¿Contribuye Trump a una reconfiguración global?

Angela Merkel y Donald Trump. / RRSS
Angela Merkel y Donald Trump. / RR SS

Las acciones del presidente de Estados Unidos, por las razones que sea, parecieran estar acelerando el proceso de reconfiguración global que comenzó años atrás.                          

¿Contribuye Trump a una reconfiguración global?

Desde que el presidente Trump asumió el cargo al frente de la Casa Blanca, la polémica ha estado presente en todas (o casi todas) las acciones y decisiones conocidas que ha tomado como parte de sus funciones y potestades presidenciales. La retirada de Estados Unidos del ‘Acuerdo de París’, por ejemplo —aun cuando vaya a tomar algún tiempo—, no ha sido la excepción, algo que a Trump parece no importarle pero que de alguna manera, en el marco de la política internacional y del ejercicio de poder a nivel global, puede tener consecuencias y lecturas diversas a partir de distintos ángulos.

En ese sentido, es innegable que el mapa de la hegemonía en el mundo está cambiando rápidamente, distintos actores que hace tan sólo unos pocos años eran vistos más allá del horizonte, hoy día parecen estar a la vuelta de la esquina, reclamando espacio a veces de forma sigilosa, otras irrumpiendo en el escenario global con sorpresas tecnológicas, avances notables en su economía, o ampliando de alguna manera su capacidad de influencia política en áreas diversas. Otros, por su parte, parecieran estar aprovechando espacios que van quedando vacíos y que pueden ser de mucha utilidad en la obtención de importantes y determinados objetivos particulares, inclusive a nivel geopolítico, mismos que parecieran formar parte del reprise de un ciclo ya vivido en su momento por la humanidad y en el que el reparto del dominio o acceso a tenerlo en alguna área —por el medio y fines que sea— suele ser el punto central (como la toma de liderazgo en la cuestión del cambio climático, por ejemplo, que en un momento dado puede ir mucho más allá de lo solamente perceptible a simple vista).

La reconfiguración de los campos de influencia en el mundo está en marcha, puede observarse claramente en Asia, Oriente, y hasta en la misma Unión Europea, y es una realidad que va más allá de los problemas en las economías de los Estados, de  las movilizaciones migratorias, o de las dificultades o controversias en la implementación de tratados comerciales. La recién terminada gira relámpago por América Latina de la canciller alemana Angela Merkel, (de cara a la próxima cumbre del G20), quien entre otras cosas habló en México de “un mundo multipolar, contactos múltiples” y de su oposición a la construcción de muros para contener la inmigración, pone de manifiesto un claro mensaje de que Europa puede aprovechar también sus propios liderazgos como antaño, muy a pesar de las dificultades que es sabido ha tenido el continente en cuestiones relacionadas con la economía, el terrorismo o iniciativas como el Brexit.

Y justamente en ese marco, que no dejan de llamar la atención las acciones del presidente de Estados Unidos, sea por desconocimiento, por negligencia, (¿estrategia?) o por cualquier otra razón, que parecieran estar contribuyendo a acelerar un proceso de reconfiguración en marcha que, si bien es cierto comenzó hace ya varios años, ahora pareciera verse realmente cerca.

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