Churchill y Adonis, poeta árabe, previnieron de los riesgos de quien tiene como única regla el Corán

Churchill y Adonis.
Churchill y Adonis.

En el caso de la religión musulmana, un solo libro, el Corán, es la fuente única de toda la jurisprudencia política, social, cultural e institucional. Hoy como ayer, lo que para Adonis, poeta sirio, es una tragedia.

Churchill y Adonis, poeta árabe, previnieron de los riesgos de quien tiene como única regla el Corán

Adonis, pseudónimo de Ali Ahmad Said Esber (Al Qassabin, Siria, 1930), el poeta árabe más importante de  nuestro tiempo autor del libro «Violencia e islam» ha dicho: “Cuando la religión es la única ley que rige la vida de las sociedades se convierte en un foco de violencia permanente, una amenaza totalitaria. Impide la emergencia de una sociedad civil, impide la existencia de una cultura, atiza un fanatismo amenazante para cualquier forma de libertad. En el caso de la religión musulmana, el caso tiene una dimensión trágica: un solo libro, el Corán, es la fuente única de toda la jurisprudencia política, social, cultural e institucional, hoy como ayer. De alguna manera, pudiera decirse que Dios mismo «está fuera de la ley»: Mahoma es el único y último profeta y su palabra es inmutable. Para colmo, Occidente apoyó y apoya a los regímenes donde la ley musulmana funciona como una dictadura, impidiendo incluso la emergencia de una sociedad civil. Como el islam permite la formación de imanes autoproclamados, cualquier fanático puede «ordenar» la matanza de infieles. Y cualquier fanático musulmán, de cualquier nacionalidad, puede precipitar matanzas espantosas”.

En una entrevista a propósito de la situación del Islam y sus relaciones con Occidente, Adonis se refiere a los recientes atentados habidos en Europa (antes del de Barcelona y Ripoll” y señala: “La inmensa mayoría de los asesinos de las últimas generaciones han ido a las escuelas públicas. Y no se han integrado. Han descubierto la religión a través de internet, en la cárcel, en los suburbios de París o de Bruselas. Esa religión musulmana les promete ir al cielo si mueren matando, esa religión musulmana les promete un sinfín de mujeres vírgenes, cuando lleguen al cielo, matando. Y ellos se creen esa mentira fanática. Iluminados con esa luz ensangrentada, esos fanáticos son una amenaza inmediata allí donde se encuentran y su mueven con libertad, como ocurre en la vieja Europa”.

Y sobre la propia responsabilidad de Occidente en este fenómeno y la posibilidad de combatirlo militarmente con éxito, Adonis anota: “Militarmente, quienes tienen la fuerza suficiente, los EE.UU. o Rusia, no dejan de hacer una guerra más o menos limitada. Bombardear este o aquel bastión islamista puede matar a mucha gente. El problema de fondo es mucho más grave. Daesh no tiene ningún éxito entre los árabes ni entre los musulmanes. Esos asesinos dan miedo, incluso el pueblo musulmán más o menos piadoso. Por el contrario, rusos, americanos, europeos, siguen apoyando a regímenes políticos donde solo impera la ley religiosa más imperiosa. Es posible combatir a una banda terrorista, es posible combatir a una tiranía política. Es mucho más difícil combatir a regímenes religiosos. Ya que esos regímenes niegan la identidad del individuo, niegan la sociedad civil. Los seres humanos no valen nada. Daesh comercia con mujeres, que compra y vende como si fueran ganado. Los regímenes apoyados por Washington y Europa se fundan en la única a ley de la religión musulmana. Esos mismos regímenes financian grupúsculos islamistas, que, con frecuencia, se matan entre ellos. Vea lo que está ocurriendo en Siria. Se puede «modernizar» o derrocar una tiranía. Pero sustituir una tiranía política por una tiranía religiosa puede ser peor”.

Y en ese sentido concluye en la necesidad de separar la religión y el poder político: “Cuando la religión y la palabra coránica son la única todas las libertades están en cuarentena”.

Y Winston Churchill dijo en 1899: “Los musulmanes pueden mostrar cualidades espléndidos, pero la influencia de la religión paraliza el desarrollo social de aquellos que lo siguen. No existe ninguna fuerza retrógrada más fuerte en el mundo”. El breve discurso de Winston Churchill fue dictado en 1899 cuando era un joven soldado y periodista. Sir Winston Churchill fue, sin duda, uno de los hombres más relevantes de los siglos XIX y XX. Fue soldado,  periodista, político y primer ministro británico. Murió el 24 de enero de 1965, a la edad de 90 años y tras una vida de servicio de su país, se le confirió un sepelio de jefe de Estado.

 “No existe ninguna fuerza retrógrada más fuerte en el mundo. Lejos de ser moribundo, el Mahometismo es un militante y proselitismo de su fe. Ya se ha extendido a lo largo de África Central, crian a guerreros sin miedo a cada paso y si fuera que el cristianismo no está protegido en los fuertes brazos de la ciencia, la ciencia contra la cual han luchado en vano, la civilización de la Europa moderna podría caer, como cayó la civilización de la antigua Roma”.

Sir Winston Churchill (Fuente: "El río de la guerra", primera edición, Vol II, páginas 248-250 London).

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