El chavismo se arrincona solo tras las elecciones regionales del domingo

Nicolás Maduro, Presidente de Venezuela. / RRSS
Nicolás Maduro, Presidente de Venezuela. / RRSS

Apenas tres presidentes y un nefasto Diego Maradona celebraron los comicios dominicales con los que Maduro vuelve a tener a todo el país bajo su control.

El chavismo se arrincona solo tras las elecciones regionales del domingo

Nicolás Maduro se puso sus mejores galas el domingo para celebrar la victoria del oficialismo en las inverosímiles elecciones regionales. Sus cada vez más discretos y menos concurridos actos se han extrapolado también a nivel internacional, donde cada vez son menos los gobernantes y países que le chocan la mano en los buenos momentos. El presidente de Venezuela dijo que Evo Morales, Daniel Ortega y Raúl Castro, presidentes de Bolivia, Nicaragua y Cuba, le habían llamado para felicitarle por este triunfo. La lista es de por sí corta, y el hecho de que el cuarto y último en comunicarse con él fue Diego Armando Maradona, el exfutbolista que vive como rey en Asia, pues el cuento no hace sino entristecerse. Los chavistas han perdido casi la totalidad del apoyo internacional a raíz de la Asamblea Nacional Constituyente formada a principios de agosto tras unas elecciones desconocidas por la mayoría de países de la región, e incluso Estados Unidos, Canadá y hasta la Unión Europea.

Así, Maduro parece mostrarse orgulloso de haberse encerrado en su propia trampa, pero lejos de entrar en razón, el régimen chavista parece dispuesto a presionar otra vez el acelerador y ver si más allá del horizonte hay alguna escapatoria a su espiral de decadencia. El Palacio de Miraflores, que cuenta todavía con la bendición de Rusia y China, se tira a las trincheras y vuelve a sacar su arma favorita: el discurso antiimperialista.

“Hoy ha ganado la verdad de Venezuela, hoy el chavismo arrasó, hoy tenemos 17 gobernaciones, hoy tenemos 54% de los votos, hoy tenemos 61% de participación, y hoy la patria se ha fortalecido con 75% de las gobernaciones", celebró el heredero de Hugo Chávez tras conocerse los resultados difundidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE), que como absolutamente todo en el país está controlado por él y sus huestes. En un alarde de desfachatez, el presidente celebró como una "proeza moral y política del pueblo venezolano" este triunfo, pues fueron los fieles seguidores chavistas, los que les quedan cuando menos, los que lograron triunfar pese a "los embates de la guerra de la oligarquía".

Los comicios fueron una celebración puramente simbólica, pues lo cierto es que el chavismo, de una forma u otra, siempre fuerza su voluntad por sobre todas las cosas, por lo que los 23 Estados que componen el país sabían desde antes de ir a votar cuál sería su destino al término de la jornada. Con todo, Maduro y los suyos sí se las tomaron muy enserio pues era la oportunidad perfecta para relamerse en un nuevo triunfo mientras alimentaban de moral a quienes todavía creen en sus disparates, debilitados por los líos en que Caracas se ha metido solita con la comunidad internacional. De paso, deja en estado de coma a la Mesa de Unidad Democrática (MUD), principal coalición opositora, que desde hace dos años insiste en la celebración de nuevas elecciones presidenciales y de la liberación de presos políticos. Ahora, el chavismo vuelve a estar en su salsa y, a la fuerza y casi sin el más mínimo apoyo fuera de sus fronteras, tiene otra vez al país en la palma de su mano.


 

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