La clase política peruana enfrenta una dura crisis de desprestigio

La clase política peruana se encuentra desprestigiada.
La clase política peruana se encuentra desprestigiada. / Twitter.

La renuncia del presidente Kuczynski y el impacto del Caso Lava Jato en los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala, y aportes a la campaña electoral de Keiko Fujimori, provocan un rechazo de la ciudadanía contra la corrupción que alzan el lema "Que se vayan todos". 

La clase política peruana enfrenta una dura crisis de desprestigio

La renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski por una supuesta compra de votos para evitar su vacancia en el Parlamento y el Caso Odebrecht que involucra los aportes a las campañas electorales de los expresidentes Alejandro Toledo (2001-2006), Alan García (2006-2011), Ollanta Humala (2011-2016), y la lideresa Keiko Fujimori, ha provocado que la clase política enfrente la más grave crisis de desprestigio frente a la opinión pública en Perú.

La situación que se percibe hace recordar al régimen de Alberto Fujimori en el 2000. La publicación de un vídeo de su asesor Vladimiro Montesinos tratando de comprar al congresista de oposición Alberto Kouri para que se pasará a las filas del Gobierno de turno, visualizó la corrupción que existía de manera interna y que, en reiteradas oportunidades, los medios de comunicación denunciaban a diario frente a los ataques de censura. La historia terminó con la renuncia de Fujimori por fax desde Japón y su declaratoria de vacancia en el cargo para que se realicen nuevas elecciones generales.

Tras la caída de la dictadura de Fujimori, el nuevo ciclo político que se inició en el país se enturbió con la participación de la constructora Odebrecht y sus intereses para obtener licitaciones públicas en el Estado peruano por medio de coimas.

Alejandro Toledo (2001-2006), economista que se convirtió en el líder de la oposición al fujimorismo a fines de los noventa, tuvo una gestión frívola que -antes de dejar el poder- no registró rastro alguno sobre el soborno de US$ 20 millones que recibió por los tramos 2 y 3 de la Carretera Interoceánica. Toledo ahora se encuentra con un proceso de extradicción de EE.UU. para que responda ante la justicia, que ordenó 18 meses de prisión preventiva.

Alan García (2006-2011), quien tuvo una primera gestión en el periodo 1985-1990 que dejó al Perú en medio de una crisis económica y social, también se le relaciona con Odebrecht. Los pagos en la concesión de los tramos del Metro de Lima por parte de la firma brasileña provocó que tres exfuncionarios del Ministerio de Transportes estén en la cárcel. Diversos congresistas del Partido Aprista Peruano han salido a señalar que García Pérez no está implicado en actos de corrupción, pero su situación cambiaría tras lo declarado por Jorge Barata, que reveló a fines de febrero ante los fiscales que investigan el Caso Lava Jato un aporte a su campaña electoral del 2006.

El expresidente Ollanta Humala (2011-2016) es el que enfrenta una situación más critica. El líder del nacionalismo cayó en desgracia, tras culminar su gobierno sin apoyo de la ciudadanía y representación en el Congreso, que fue recluido en prisión junto a su esposa Nadine Heredia por el presunto delito de lavado de activos por los aportes a su campaña electoral del 2011. Humala ha pedido su excarcelación en varias oportunidades, pero los fallos judiciales le han sido adversos. El Tribunal Constitucional tiene pendiente un recurso legal para que se anule su prisión de 18 meses.

La crisis por la renuncia de Kuczynski, quien a lo largo de su gestión fue perdiendo respaldo político por nombrar a ministros que no ayudaron a mejorar la precaria situación económica dejada por la administración de Humala, tuvo en el indulto a Fujimori el golpe final a su persona. Los sectores que lo apoyaron en el 2016 frente al fujimorismo lo abandonaron y así tuvo que renunciar. 

La ciudadanía está harta del desprestigio de la política peruana. “Que se vayan todos” es el lema que, cada vez, va tomando fuerza para que se realice un cambio profundo a tres años del Bicentenario de la República. Un sondeo del diario La República muestra este contexto: 49 por ciento de los encuestados piden que se convoquen a nuevos comicios generales.

El respaldo al Ejecutivo y el Congreso es ínfimo. Los peruanos no quieren la continuidad de Martín Vizcarra y Mercedes Aráoz, quienes quedan en el cargo por la renuncia de Kuczynski. El Parlamento. también, no tiene ningún tipo de aprobación: 11 por ciento, mientras que el 82 por ciento de los encuestados tiene un rechazo.

El cambio de sistema económico, nacido del neoliberalismo impulsado por Alberto Fujimori en los noventa, cobra más relevancia en las últimas horas. Verónika Mendoza, lideresa de la izquierda, fue la impulso esta idea este jueves. “Nuestra clase política tradicional ha hecho de nuestro estado un botín. PPK no es una víctima, se va por corrupto e inmoral. Necesitamos una transición democrática, la de 2000 [tras la caída de Fujimori] fue incompleta. Llamamos a todos a recuperar nuestra patria”.

Según algunos analistas consultados por medios de comunicación como Martín Tanaka y Eduardo Dangert enfatizan en que la crisis peruana se debe a la destrucción del sistema de partidos que hizo Fujimori en los 90. Antes de que llegara había tres grupos, izquierda, centro y derecha. Ahora solo hay organizaciones personalistas, pragmáticas, sin ideología, muy débiles. Hay mucho aventurerismo.

Con esta coyuntura de descrédito, Martín Vizcarra deberá bregar para formar un Gobierno que no repita la misma historia de Kuczynski. En pocas palabras, el nuevo presidente deberá rodearse de independientes de los sectores políticos para enrumbarse de cara al 28 de julio del 2021 y entregar el poder al siguiente mandatario. @mundiario

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