A Coruña, de la inesperada Marea al ferreirismo

Xulio Ferreiro. / Xurxo Lobato
Xulio Ferreiro, al inicio de su mandato. / Xurxo Lobato

Desde el primer momento, el alcalde Xulio Ferreiro tuvo clara conciencia de que tendría enfrente a los poderes fácticos coruñeses. Por suerte para él, ya no eran lo que fueron durante años y años.

A Coruña, de la inesperada Marea al ferreirismo

No se lo esperaba ni él. El éxito de Xulio Ferreiro y la Marea Atlántica en las elecciones municipales de 2015 fue una sorpresa para la inmensa mayoría de los coruñeses, incluyendo a casi todos los que les votaron. Pocos días antes de la cita con las urnas, las encuestas debidamente cocinadas daban que la plataforma rupturista entraría con fuerza en María Pita. Irrumpirían a costa del Benegá y de los socialistas, que como siempre, andaban a la greña entre ellos. Nadie, sin embargo, podía prever que aquella gente, saliendo de la nada, se quedaría a sólo un puñado de discutidas papeletas de ser la fuerza más votada. Pactos mediante, A Coruña cambió de regidor y Xulio Ferreiro se convirtió en uno de los "alcaldes del cambio", como Manuela Carmena en Madrid o Ada Colau en Barcelona, y figura de referencia de la nueva política en Galicia.

Desde el primer momento, Ferreiro tuvo clara conciencia de que tendría enfrente a los poderes fácticos herculinos. Por suerte para él, ya no eran lo que fueron durante años y años. Aquella conjunción de intereses financieros, empresariales y mediáticos, con Francisco Vázquez como mascarón de proa, una suerte de casta local sin cuyo bendición no se movía nada en A Coruña empezó a desmoronarse desde que Zapatero envió a "sir" Paco al Vaticano. Luego vendría la caída en desgracia de José Luis Méndez y la desaparición del Banco Pastor, la venta de Fadesa, etc. etc. Aún así, el coruñesismo de orden le recibió de uñas, a sabiendas de que la Marea venía para romper la calma chicha del estanque dorado en que los que de verdad cortaban el bacalao habían convertido la ciudad de acuerdo a sus conveniencias. Porque para eso había nacido, para hacer borrón y cuenta nueva.

Los "mareantes" pecaron de inexperiencia (de pardillos, se podría decir). Venían de la calle, del tejido social, de profesiones liberales, de la enseñanza... Tenían las ideas claras y buenas intenciones, pero nunca habían ocupado cargos públicos. No conocían los entresijos de la gestión pública ni los laberintos de la burocracia. Es por ello que al principio se les notaba perdidos en aquella jungla, lo cual trajo aparejada la parálisis que, dicen, podían percibir muchos sectores, incluso los ciudadanos de a pie. Pasado el tiempo, el cambio de estilo en el gobierno local, sea para bien o para mal, no hay quien lo niegue. Ferreiro, sin embargo, cree que el poder no le ha cambiado a él y se siente orgulloso de ello. De eso y de que su nivel de conocimiento entre los coruñeses ha crecido lo bastante como para no resultar indiferente a casi nadie.

Ahora, la Marea es Ferreiro y Ferreiro es la Marea. La marca política se subsume en su impronta personal. Aunque guarde las formas, es el líder y actúa como tal. Lo evidencia la manera en que ha confeccionado la lista con la que en mayo intentará conservar el bastón de mando. Así, Podemos, Esquerda Unida, incluso Anova, y el resto de pequeñas formaciones integradas en la Marea se quedan de comparsas, y para dar tabaco. Es una candidatura "ferreirista", que sale a ganar, a por todas. Esta vez la sorpresa, hasta cierto punto, sería que perdiera. Cuenta con la ventaja que da el poder y con un PP –el único que puede disputarle el triunfo– en horas bajas por más empeño que le ponga Feijoo y "su" candidata, Beatriz Mato. Para ella ya sería todo un éxito no estrellarse con su "carromato". @mundiario

Comentarios