Colombia pierde la esperanza en Santos y las FARC pese al nuevo acuerdo

Timochenko y Juan Manuel Santos. / Facebook.
Timochenko y Juan Manuel Santos. / Facebook.

A horas de firmar un nuevo tratado, ni el presidente ni los guerrilleros han sido capaces de motivar a un país totalmente dividido en torno al resultado de las negociaciones.

Colombia pierde la esperanza en Santos y las FARC pese al nuevo acuerdo

Desganada y desmotivada Colombia se prepara para recibir un nuevo acuerdo de paz para poner fin a un conflicto interno que ha durado ya 52 años. Hace poco menos de dos meses, Juan Manuel Santos, presidente del país, y alias Timochenko, líder de las FARC, celebraron en Cartagena de Indias un acuerdo de paz en un acto multitudinario al que asistieron varios diplomáticos y personalidades importantes de la política. Ahora, este jueves 24 de noviembre volverán a reunirse para firmar otro acuerdo, esta vez en Bogotá y un acto mucho más discreto que el de septiembre. La firma de este documento deja en evidencia que el país está partido en dos, la élite política recelosa de las exigencias de las fuerzas revolucionarias y la población con una apatía crónica tras el impactante triunfo del no en el plebiscito de hace unos meses.

Ese rechazo al primer acuerdo alcanzado supuso un duro y casi inesperado golpe para ambas partes pese a que fue sólo por 50,000 votos. Ni el apoyo totalitario de la comunidad internacional ni la unión de todos los partidos políticos de Colombia -salvo el de Álvaro Uribe, por supuesto- fueron suficientes para llevar a las urnas a más que apenas un 17% de los votantes. El proceso de paz se quedaba a la deriva y nadie se atrevía a dar un vaticinio. En esas, Santos y Timochenko debieron retomar sus negociaciones y dirigirlas hacia un nuevo pacto, el cual se anunciará en el Teatro Colón de la capital. Sin algarabías, sin 2,000 invitados como en Cartagena y sin apenas expectativas, Gobierno y guerrilla lo volverán a intentar.

Cuando se oficializó el triunfo del no, el Gobierno temía que eso desatara nuevamente la guerra en su faceta más cruda. No fue así. El país se mantuvo en calma, tensa, pero calma al fin. Lo que no se logró fue volver a entusiasmar a la gente para hacerlos recapacitar y hacerlos votar por el . El resultado del plebiscito le arrojó un jarro de agua fría a quienes se durmieron en los laureles de que la guerra por fin se iba a terminar tras haber cobrado a más de 8 millones de víctimas entre desplazados, desaparecidos y muertos. En los días siguientes al plebiscito, hubo marchas multitudinarias en Bogotá. Muchos de aquellos que marcharon acamparon en las calles hasta la semana pasada, cuando fueron desalojados d forma violenta. Las movilizaciones y campañas a favor de los acuerdos se han quedado en el olvido a estas alturas.

La fiebre moral de los simpatizantes del encuentra su explicación en gran parte en el hecho de que gran parte de sus compatriotas no estaba de acuerdo con el acuerdo. Quienes daban su bendición a Santos y Timochenko esparcieron publicaciones virales en las redes, recibieron el apoyo de los medios y las encuestas les ilusionaron con el triunfo pero el resultado de las urnas tiró absolutamente todo a tierra. Aparte de eso, tienen temor de la figura de Álvaro Uribe, principal abanderado del no en el plebiscito. En los 40 días posteriores a la consulta popular, la falta de comunicación le ha jugado en contra al presidente. Cierto es que ha conseguido un nuevo acuerdo en el que se incluyen algunas demandas de los opositores, pero no supo cómo levantar el ánimo de su tropa de simpatizantes. Es más, el texto se alcanzó un sábado por la tarde y no se hizo público sino hasta el día siguiente.

En cuanto al campo político, estos acuerdos han abierto heridas entre los grandes partidos del país, los cuales tienen la mirada puesta en las elecciones de 2018. Santos sigue con unos niveles de aprobación bastante pobres con todo y que incluso ganó el Nobel de la Paz. Entretanto, Uribe ha alcanzado un índice del 50% que le consideran un buen líder, por un 47% que no. El presidente calificó de radicales a Uribe y sus seguidores tras el rechazo a su primer acuerdo. Aparte, los sectores ultraconservadores cristianos han tenido un peso incomprensible en este nuevo proceso con todo y su discurso homófobo.

@hmorales_gt

 

 

 

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