Cortegada y la Magdalena, "Pazos de Meirás" que gallegos y cántabros pagaron dos veces

Magdalena y Meiras [640x480]
Cántabros y gallegos pagaron dos veces el regalo.
La donación del Pazo de Meirás a Franco tuvo dos antecedentes escandalosos de los que obtuvo sus buenos réditos el conde de Barcelona al vender a instituciones públicas, con notable beneficio, el palacio de la Magdalena en Santander, y la isla de Cortegada, donados a su padre.
Cortegada y la Magdalena, "Pazos de Meirás" que gallegos y cántabros pagaron dos veces

La donación del Pazo de Meirás a Franco tuvo en la historia de España dos antecedentes notables de los que obtuvo sus buenos réditos el conde de Barcelona al vender a instituciones públicas, con notable beneficio, los palacios y finca de la Magdalena en Santander, y la isla de Cortegada en la isla de Arousa. En los dos casos, el costo de ambos bienes fue sufragado por suscripción popular y dinero público.

Situado en la península de la Magdalena, frente a la isla de Moura, en Santander, mediante suscripción popular, se construyó en 1909 un palacio que tomaría el nombre del lugar para albergar a la familia real española de la época. Pero el grueso de lo que costó lo puso el propio ayuntamiento, completado con la aportación de numerosas familias. Pero hubo otras aportaciones de sociedades y de la familia Botín, propietaria del Banco de Santander. Entre las anécdotas de cómo se buscó dinero para financiar la obra hasta jugando a lotería. El inmueble fue decorado y dotado del adecuado mobiliario. Alfonso XIII y su familia fijaron en el palacio su residencia de verano hasta 1931, pero en todos esos años, se hicieron sucesivas mejoras

Como luego hiciera en Cortegada, el conde de Barcelona vendió finca y palacio en 1977 en la cantidad de 150 millones de pesetas. Es decir, que los descendientes de los primeros donantes tuvieron que pagar para recuperar lo que aquellos donaron. En 1982 fue declarado monumento histórico-artístico. Entre 1993 y 1995 fue rehabilitado por el Ayuntamiento de Santander y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo que tiene allí su sede y donde celebra sus cursos y jornadas.

Alfonso_XIII_and_Queen_Victoria_Eugenia_with_their_six_children [640x480]

La familia de Alfonso XIII.

La recompra del palacio abrió una agria polémica, durante el mandado de Juan Hormaechea, del Partido Popular como alcalde. Este mismo sujeto fue condenado, como presidente de Cantabria a la pena de 6 años y un día de cárcel se debió a una malversación de 2.959.132, derivados de las irregularidades descubiertas por la Comisión de Investigación de la Asamblea Regional que fiscalizó su gestión. Sin embargo, Hormaechea no ingresó en la cárcel, al beneficiarse de un indulto total. Pero da la medida de quien era el sujeto.

El palacio fue requisado por la II República para instalar la Universidad Internacional, sus actividades cesaron durante la Guerra Civil y no recomenzaron hasta 1938.

El caso Cortegada o el gran negocio

Poco antes del fallecimiento de su abuela, la Infanta Beatriz, hija de Alfonso XIII, el impropiamente llamado “Conde Lecquio” pretendió montar un numerito - llevándose incluso a los fotógrafos - para aprovechar la visita de su parienta al Palacio de la Magdalena, en Santander. El tal Lecquio pretendía vender posteriormente a una revista la exclusiva en cuestión. Pero este episodio volvió a poner de manifiesto la lamentable peripecia del llamado “patrimonio personal” de Alfonso XIII, que en buena medida tanto afecta a los gallegos, especialmente a los vecinos de la ría de Arousa, cuya generosidad fue burlada por don Juan de Borbón y a cuya costa, - a costa de los gallegos-, un avispado grupo de leales súbditos pretendieron hacer e hicieron el negocio del siglo.

Lo más lamentable de esta historia es que los gallegos acabaron pagando cuatro veces el valor declarado por la venta que don Juan hizo a una sociedad encabezada por uno de sus consejeros que se lucraron de modo escandaloso. La isla pasó al patrimonio de Juan de Borbón en 1958, quien la vendió a la sociedad Santiaguesa Cortegada S.A. (1979). Esta sociedad quería construir una urbanización de lujo y un puente que comunicase la isla con tierra firme, pero, al no ser permitido, decidieron pedir una indemnización 200 veces superior al valor de la compra que hicieron a Don Juan de Borbón.

Los vecinos de Vilagarcía, mediante la Comisión Pro-Cortegada consiguieron que se declarase la isla parque natural público, paralizándose así las pretensiones urbanísticas. Su lucha se vio coronada con la integración de la isla dentro del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia. El 30 de agosto de 2007, cuando fue expropiada por la Junta de Galicia tras el pago de un justiprecio de 1,8 millones de euros, la isla volvió definitivamente a ser de dominio público.

La Magdalena y Cortegada, dos donaciones con beneficio.

La Magdalena y Cortegada, dos donaciones con beneficio.

Origen de la donación

En origen, la isla era propiedad del Pazo de la Golpilleira, sobre la que recaía un foro de suerte que sus moradores y pagaban una renta a sus propietarios. Para que Alfonso XIII recibiera la isla, los colonos fueron desalojados. En la zona surgió a comienzos del siglo XX la idea de donar la isla al rey para que construyera una residencia de verano. Cuentan los descendientes de los coetáneos de aquellos días que sólo recuerdan una visita de Alfonso XIII y su esposa, “la inglesa” a la que no le gustó el lugar, de modo que decidió establecer esa residencia en Santander. Curiosamente, durante el proceso para la recuperación de la isla, lo más curioso fue requisitoria publicada en el Boletín Oficial de la provincia de Pontevedra, citando a Juan de Borbón y Batenberg, “de profesión, oficio y lugar de residencia desconocidos”, a propósito de la demanda presentada contra él por una anciana señora de la Casa de la Golpelleira, generosa donante principal de la isla de Cortegada, quien exigía al frustrado monarca que devolviera, simplemente, la isla a quienes tan generosamente se la habían donado a su padre el Rey, con fines bien distintos a que un grupo de sus amigos y seguidores hicieran un negocio fabuloso medio siglo después.

Como se sabe, la II República se incautó de los bienes personales de Alfonso XIII, si bien previamente el gobierno republicano había permitido que se llevaran las joyas de la Corona (y las que no se llevaron se las envió). Una cosa era el antiguo Patrimonio Real, luego convertido en Patrimonio Nacional; es decir, del Estado, y otras cosas los bienes particulares del Rey.

Como en el caso del Pazo de Meirás, parece de sentido común que la donación se hizo a favor del Rey, no de Alfonso de Barbón, a título personal. Pero la donación fue pura y simple, no condicionada. Ese fue el error. Y lo que se donaba al Rey, a la Corona, se convirtió en regalo personal porque así convenía a la familia receptora. Franco había devolvió a Alfonso XIII los bienes incautados por la República, incluyendo la isla de Cortegada y los Palacios de la Magdalena en Santander y Miramar en San Sebastián, que en su momento habían sido inscritos como bienes particulares de aquel rey perjuro.

Don Juan de Borbón recibió estos bienes “pro indiviso” dentro de la herencia de su padre e hizo con ellos lo que nos es conocido. Su sobrino, Alfonso de Borbon Dampierre se quejaba de que lo habían privado de su patrimonio y el mismísimo Lecquio dice que su abuelo-tío malvendió la herencia. No precisamente. La isla de Cortegada fue vendida a una sociedad compostelana, cuya cabeza visible era un conocido abogado de Santiago, perteneciente a su propio consejo privado. Lo escandaloso es que le venta se escrituró en 68 millones de pesetas, cifra realmente ridícula. Los promotores pretendían repetir en Cortegada el fenómeno de A Toxa: se preveía un gran completo de lujo y, eso sí, una residencia privada para el desocupado pretendiente. De este modo se trataba de remedar la voluntad de los generosos donantes gallegos, quienes en su día adquirieran la isla para que Alfonso XIII se construyera aquí un palacio de vacaciones que contribuyera el desarrollo de la comarca.

Conviene insistir en que promotores amigos de don Juan pretendían cobran una indemnización 200 veces superior al precio de compra de la isla. Finalmente, la Xunta de Galicia la expropió para incluirla en el patrimonio público de las Islas Atlánticas, pagando por ella 1,8 millones de euros, casi 300 millones de pesetas y más de cuatro veces el precio en que Don Juan enajenara lo que los gallegos regalaran “por suscripción popular” a Alfonso XIII. @mundiario

Comentarios