Ciudades tras la crisis: mucho por hacer, además de ayudas sociales

Vistas de A Coruña. / Xurxo Lobato
Vistas de A Coruña. / Xurxo Lobato
El debate partidista, necesario, tiene su propio ámbito y no debe teñir al conjunto de la Administración, salvo que no haya idea alguna de lo que toca hacer ahora. El papel de las ciudades será imprescindible y ninguna entidad lo hará por ellas.
Ciudades tras la crisis: mucho por hacer, además de ayudas sociales

A medida que la crisis sanitaria semeja estar controlada, el debate político evoluciona hacia la recuperación económica. Con más ruido que nueces en el proceso de acercamiento de los partidos políticos para un plan pactado, objetivo más que difícil. Pero también con preocupación en las instituciones serias, ya sean públicas o privadas. Habrá que paliar o ayudar a muchos sectores con medidas sociales pero el futuro necesita sobre todo medidas de impulso e innovación, en los ámbitos económicos pero también desde las propias instituciones.

Las ciudades no parecen estar en ese debate hasta el momento. Dejando al margen las más grandes, más involucradas en ese horizonte, en las ciudades medianas la mínima actividad actual se reduce a los servicios sociales. Por citar el caso de Galicia, de las siete ciudades, solamente Lugo ha previsto una línea de ayuda de 4 millones de euros a los sectores productivos mientras Santiago prepara una estrategia semejante. De las demás, nada se sabe. De las Diputaciones tampoco, lo cual es menos sorprendente.

La crisis destrozará muchas empresas, en especial las de menor tamaño, y alterará el paisaje urbano durante largo tiempo. La ministra de Trabajo, habitualmente confusa en sus explicaciones, ha dado a entender que hasta final de año habrá sectores que no recuperarán la normalidad, que es tanto como decir que no reabrirán. Ha citado el turismo que lleva aparejado la hostelería y el comercio.

Pero también la crisis ha creado oportunidades. La más importante, la tecnología se ha enseñoreado definitivamente de la vida económica y social. Los ciudadanos han descubierto que desde su casa pueden resolver necesidades de consumo de todo tipo, desde la alimentación hasta servicios personales como el gimnasio o el ocio. Se ha puesto de manifiesto que muchas empresas necesitan recorrer ese camino para no quedar obsoletas: comercio de proximidad, servicios personales y de ocio entre otras. También el sistema educativo.

Por otra parte, el prolongado confinamiento doméstico ha descubierto a los ciudadanos otros beneficios: la calidad del aire, la ausencia de ruido, las ventajas del espacio peatonal o las deficiencias del sistema de recogida y tratamiento de residuos. En el próximo futuro las medidas de mejora de esos parámetros van a tener mejor acogida que nunca. Decisiones como la peatonalización de ejes urbanos, comerciales, de ocio o sanitarios, el ajardinamiento o la calidad del espacio público suscitarán mayor demanda. Igualmente el control del ruido o la mejora del transporte público, en el que no debería de faltar el metro de superficie o tranvía metropolitano como transporte más sostenible. También el confinamiento incrementará la demanda de mejora de ayudas para el aislamiento térmico y acústico así como para la eliminación de barreras arquitectónicas.

Las ciudades tienen ante sí la oportunidad de diseñar políticas concertadas con terceros para mejorar la competitividad de las empresas, en especial en los sectores de futuro, como los ligados a la tecnología o la economía verde, siempre basadas en el propio tejido empresarial, buscando sinergias, incremento de tamaño o cadenas de valor.

Deben hacerlo usando los instrumentos a su alcance, pocos aunque relevantes, como el urbanismo y el liderazgo, predicando con el ejemplo, esto es, modernizando y profesionalizando mucho más sus procesos administrativos y ejecutivos y sobre todo innovando.

No va a ser tiempo de llorar sino de trabajar duro. El debate partidista, necesario, tiene su propio ámbito y no debe teñir al conjunto de la Administración, salvo que no haya idea alguna de lo que toca hacer ahora. El papel de las ciudades será imprescindible y ninguna entidad lo hará por ellas. @mundiario

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