alto funcionario público, atentando contra sus aspiraciones, su dignidad o las decisiones que en razón de su cargo debe tomar.

Vemos como una vez dado el paso y recibida la credencial de figura pública, se activa el arsenal de pólvora de quienes desde la trinchera de la crítica, toman posiciones de batalla e incluso aquellos que mirando cómodamente la corrida detrás de la barrera, muchas veces camuflados en el anonimato que ofrece el social media, disfrutan atizando la hoguera, colectivizando el chiste o amplificando la molestia que en no pocos casos refleja una justificada inconformidad del colectivo, por acciones u omisiones de los actores, particularmente aquellos que ocupan posiciones relevantes de dirección en el aparato estatal.

Pero así no podemos seguir en Costa Rica, porque lo que logramos con ese actuar, es evaporar el deseo de participar, avivando con ello la intención de mantenerse al margen o incluso alejarse más allá de nuestras fronteras, cuando lo que se requiere en forma determinante para salir del atolladero en el que estamos, es que la mejor gente se involucre en la conducción del país.  Debemos dignificar nuevamente el servicio público, poner la bola al centro y empezar un nuevo partido ¡Vamos a lograrlo! Parece ser una buena consigna, pero no alcanza solo con buenas intenciones.

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