La clase política española se debate entre dontancredismo y gatopardismo

Nubarrones sobre el Congreso. / marcp_dmoz
Nubarrones sobre el Congreso. / marcp_dmoz

Por un lado está el temperamento frío y flemático de Rajoy, digno de Don Tancredo, y por el otro el de los demás que quieren cambiarlo todo para que nada cambie.

La clase política española se debate entre dontancredismo y gatopardismo

Estamos todavía con la resaca de las elecciones del domingo pasado en las que, a diferencia de la mayoría de consultas electorales donde cada partido se apunta su victoria, casi todos estamos de acuerdo que en esta ocasión han y hemos perdido todos a excepción del Partido Popular. Por tanto, sin saber lo que va a pasar en las negociaciones tras el 26-J, posiblemente los partidos no les quede otra alternativa más que hacer ahora lo que debieran haber hecho después del 20-D, es decir, dejar gobernar a Rajoy.

Si se repitieron las elecciones, seguramente fue porque no me consultaron a mí la solución para evitarlas. Con los resultados de diciembre y los presupuestos recién aprobados, desde mi punto de vista, si morados, rojos y naranjas hubiesen practicado la abstención en un proceso de investidura a favor del Partido Popular y dejado gobernar en minoría a los azules, tendríamos al menos dos años de un gobierno controlado por una oposición no contaminada por acuerdos que podría hacer méritos para la siguiente convocatoria electoral y dejar cocer a fuego lento a un gobierno presidido por Rajoy, en una situación incómoda para él pero normal para el país y la vida democrática del mismo. Sin embargo, optaron por la fracasada alternativa del pacto Sánchez-Rivera que, aunque hubiera salido, tendría las mismas escasas posibilidades de éxito que el gobierno en minoría de los populares, con el agravante de que éstos, con su mayoría en el Senado, bloquearían cualquier pretendida iniciativa de cambio legislativo que tuviera que contar el beneplácito de la Cámara Alta.

La situación actual, parece la misma pero hay notorias diferencias. Aunque públicamente los líderes mantienen un discurso similar ya se notan matices que veremos cómo se traducen en la práctica. Todos afirman categóricamente que no habrá terceras elecciones y es que, tal como van las cosas, de haberlas no descartemos que el PP llegue a la mayoría absoluta. Dicho lo cual, parece que, como decía antes, toca dejar gobernar a Rajoy, en una situación en la que el PP gobierna pero legisla la oposición. Conclusión, a falta alternativas plausibles para investir Presidente, tendríamos el Gobierno que tocaba en diciembre, eso sí con el partido que lo soportaría reforzado y la oposición debilitada. Para este viaje no hacían falta alforjas.

Y como epílogo añadiría. Si yo fuera amigo de Rajoy y él admitiera mi consejo, le diría una cosa: Mariano, el mérito de este resultado es básicamente tuyo, por tanto tienes la oportunidad de oro de retirarte saliendo como un campeón, como un señor, donde todos te lo agradecerán y te respetarán por el gesto, los tuyos porque lo necesitan y los demás porque lo desean. El sacrificio facilitaría la formación de gobierno a favor de tu partido, te supondría honores y reconocimiento, y podrías pasar a la historia como un héroe. Puede que él tenga algo parecido en su cabeza porque en su primera comparecencia después del cierre de urnas dejó el mensaje de que le tocaba hacer uno de los discursos más difíciles de su vida, a pesar de los favorables resultados, y que en el mismo no recuerdo que utilizase la primera persona de singular.

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