La controversia sobre el himno nacional, un debate recurrente en España

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La letra de un himno no se improvisa si no surge del pueblo.

¿Letra o no letra para la Marcha Real? Dotar de una letra al Himno Nacional puede resultar otro fracaso si no se crea el clima necesario para activar la conciencia nacional en todos los ciudadanos y se convoca especialmente a los jóvenes a sentirse identificados con un concepto de España.

La controversia sobre el himno nacional, un debate recurrente en España

Casa vez que el Reino de España participa en una competición deportiva internacional en la que se interpretan y cantan los himnos de los países participantes resurge el mismo asunto: “Dotar o no de una letra al nuestro para evitar que el público se tenga que conformar con corear “chunda chunda…”. Siendo como fue hace unos años extraordinariamente encomiable la propuesta del presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, de dotar de letra al Himno Nacional de España, parece razonable el abordar este asunto con seriedad y alcance para evitar un repetido fiasco, como ya ocurrió en el pasado. Y merece dos reflexiones esenciales de cierto calado: la ya referida a la experiencia anterior para poner letra a la música,  y la propia evolución de la realidad histórica del Reino de España hasta nuestros días. Y habrá que añadir una tercera, de fondo, por mucho respeto y simpatía que nos merezca la propuesta: Algo tan serio como un canto que nos identifique a todos tiene que responder a una necesidad más profunda que la de no ser menos que los demás, cuando en las canchas deportivas se atacan las notas de otros himnos nacionales que, en este caso, sí lo son por poseer el rango distintivo de los mismos, el canto de una letra.

Lamentablemente, ese sentimiento nacional está confundido o interferido por otros sentimientos, roles e identidades, supuestas o no, no siempre científicamente sostenibles, cosa que no ocurre en la centralista Francia o la federal Alemania. Dicho claramente: ¿pueden ser convocados todos los españoles a cantar conjuntamente un himno, una letra, un canto que nos convoque a todos, si previamente no recuperamos otros elementos esenciales de nuestra realidad y conciencia nacionales, de nuestra comunidad histórica, con rigor y visión de conjunto? Basta con comprobar las reacciones que la propuesta del Comité Olímpico despertaron en algunas comunidades autónomas, donde por cierto, crece desafíos y sentimientos centrífugos precisamente en el ámbito deportivo, para excluirse de una única representación del deporte español en sus distintas variedades en el concierto internacional. ¿Atajaremos este fenómeno con la letra de un himno solamente?

Así pues, dotar de una letra al Himno Nacional, por muy sabios que sean sus autores, puede resultar otro fracaso si previamente no crea el clima necesario para activar la conciencia nacional en todos los ciudadanos y se convoca, especialmente a los jóvenes a sentirse identificados con un concepto de España que no quede limitado al entusiasmo que puede provocar en algunos aficionados la presencia de los clubes deportivos españoles en las competiciones internacionales. Y por lo tanto, o la letra del himno sale de un más profundo y no contingente sentimiento o es mejor quedarnos como estamos: una marcha granadera o Marcha Real que es nuestro Himno Nacional, sin letra.

El peso de la realidad histórica

La situación de nuestros símbolos nacionales, escudo, bandera e himno, no se puede desvincular de una realidad histórica que nos hizo llegar tarde a los grandes procesos revolucionarios del siglo XIX, cuando no salir malparados de los mismos. Ni siquiera para nuestros constituyentes liberales estos fueron cuestiones prioritarias, empeñados en modernizar el país acorde con más urgentes demandas.

Todavía hoy en día, entre los toques de ordenanza del Ejército Argentino –conservador de tantas tradiciones españolas, como las cruces de Borgoña en las banderas coronelas de sus regimientos históricos- suena la Marcha Granadera en su versión original de pífanos y tambores, como la escuchaba Carlos III. Aparece por primera vez en 1761 en el "Libro de Ordenanza de los toques militares de la Infantería Española". El Rey Carlos III la declara Marcha de Honor el 3 de septiembre de 1770. Se tocaba como saludo al comparecer las reales personas. Por ello comenzó a ser llamada popularmente “Marcha Real”. Representaba,  en todo caso, a los reyes, dueños del Estado; pero no a la nación.

Parece difícil, hoy en día, que un verdadero Himno Nacional pueda surgir sin el impulso o el sentimiento generalizado de los miembros de una comunidad de dotarse del mismo. Las experiencias del pasado no son perfectamente alentadoras si tenemos en cuenta los resultados. En 1870 el General Prim convocó un concurso nacional para crear un Himno Nacional. El jurado declaró el concurso desierto por considerar que ninguna de las marchas presentadas superaba en calidad a la "Marcha Granadera", y aconsejó que se mantuviera como estaba.

La Real Orden Circular de 27 de agosto de 1908 dispuso que las bandas militares ejecutasen la denominada Marcha Real Española y la Llamada de Infantes, ordenadas por el Músico Mayor del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos, maestro don Bartolomé Pérez Casas. Y así hemos ido tirando, con un Himno Nacional que no era propiamente un himno, porque no era pieza coral para cantar en grupo, sino unos compases más o menos brillantes y sonoros con los que nos fuimos identificando.

El himno de Riego

Técnicamente –que no jurídicamente-, España no ha tenido otro Himno Nacional propiamente hablando que el de Riego.  Pero ni  la letra ni la música agradaron nunca ni a los propios republicanos; si bien es evidente que este canto –que algunos investigadores creen inspirada, dada la coincidencia de su composición sonora, con una copla del Valle de Benasque- tuvo en su tiempo y durante la II República un carácter reivindicativo y renovador frente a la marcha real de la monarquía derrocada. De sus diversas versiones, alguna, muy popular, era realmente chabacana.

Así, pues, primer Himno oficial de España fue el Himno de Riego, conforme Decreto de 7 de abril de 1822: “Se tendrá por marcha nacional de ordenanza la música militar del Himno de Riego que entonaba la columna volante del Ejército de San Fernando, mandada por este caudillo”. Estuvo en vigor durante el Trienio Liberal. Retornado Fernando VII, cantarlo o tocarlo era delito severamente castigado. Se entonó durante las revoluciones de 1854 y 1868 y fue proclamado Himno Nacional durante la II República.

Durante la Guerra Civil (1936-1939), el general Franco restableció la "Marcha Granadera" como Himno Nacional por Decreto del 27 de febrero de 1937, pero fue necesaria la publicación en el BOE de un nuevo decreto fechado el 17 de julio de 1942 para que se le diese cumplimiento. Este decreto no incluye ninguna partitura, por lo que se entiende que continuó vigente la versión del Maestro Pérez Casas.  Y en 1997 cuando el Estado adquirió los derechos de explotación del Himno, que pertenecían a los herederos del maestro Pérez Casas, mediante el Real Decreto 1543/1997, de 3 de octubre. Insólita situación de que los derechos del Himno Nacional de España fueran de unos particulares, herederos de uno de los arreglistas de la Marcha Granadera o Marcha Real original.

Y como el himno no se canta, se pudo hacer con él algo infrecuente: dos versiones (según el caso, para abreviar el trámite: la corta y la larga). Incluido en el proceso de regulación de los símbolos nacionales de la monarquía constitucional, vino a correr suerte parecida a la del escudo de España, cuya propuesta final definitiva, de llamativa pobreza, nada tiene que ver con las reglas de nuestra histórica heráldica, como demuestran los estudios al respecto sobre los  símbolos de España del Centro de Estudios Políticos e Constitucionales. En la actualidad, el Himno Nacional, está regulado por el Real Decreto 1560/1997 de 10 de octubre, en el que se describen los compases musicales, se establecen  las dos  versiones. A veces, al escucharlo, parece que se estuviera cubriendo un mero trámite. He ahí si brevísima versión abreviada.

Un asunto a tratar con prudencia

En cualquier caso, este asunto debe ser estudiado con la adecuada prudencia. No deja de constituir una paradoja que  mientras todas las comunidades autónomas tienen himno propio con letra (aunque cabría preguntarse si en algún caso convertir en tan preciado símbolo un canto de taberna fue una buena idea), no lo tenga la nación española en su conjunto.

Entre los argumentos que se llegaron a manejar para apoyar la iniciativa del Deporte española se encontró un apoyo tan curioso como la envidia que sentían aficionados y jugadores españoles, cuando, enfrentados, por ejemplo a Francia, tenían que escuchar cómo vibran los estadios con “La Marsellesa”,  en tanto nuestros connacionales coreaban la Marcha Real con un colectivo “Chunda, Chunda….”. Claro que Francia hizo la Revolución francesa y nosotros no.

Tras la iniciativa del Comité Olímpico, no han sido excesivas, al menos las manifestadas,  las adhesiones para llevar adelante la propuesta. El primero fue el PP, por boca de cuyo entonces presidente se anunció la presentación de iniciativa en el Congreso para que crear una comisión que ponga letra al himno nacional. Se supo entonces que el anterior presidente, José María Aznar, había encargado a un grupo de escritores y poetas, entre ellos él mismo, poner letra al himno nacional, aunque no llegó a hacerse porque "no había posibilidad de llegar a un consenso con la oposición". También el ex ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos,, se mostró partidario de poner letra al Himno Nacional "si hay consenso de todas las partes" y que, si es así, lo cantará con "pasión y emoción” y dijo que cuando viaja fuera de España representando "a los 44 millones de españoles, a la octava economía del mundo" y suena el himno nacional "es algo muy íntimo, muy emotivo y muy significativo" .

El entusiasmo del COE

A comienzos de julio del año 2008, la iniciativa del Comité Olímpico Español (COE) de poner letra al himno nacional había encontrado una masiva respuesta popular: unos 3.600 textos se habían recibido conjuntamente en el diario deportivo Marca, el COE y la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores). El Consejo de Dirección de la SGAE, presidido por Eduardo Bautista, formalizó el 5 de julio tres líneas de compromiso con el COE: Asesoramiento técnico-jurídico, canalización hacia el alto organismo deportivo de las propuestas de los autores y, por medio del Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU), estudio comparado de los himnos de los países de nuestro entorno geográfico y sociológico. Algunos músicos destacados de la comunidad sinfónica española han aventurado incluso la posibilidad de un pequeño cambio en el arreglo musical, una introducción, para adaptar mejor la melodía a la intervención de voces.

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El himno de España es la antigua Marcha Granadera, de saludo a los Reyes.

 

El ICCMU es un centro de investigación y promoción de la música, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid mediante un convenio de ésta con la SGAE, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (INAEM), del Ministerio español de Cultura, y la Dirección General de Universidades e Investigación de la Comunidad Autónoma de Madrid.

Desde nuestro punto de vista, este entusiasmo respetable no nos debe hacer perder el sentido de la medida de las cosas: el Himno Nacional ha de serlo de la nación entera, no solamente de los aficionados al deporte o de los políticos. Con la mejor intención, sin duda, una cuestión de esta naturaleza no puede ser una frivolidad o un arranque patriótico de un momento, cuando los deportistas españoles llevan racha de subir a los podios.

Dada la situación actual de la política española, las divergencias sobre el modelo territorial, los problemas derivados del incumplimiento en algunas comunidades de las disposiciones ordinarias y sentencias judiciales referidas a los símbolos nacionales, y otra serie de factores conexos, fabricar artificialmente una letra para el Himno Nacional, sin el respaldo social y político de todos los españoles, aún cuando se hiciera a través del Parlamento, sobre la propuesta o dictamen de los mejores expertos, es una cuestión que debe ser muy meditada.  Los errores del pasado nos deben hacer meditar.

Las distintas versiones de la letra

Lo cierto es que al menos, el Himno Nacional llegó a tener o se intentó que tuviera, tres modelos de letra. Ninguno de ellos cuajó, porque ninguno surgió realmente del sentimiento nacional y del anhelo del pueblo. Es un riesgo que puede repetirse.

En 1843 se intentó adaptar unos versos de Ventura de la Vega a los acordes tradicionales:

Venid españoles

Al grito acudid.

Dios salve a la Reina,

Dios salve al país.

Durante el Reinado de Alfonso XIII, los versos de Eduardo Marquina tampoco pasaron de un boceto:

Gloria, gloria, corona de la Patria,

soberana luz

que es oro en tu Pendón.

Vida, vida, futuro de la Patria,

que en tus ojos es

abierto corazón.

Púrpura y oro: bandera inmortal;

en tus colores, juntas, carne y alma están.

Púrpura y oro: querer y lograr;

Tú eres, bandera, el signo del humano afán.

Gloria, gloria, corona de la Patria,

soberana luz

que es oro en tu Pendón.

Púrpura y oro: bandera inmortal;

en tus colores, juntas, carne y alma están.

Tras la guerra civil, en las escuelas del Régimen, además del “Cara al Sol”, los escolares entonaban con el brazo extendido y el saludo a la romana la letra de José María Pemán,  que, de todos modos, nunca  fue oficial:

Viva España, alzad los brazos

hijos del pueblo español,

que vuelve a resurgir.

Gloria a la Patria que supo seguir,

sobre el azul del mar, el caminar del sol.

¡Triunfa España! Los yunques y las ruedas

marchan al compás

del himno de la fe.

Juntos con ellos cantemos de pie

la vida nueva y fuerte de trabajo y paz.

Viva España, alzad los brazos

hijos del pueblo español,

que vuelve a resurgir.

Gloria a la Patria que supo seguir,

sobre el azul del mar, el caminar del sol.

La regulación del himno nacional

Real Decreto 1560/1997, de 10 de octubre, que regula el himno nacional (BOE núm. 244, de 11 de octubre de 1997). Fe de erratas (BOE núm. 253, de 22 de octubre de 1997).

Real Decreto  1543/1997, de 3 de octubre, sobre adquisición por el Estado de los derechos de explotación de determinadas obras musicales y encomienda de su administración al Ministerio de Educación y Cultura (BOE núm. 233, de 29 de septiembre de 1998).

Real Decreto 2027/1998, de 18 de septiembre, de aceptación de la cesión gratuita efectuada por el maestro don Francisco Grau Vergara de los derechos de explotación por la revisión y orquestación del Himno Nacional y atribución de la administración de tales derechos al Ministerio de Educación y Cultura (BOE núm. 233, de 29 septiembre de 1998).

No todos los himnos tienen un pasado revolucionario

No todos los himnos nacionales están necesariamente vinculados a un proceso revolucionario, pero sí a un momento histórico determinado. Junto con la Internacional, seguramente el más hermoso de los himnos sea La Marsellesa, que incluso ha sido adaptado por otros países como canto revolucionario, y del que existe una curiosa versión en español que cantaba Marcos Redondo durante la II República. Fue compuesto en 1792 por el capitán Claude Joseph Rouget de Lisle, por encargo del alcalde de Estrasburgo con motivo de la declaración de guerra contra Austria. Inicialmente se llamó Canto de guerra para el ejército de Fronteras y se transformó en La Marsellesa porque soldados de esta ciudad lo entonaron cuando entraron en París. Napoleón llegó a decir de ella: «Esta música nos ahorrará muchos cañones”. El gran corso, que tenía sentido nato de la propaganda fue el impulsor de su universal fama. Por cierto, en la vorágine de la Revolución, su autor estuvo a punto de perder la cabeza.

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En las grandes canchas deportivas es donde más se echa de menos un canto general.

 

Il Canto degli Italiani (El canto de los italianos en italiano) es el himno nacional de Italia. La letra fue escrita por Goffredo Mameli, y la música por Michele Novaro. Es conocido popularmente como Fratelli d'Italia (Hermanos de Italia), su primer verso. Durante el largo periodo fascista se cantaba junto a los himnos propios del régimen, tan o más populares. Mussolini, al estilo de la época, introdujo algunas variaciones en la forma de cantarlo al final. Muchos italianos no tienen claro si las reformas y añadidos de Mussolino siguen vigentes, si bien todas las variaciones del periodo fascista fueron suprimidas por la democracia.

El conocido himno británico Dios Salve al Rey tiene su origen en una canción patriótica del siglo XVIII, pero no fue reconocida como himno oficial hasta el siglo XIX. Se desconoce a sus autores, pero consta que se hizo tremendamente popular, cuando sonó por primera vez, a modo de propina, en el Teatro Real, luego de un concierto por iniciativa de su director,  Drury Lane. Todas las noches era interpretada y se convirtió en la música con que la orquesta saludaba al rey cuando éste comparecía, primero en el propio teatro y más tarde en cualquier local público, lo que curiosamente presenta cierta similitud con el caso español.

El famoso himno de los Estados Unidos fue escrito por un abogado llamado Francis Scout, quien además era poeta. La bandera llena de estrellas, difícil de cantar cuando se coge en tonos altos, data de 1812. Se cuenta que se le ocurrió a su autor, impresionado al ver tremolar la bandera tras un ataque frustrado de los británicos al puerto de Baltimore. Es himno oficial desde 1931.

La letra del himno de Alemania se debe a la autoría de August Heinrich Hoffmann von Fallersleben y se data en 1841. La música es anterior, debida al talento de Joseph Haydn como parte de un cuarteto de cuerdas, quien la escribe 1797. Es un himno mutilado debido al mal recuerdo que la aplicación de sus estrofas clásicas (“Alemania por encima de todo”) dejó en quienes padecieron las dos guerras mundiales. Se canta solamente la tercera estrofa, salvo los neonazis y nacionalistas trasnochados.

Desde la toma del poder por los bolcheviques, hasta 1944, el himno de la Unión Soviética fue La Internacional. El himno soviético fue aceptado oficialmente como himno de la Unión Soviética el 15 de  marzo de 1944. La música la compuso A. V. Aleksandrov (1883-1946). La letra fue escrita por Sergey Vladimirovich Mikhalkov, escritor de historias para niños y padre del famoso director y actor de cine, Nikita Mikhalkov. En 1977 se revisó la letra y fue eliminada la referencia a Stalin. Después de la caída de la URSS, Rusia adoptó un nuevo himno, sin letra, que nunca fue popular. A finales del 2000 la melodía del himno soviético se adoptó como  himno nacional ruso, y se escribió una nueva letra.

El caso de Holanda es especialmente curioso, por la referencia a Felipe II en una de las dos estrofas que se canta (la primera). La música es de Adriaan Valerius, pero está inspirada en un canto popular, recopilado en 1625. Fue canto de corsarios. A Mozart le gustó tanto la música que hizo su propia versión. Con la primera sólo se canta la sexta estrofa. El himno comienza así: “Guillermo soy de nombre, de Nassau, señor. A su patria no hay hombre más fiel, con más fervor. Sin tacha, nada empaña de Orange mi blasón. Al rey señor de España rendí yo siempre honor”…..

El himno de Portugal, himno republicano, por cierto fue escrito por  Henrique Lopes de Mendonça (letra) y  Alfredo Keil (música) en 1910. Su letra es muy hermosa y evoca las grandezas de los navegantes portugueses: Héroes del mar, raza noble, nación valerosa e inmortal. Ahora es el momento de subir en lo alto una vez más el esplendor de Portugal. Los portugueses lo aprenden a cantar en la escuela.

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