El cierre del grifo al gas y petróleo de Putin que abastece Europa es la tajante medida que falta

Bomba extractora de petróleo. / Pixabay
Bomba extractora de petróleo. / Pixabay
La invasión militar en Ucrania ordenada por Putin pilló a Occidente a contrapié, pero no sirve de mucho lamentar errores pasados. Hay que intentar parar la masacre que sufre el pueblo ucraniano de alguna manera.
El cierre del grifo al gas y petróleo de Putin que abastece Europa es la tajante medida que falta

Ninguna de las imágenes en la televisión, ninguna de las fotos, ninguno de los reportajes en los periódicos sobre las terribles consecuencias de la guerra en Ucrania me impactó tanto como una entrevista en la radio con una mujer, a los pocos días de la decisión del presidente ruso Vladimir Putin de invadir militarmente al país vecino. Había estado en España durante algunos veranos, dentro del programa de acogida de niñas y niños de Tschernobyl, en los años siguientes a la catástrofe nuclear de 1986. Por eso hablaba perfectamente el español.

A la pregunta de cómo estaba, la entrevistada contestó, entre sollozos: “¡Estoy bien, muy bien!” Para añadir después de un silencio que me pareció eterno: “Hace una semana estaba muy mal, discutiendo con mi marido, regañando a mis hijos, protestando en mi empresa, criticando a los políticos, descontenta conmigo misma y con el mundo… Hoy estoy muy bien, porque estoy viva, como mi marido, mis hijos, mi familia. ¡Me despierto cada mañana, dando las gracias porque sigo con vida!”

Cuento esta pequeña historia desde la memoria. No sé si recuerdo cada detalle correctamente. Lo que sí sé es que me saltaron las lágrimas al escuchar a esta ucraniana transmitiendo para mi mejor que nadie el mensaje Carpe Diem, vive el momento. Qué lección la que nos transmite: deja de preocuparte por temas menores, deja de planificar a medio y largo plazo, deja de cabrearte por cosas sin importancia real; disfruta del hoy con gratitud y alegría por no estar peor que ayer. Porque tu vida puede cambiar de hoy a mañana de una forma tan radical que ni en tus peores pesadillas has podido imaginar. 

Después de 47 años desde el fin de la II Guerra Mundial, después de 28 años de la masacre de Sarajevo, después de 19 años de la invasión de Irak, a pesar de las horribles guerras civiles que siguen azotando Libia, Siria, Yemen y otras partes del mundo y que tendemos a ignorar, ¿estábamos preparados para ser testigos en 2022 de la matanza de miles de personas y de la huida de millones de ucranianos que en su mayoría solo persigue ideales como los nuestros: paz, libertad y democracia? 

Pienso que no. Creíamos que con Putin se podía hablar, razonar y negociar, que la Ostpolitik ideada en los 70 del siglo pasado por Willy Brandt – a más relaciones comerciales con el Este, más posibilidades de apertura política – seguía siendo un instrumento geopolítico válido, que la integración de Rusia en el proceso de globalización era irreversible. A pesar de que el presidente ruso había:

– dado suficientes muestras en los pasados 20 años de su intención de restablecer por todos los medios la vieja gloria de Rusia, invadiendo primero Georgia en 2008, anexionando parte de su territorio, y después Ucrania en 2014, dado apoyo a los rebeldes rusos en sus pretensiones independentistas y anexionando la isla de Crimea.

- lanzado acusaciones tan insostenibles como que en Ucrania estaban al mando anarquistas, terroristas y neonazis que aterrorizaban la población rusa del país, ignorando que su presidente Volodímir Zelenski es descendiente de una familia ruso parlante y judía que perdió a tres miembros en el Holocausto y ganador de las últimas elecciones con un 73 por cien de los votos.

- declarado en muchas ocasiones que Rusia y Ucrania eran países hermanos que nunca debieron separarse, que los deseos de Zelenski de estrechar lazos con la Unión Europea y la OTAN iban directamente contra los intereses de Moscú en cuanto a su seguridad y que cuidado con irritarle demasiado, porque su arsenal nuclear no es broma.

¡Qué error, qué inmenso error confiar en Putin! A Occidente le pilló totalmente a contrapié la invasión del ejército ruso en el país vecino. Es verdad que reaccionó ejemplarmente. Con una solidaridad extraordinaria en cuanto a la diáspora de refugiados, la más significante desde la II Guerra Mundial. Con una batería de sanciones y un cerco económico sin precedentes contra los responsables de la guerra y sus amigos oligarcas. Con la congelación de los activos del banco central ruso y la prohibición de acceso de sus principales bancos al sistema SWIFT. Con ayudas humanitarias y militares a la asediada Ucrania. Con medidas hasta hace poco impensables en el camino hacia una mejor gobernanza de la Unión Europea y OTAN.

Pero Bruselas no se ha atrevido hasta ahora con la medida que más impacto tendría sobre la economía rusa: la suspensión del suministro de gas y petróleo. Porque Alemania y otros miembros de la UE tienen un grado de dependencia de estas importaciones tan grande que temen el efecto económico negativo que acarrearía este paso. Aunque me ha llamado la atención que en las últimas demostraciones en Berlín o Fráncfort se desplegasen muchas pancartas a favor de este paso. Parece que hay siempre más gente dispuesta a sufrir frío en sus casas y el paro de muchas fábricas, si con eso se lograse parar la invasión de Putin en Ucrania. Tiempos difíciles necesitan de líderes valientes que estén dispuestos a tomar medidas impopulares. Hasta ahora, la Unión Europea ha dado muestras de estar a la altura de las circunstancias. Quizás este último paso sea necesario para conseguir la paz.

También me ha llamado la atención que ayer, en la Conferencia de Presidentes de La Palma, se haya producido un cambio en el clima político español. Participaron todos los jefes del Gobierno central y de las comunidades autónomas, también Pere Aragonés, después de 10 años de ausencia de un presidente catalán. Además, lograron pactar una declaración final unánime que refuerza la posición de Pedro Sánchez en su intento de lograr un cambio de la regulación europea que reduzca los precios de la energía. Según Isabel Rodríguez, portavoz del Gobierno: “Hoy, España sale más fuerte porque estamos más unidos, hemos logrado un apoyo unánime a la posición del Gobierno para la cumbre de la UE del 24 y 25 de marzo”. Después de años de desencuentros y broncas, que la crisis geo política motivada por la invasión de Ucrania y geo económica como resultado de la emergencia energética empujen a una mayor colaboración de las Administraciones, me parece una noticia digna de resaltar. @mundiario

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