¿Y ahora? Esta vez quien mandará a parar será Trump

Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba. / AlexandreHenryAlves - morgueFile.com
Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba. / AlexandreHenryAlves - morgueFile.com

De pronto, por las dos extremas, derecha e izquierda, todos en todas partes creen poder “reinventarse”. Fidel Castro, de esto no hay duda, se convirtió en icono.

¿Y ahora? Esta vez quien mandará a parar será Trump

Toda una generación fue engañada por el “gallego” que pretendió disfrazar la isla tropical de territorio siberiano.

Allá por los idus de los 60, en la España del dictador perecedero, aunque de larga duración, algunos jóvenes nos reuníamos en , que ironía, supuestos “pisos francos” para escuchar, licorcafé por ron y Celtas por habanos, grabaciones de hasta 8 horas con incendiarios discursos del comandante en la Plaza de la Revolución.

Cantábamos también aquella parodia de

“Cuando salí de Cuba

Dejé la negra y el capital.

Cuando salí de Cuba

Dejé encerrado

Mi capital.”

Al amparo de la “Ley Fraga”, en la prensa, intentábamos combatir, entre líneas, la polilla de los uniformes cuyos oropeles ocultaban la carcoma del régimen.

“Se acabó la diversión

llegó el comandante

y mandó a parar.”

Eran sólo “Cinco puntos,

cinco puntos,

cinco puntos

nada más.

Si quieres me los

Aceptas y si no.

Quirrín, quirrán.”

¿Qué rin y qué ran?

Como decíamos valiéndonos de las rendijas de la ley de Prensa del otro lucense, Manuel Fraga Iribarne, nosotros, imberbes xornalistas de provincias nos permitíamos mantener una prolongada polémica en el mismo periódico con nuestro redactor jefe, nacido en Cuba que predijo el comunismo de Castro cuando todavía no había bajado de la Sierra. Y que la medalla de la Virgen de la Caridad del Cobre que llevaba colgada del cuello, no colaba para los avisados.

Nosotros teníamos, naturalmente, un tío en la Habana, súbdito cubano aunque nacido en Ourense. “Hecho a sí mismo,” de dependiente de bodega a propietario, acabó montando dos fábricas de conservas. Con la llegada de los barbudos  fue encarcelado unos días y expropiado y reducido a una mínima pensión si bien le respetaron los pesos del banco, a condición de no sacarlos del país.

Durante aquella visita, cuyos pormenores vamos a ahorrarles, constatamos la existencia de un sistema policial mal disimulado, en el que cada barrio tenía un Comité de Defensa de la Revolución, de tal manera que el vecindario bajaba en pleno día las persianas para hablar cautelosamente con los visitantes de fuera del país; huéspedes del Havana Hilton, inaugurado en 1958 y rebautizado como Habana Libre, y el último piso del rascacielos, Restaurante Sierra Maestra; comenzaba entonces a ponerse en marcha “la libre”, especie de pequeño comercio privado bajo vigilancia, como la ejercida en los hoteles a los cuales tenían prohibida la entrada los cubanos, algunos de ellos, que habían logrado “juntar” dólares pedían a los turistas que les comprasen artículos de importación de las mejores marcas reservadas a los clientes extranjeros; mientras tanto grandes rótulos anunciaban “diplotiendas”, “ diplopeluquerías” y otras gollerías de los países capitalistas.

Unos allegados nuestros que estuvieron recientemente en Cuba nos cuentan cómo están las cosas allí, más o menos con apariencia de más: mínima tolerancia de un consumo mínimo,. ya que el castrismo tampoco ha aprendido la fórmula de la cuadratura del círculo chino.

Menos mal que casi 60 años después del comienzo de la Revolución el hermano menor, Raúl, de 85 años, no mandó embalsamar el cuerpo del mayor al precio de perder tantos turistas como los que hoy descienden a la cripta donde yace Lenin.

¿Qué si Fidel Castro - brama Trump - fue “un dictador brutal” o un ladino dictador que cambió en su beneficio la rebeldía inicial bajo el peso de la hoz y el martillo?

Lo único seguro es que no ha habido nunca, ni antes ni durante el “comandante”, una Cuba libre. Como mucho, ron indígena en los cubaslibres.

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