La coordinación es la asignatura pendiente del Estado autonómico

temporal-nieve-espana-filomena-frio
Nevada histórica en el centro de España.

La rivalidad constante, no sólo política, entre Gobierno central y comunidades autónomas se suma a la tradicional marginación de ambos respecto a los municipios.

La coordinación es la asignatura pendiente del Estado autonómico

Nevó en Madrid, mucho pero no por primera vez. De inmediato se reprodujo la confusión que es habitual cuando ocurre un fenómeno extraordinario cuya resolución implique a dos o más Administraciones. Las imágenes de conductores atrapados en sus vehículos ya se han visto en años anteriores, no por ello fueron evitadas. Por otra parte, el clima habitual en España no motiva la inclusión de cadenas en el equipamiento de los vehículos y siempre tendemos a pensar que lo peor no puede ocurrir. De la misma forma que, a diferencia de países donde la nieve es habitual, los ciudadanos no están habituados a tomar iniciativas directas, pala en mano, frente a sus domicilios.

Lo cierto es que si se consultan los Planes de Protección Civil, prolijos y con vocación de cubrir todas las contingencias posibles, se comprueba que las actuaciones necesarias ante cada emergencia están previstas y ordenadas. Si aun así se producen disfunciones y sobre todo descoordinación se debe a otros factores que no están en los citados Planes. El primero, la mínima coordinación entre organismos y entre Administraciones. La rivalidad constante, no sólo política, entre Gobierno central y Comunidades Autónomas se suma a la tradicional marginación de ambos respecto a los municipios. Frente a los amplios poderes que en otros países permiten a los Alcaldes asumir la dirección inmediata de la respuesta, en España es necesario un tortuoso proceso de contactos, acusaciones y diferencias para lograr algo parecido a una movilización general.

El segundo problema es la extrema politización de la Administración. Siendo de designación política todos los cargos de Director General o equivalente y habitualmente los de Subdirector General e incluso de Jefatura de Servicio, en lugar de adoptarse decisiones de abajo-arriba de forma que todos los servicios profesionales estén desde el primer momento alertados, se aguarda a que la cúspide política asuma el mando y comience a trasladar sus  órdenes escalón a escalón. Es decir, inevitablemente se tarda horas en reaccionar. Con frecuencia, como ha ocurrido en este caso, se comienza a actuar horas después del inicio del fenómeno cuya ocurrencia estaba anunciada con total precisión por el Servicio Meteorológico. Sólo en determinados casos, como en los incendios, los profesionales actúan directamente al recibir el aviso. Pero en aquellos que exigen la coordinación de servicios muy diversos, la Administración politizada no está en condiciones de adoptar decisiones hasta que la primera autoridad lo hace.

La dispersión de competencias hace el resto. La Guardia Civil de Tráfico y la DGT dependen del Ministerio del Interior, la UME de Defensa mientras que la maquinaria quitanieves está a las órdenes de Fomento parcialmente y el resto depende de la Comunidad Autónoma. Los Alcaldes disponen de los cuerpos de bomberos y policía local. Es decir, todos los niveles del Estado están implicados en una nevada de grandes proporciones. El conflicto político se produce antes de adoptar la primera decisión.

Si abandonamos lo inmediato, la Covid ofrece varios ejemplos de lo mismo. El fiasco de la vacunación que pretendía ser vertiginosa o la distribución de material sanitario en primavera, evidenciaron que a la hora de anunciar medidas hay codazos para salir en pantalla, pero a la hora de responder de los errores o fracasos nunca hay respuesta, menos aún responsables.

No será fácil mejorar la coordinación pues no figura entre las preocupaciones del mundo político. Sólo la presión ciudadana ante cada problema puede llegar a crear una cultura de la cooperación. Pero en cambio es posible y extremadamente necesario, profesionalizar la Administración al menos hasta el grado de Director General, de suerte que la primera respuesta ante una emergencia esté siempre garantizada dejando para el mando superior las labores de coordinación con las demás Administraciones cuando sea necesario.

Los expertos en prevención de riesgos sostienen que nunca existe la protección absoluta pero que es posible prever la respuesta ante la mayor parte de los supuestos. Hasta ahí España llega. Donde falla es en la parte que no está prevista, en la que depende de esas virtudes características de la política: determinación, liderazgo, cooperación, enfoque hacia el problema. Afortunadamente el azar estadístico nos libra de poner a prueba con más frecuencia las limitaciones de los dirigentes y del marco competencial. @mundiario

Comentarios